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Nombre: Rocío Valverde Torres
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Edad: 22 años
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JACOB&NESSIE
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EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Empty
MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeLun Mar 21, 2011 8:11 pm

¿QUÉ? ¿CÓMO?
¡¿POR QUÉ NO ME LARGARÍA DE ALLÍ?!


Jake, el señor Berty no ha venido y he salido primero.
No he podido avisarte, porque estabas patrullando,
así que Emmett me ha venido a buscar. Voy a hacer un
recado y luego te espero en nuestro tronco.
Te quiero.
Nessie.

Volví a releer la nota que me había traído Seth. ¿Por qué demonios no me había llamado a mí para que fuera a buscarla? Me hubiera dado tiempo de sobra. Además, le había dicho que hoy por la tarde iba a estar en nuestra casa, ¿es que no se acordaba? Y encima, en vez de llamarme, me mandaba una nota.

- ¡Qué chica! – resoplé.

Inserté el papel en el bolsillo de mi pantalón y tiré el serrucho en el suelo mientras miraba el teléfono que habíamos instalado en el salón, con irritación. ¿Para qué lo habíamos puesto?

- Oye, Jake, ¿dónde ponemos esto? – me preguntó Shubael, portando una de las ventanas nuevas, junto a Nathan y Cheran.
- Ah - tuve que bajar de mi nube negra -, dejadlas ahí, al lado de la chimenea.
- Vale.

Los tres las dejaron en su sitio y empezaron a medir los huecos de las ventanas.

Me acerqué a la silla, que hacía las veces de mesita para poner el teléfono, y miré si había alguna llamada registrada.
Nada de nada.

Suspiré por las narices.

- Tíos, lo dejamos por hoy – anuncié -. Tengo que ir a buscar a Nessie.

Pasé de dar más explicaciones, no me apetecía.

- No te preocupes, márchate tranquilo – me dijo Nathan -. Nosotros nos quedamos a terminar esto y nos vamos.
- Sí, ya que hemos cargado con las ventanas… - siguió Cheran.
- Bueno, vale. Como queráis – acepté sin problemas -. Gracias, tíos. Nos vemos mañana.

Ya ni me escuchaban. Estaban sumergidos en una conversación de carpintería parecida a las salen en esos programas de la televisión. Sólo les faltaba el peto y la gorra.

Me hicieron un gesto de despedida con la mano y me giré sin más para dirigirme al vestíbulo.

Me di cuenta de que mi camiseta negra estaba hecha un asco, llena de serrín, polvillo y virutas, así que me la quité y la dejé en el pomo de la recientemente puesta barandilla de la escalera. Total, tenía que cambiar de fase para ir a casa de los Cullen, porque ya era bastante tarde y no me daba tiempo a llegar con el coche.

Si me hubiera llamado, habría tenido más tiempo…

Salí de la casa y fui a la parte posterior. Me escondí detrás de un árbol para desnudarme, sacudí los pantalones y los até a mi cinta de cuero, dejé las deportivas junto al tronco y me transformé.

Mientras volaba a cuatro patas, le pedí el informe a Leah para ver cómo iban las cosas por el bosque. Todo estaba tranquilo, al igual que por la mañana, cuando estaba Seth. Ahora que Sam estaba con lo que estaba, él ocupaba su lugar. No hubo protestas, el linaje es el linaje, y Emily había terminado por contar lo de su enfermedad – no sé por qué me molesté en soltar aquella trola que toda la manada se había creído -, así que todos habían aceptado el nuevo y temporal cargo de Seth sin rechistar, él incluido.

Enseguida divisé el bosque de los Cullen y apreté el galope. En dos minutos, me planté en el árbol donde siempre me vestía y cambié de fase otra vez.

No sabía si Nessie ya estaría esperándome, así que, por si acaso, corrí entre el follaje para llegar lo antes posible, no quería que me esperase sola.

Aminoré el paso cuando por fin llegué a nuestro tronco y vi que aún no había llegado, aunque sí que había alguien sentado.

- Hola, Bells, ¿qué haces aquí? – saludé, sonriente.
- Estaba dando un paseo y me senté un rato – explicó con una sonrisa mientras se frotaba las manos sin parar -. ¿Y tú?
- He quedado aquí con Nessie – le contesté, sentándome a su lado -. ¿Dónde está Edward? – mis ojos no pudieron evitar clavarse en el neurótico movimiento de sus dedos -. ¿Por qué estás tan nerviosa? ¿Es que ha pasado algo? – quise saber, poniéndome en pie -. ¿Alice ha tenido una visión?

Sus pupilas me miraron un tanto sorprendidas y luego sonrió.

- No, no – se rió con una voz cantarina -. Sólo me frotaba las manos, eso es todo – y las guardó en los bolsillos de su chaqueta -. Edward ha ido a cazar, pero a mí no me apetecía mucho, así que me quedé por aquí – aclaró.

Suspiré y me volví a sentar en el tronco, junto a ella.

Eché un vistazo a los árboles para ver si veía llegar a Nessie, pero nada. Ya se estaba retrasando, ¿qué recado iría a hacer?

- ¿Qué tal tu tarde de patrulla? – me preguntó, mirando mi torso -. ¿Has matado muchos vampiros?
- Ah, no vengo de patrullar.
- ¿Ah, no?
- No. Vengo de chapucear en nuestra casa. Estamos poniendo las ventanas y eso – le aclaré, escudriñando otra vez el boscaje.

¿Por qué tardaba tanto?

- ¿Está quedando bien?
- ¿Eh? Ah, sí – mi vista no encontraba nada entre los árboles -. Nessie está sacando muchas fotos de la obra. Ya te las enseñaremos para que veas la casa.

Mi rodilla empezó a moverse arriba y abajo con rapidez.

- Casi preferiría que me la enseñarais cuando esté terminada.
- Como quieras. Ya te mandaremos las fotos por Internet.

Estaba tardando demasiado. Esto ya no me gustaba ni un pelo. Nessie solía ser puntual, además, en la nota me había puesto que me esperaba y, ¿dónde estaba? ¿Y si le había pasado algo? Ese asqueroso licántropo seguía por ahí…

- Renesmee no va a venir – soltó, interrumpiendo mis agitadas cavilaciones.

Giré mi careto de confusión para mirarla y metí la mano en el bolsillo de mi pantalón.

- Yo escribí la nota – me confesó, agachando la mirada mientras volvía a frotarse las manos sin parar -. Llamé a Seth para que viniera. Le dije que Renesmee había estado por casa y que me la había dado para que él te la entregase.

Saqué el papel y lo leí de nuevo.

- Pero… es su letra… - musité sin dejar de observarlo.
- La copié de uno de sus cuadernos. Se me da bastante bien, por lo visto.

Noté cómo las cejas se me caían poco a poco hasta que se me incrustaban sobre los ojos.

- Ya lo veo – mascullé entre dientes. Arrugué el papel y lo guardé de nuevo en el bolsillo. Lo hubiera tirado al suelo, pero no me gustaba dejar basura por el bosque -. ¿Dónde está Nessie? – interrogué, levantando la vista para clavársela a ella con irritación.
- Está en clase, no te preocupes – me respondió con una sonrisa, en un intento de calmarme.
- ¿Y por qué has hecho esto, Bella? Me has engañado – le acusé, indignado.
- Quería quedar contigo a solas y esta era la única manera de que vinieras – se defendió, mirando al suelo.

Iba a decirle que podía quedar conmigo cuando quisiera sin que hiciera falta ningún truco barato, pero yo mismo me di cuenta de que la estaría mintiendo. Además, algo en su frase captó más mi atención.

- ¿A solas?
- Sí, hace mucho que no estamos a solas para charlar, ¿no te parece?

Aquí había gato encerrado.

Algo me decía que tenía que pirarme de allí ya. Cuanto más observaba sus inquietas manos y su rostro enfrascado en el mío, más me lo parecía. Pero el imbécil de mi siguió sentado, con los brazos cruzados.

- Antes hablábamos mucho – empezó ella, al ver que yo no decía nada -. Y ahora apenas te veo – murmuró.
- Bueno, las cosas han cambiado un poco, Bella.
- Sí, ese es el problema – musitó con los ojos cerrados -. Desde que apareció Renesmee, ya no me haces caso, siempre estás con ella.

¿Qué? ¿A qué venía eso?

- ¿Qué te pasa? – inquirí, frunciendo el ceño otra vez.

Nada más hacer la pregunta, me arrepentí.

Sus ojos intentaban encontrar una correspondencia en los míos de una forma desesperada.

- No sé qué me pasa – declaró nerviosamente -. Sólo sé que tú y yo teníamos una conexión, y cuando Renesmee nació, todo se acabó. Es como si se lo hubiese quedado todo para ella.

Lo había estado eludiendo todo el tiempo, no quería verlo, me lo negaba a mí mismo, pero todo era verdad. Nessie tenía razón desde el principio. La pulsera nunca fallaba. Bella estaba celosa. Celosa de ella. Y todas esas cosas que me contaba de su madre eran ciertas. Ahora que lo tenía delante, lo veía con claridad. Empecé a sentirme realmente incómodo y la sensación de que debía marcharme de allí aumentó el doble.

- Creo que es mejor que no sigamos con esto – le interrumpí, poniéndome de pie -. Me voy a buscar a Nessie.
- Te quiero, Jake – espetó, levantándose detrás de mí.
- Sí, yo a ti también, Bells – le dije, echando el pie hacia delante para comenzar a andar.

Ni siquiera me enteré. En un plis, la tenía enfrente de mí y tuve que pararme de sopetón.

- No me has entendido – musitó con impaciencia, continuando con esa obsesión por sus manos -. Sigo… Sigo enamorada de ti.

Me quedé paralizado, mirándola estupefacto.

¿Qué? ¿Cómo? ¿Que ella seguía qué…? ¿De mí?

- ¿Qué estás diciendo? – murmuré sin creérmelo.

Bella empezó a pasear delante de mí, inquieta.

- ¿Recuerdas cuando me dijiste que eras capaz de manejar las sombras, pero no de luchar contra un eclipse?

¿De qué iba todo esto?

- Sí, bueno, ¿y qué pasa?

De pronto, se paró y se quedó a un paso, mirándome fijamente.

- Que haya un eclipse, no quiere decir que el sol no siga ahí – manifestó con certidumbre -. Y tú siempre estás ahí, Jake. No consigo quitarte de la cabeza.
- Oye, sé que estás pasando un mal momento porque no puedes ver a Renée y todo eso – reseñé -. Y ahora te viene el golpe duro de tener que alejarte también de Charlie y de Nessie…
- Y de ti – añadió, cortándome.
- Bueno, vale, y de mí – asentí -. Es evidente que eso te preocupa, sería muy fácil confundir los sentimientos, ¿no crees? – argumenté.
- Esto no viene de ahora, Jacob.
- Pues no te sigo – admití.
- Al principio, cuando me enteré de que te habías imprimado de Renesmee, me enfadé mucho contigo, estaba celosa de ti porque, de alguna manera, me robabas mi papel – empezó a explicar, moviéndose sin parar -. Pero no era sólo eso y, con el tiempo, me he dado cuenta de la verdad.

››También estaba enfadada contigo por haberte imprimado de ella, no porque fuera mi hija y fuera un bebé, aunque he de reconocer que al principio eso también me chocó, sino porque, de algún modo, me habías cambiado por ella. Resulta que me despierto en mi nueva vida, y mi mejor amigo ya no está enamorado de mí, de repente, su único mundo es mi hija. Solamente tenías ojos para ella, siempre pendiente de ella, a todas horas con ella. Y entonces, me encuentro con que la que me había robado el papel era ella, ¿no es irónico? – se rió con amargura -. Nunca he soportado que ella se quedara contigo, es como si me hubiera robado mis sentimientos y los hubiese hecho suyos.

¿A dónde quería llegar? Mi boca hubiera chocado con el suelo, si no fuera porque tenía los dientes apretados. Y, además, no sabía si quería seguir escuchando su historia.

Bella seguía paseando con inquietud, gesticulando con las manos y los brazos sin parar.

- En aquel entonces, yo no me daba cuenta de eso, claro. Cuando me convertí, me creía perfecta, tenía el ejemplo de la perfección en Edward, y había esperado tanto para esto, lo había deseado tanto, para estar con él para siempre sin que nada se interpusiera entre nosotros. Todo era tan nuevo y maravilloso para mí, que, sin darme cuenta, yo misma eclipsé otras cosas que ya no me parecían tan importantes, y, sin saber por qué, me empeñé en hacerlo sobretodo contigo. Pero contigo no ha funcionado del mismo modo, ahora lo sé.

››Cada vez que me venía a la cabeza que algún día tú y Renesmee podríais estar juntos, evitaba imaginarlo constantemente, me decía a mi misma que era demasiado pronto para pensar en eso, y era cierto, ella todavía era una niña. Así que no le di importancia, y la verdad es que pasó a un segundo plano. Además, la visita de los Vulturis me tuvo bastante distraída y preocupada, en lo único en lo que pensaba era en que Renesmee y tú os salvarais y en estar junto a Edward hasta el final. Sin embargo, los Vulturis se fueron y la calma, la rutina, llegó a casa. Tú venías todos los días para estar con Renesmee, y yo seguía evitando el tema. Todo iba muy bien, por primera vez, las cosas parecían estar en el sitio que les correspondía. Hasta que un día Renesmee me confesó una cosa. Esa fue la primera vez que noté algo raro en mí.

››Fue un mes después de que los Vulturis se marcharan, y fue la época en la que empezaron a venir todos aquellos vampiros a visitarnos para conocer a la niña. Renesmee te estaba esperando en el porche, sentada en uno de los escalones. Estaba muy preocupada porque estabas tardando más de la cuenta, sabía que esos vampiros no eran vegetarianos, que iban por La Push y que vosotros les estaríais dando caza, así que salí y me senté con ella para jugar y tenerla entretenida. Pero todo lo que hacía era inútil, ella seguía con la mirada clavada en el bosque, esperando a que aparecieras de entre los árboles. Le dije que no se preocupara, que todo iba a salir bien, y ella por fin reaccionó. En aquel entonces, seguía sin hablar demasiado y me colocó la manita en la mejilla para dejarme ver. Yo estaba acostumbrada a verte en su mente todo el tiempo, pero lo que vi en esa ocasión me dejó completamente atónita, no me lo esperaba para nada. En las imágenes que me mostraba, salías tú, como siempre, pero ella estaba tan preocupada, que también me dejó ver un sentimiento diferente al de normalmente. Aquel sentimiento que percibí era amor, no podía creerlo, ella estaba enamorada de ti, sólo que era tan pequeña, que ella era incapaz de reconocer ese sentimiento. ¿Cómo podía estarlo? Era tan sólo una niña. Entonces, todo aquello en lo que no había querido pensar se me vino encima a la cabeza como un jarro de agua helada y me hizo sentir extraña, desconcertada.

››Después, llegaste tú. En cuanto Renesmee te vio, se puso de pie y saltó a tu cuello. Tú alzaste los brazos y la levantaste mientras dabais vueltas y os reíais. Luego, te dio un beso y te abrazó muy fuerte. Me fijé en su rostro mientras estabais abrazados e inspiraba tu efluvio. Su carita era el reflejo de la felicidad absoluta, como la tuya, y volví a sentirme rara, confusa. Sin embargo, no quise darle importancia. Volví a achacar esos sentimientos a mis celos hacia ti, a una sobreprotección maternal, y me empeñé en verte como un primo, un hermano mayor para Renesmee. Todo iba muy bien, ya que actuabas así. La cuidabas, jugabas con ella, la ayudabas con los deberes, la llevabas de caza..., todo funcionaba. Durante estos años, mi vida ha sido absolutamente perfecta, y las cosas parecían estar en su sitio. Pero todo cambió hace unos meses, cuando ella se hizo mayor.

››Tu manera de mirarla se transformó por completo. Empezaste a mirarla de una forma diferente que trastocó el velo que me había puesto a mí misma. Ya no la mirabas como a una prima o una hermana pequeña. La mirabas como a una mujer, la tratabas como a una mujer. Y fue peor cuando ella empezó a mirarte del mismo modo, con esa adoración mutua, ese amor, ese deseo…

››Y entonces, todo lo que había sentido aquel día en el porche con Renesmee resurgió sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo. No sabía qué me pasaba, pero cada vez que os veía, me sentía extraña, enfadada, y, sobretodo, desconcertada, me sentía como si me faltase algo. Hasta que Renesmee me enseñó aquellas imágenes tuyas durmiendo en su cama. Cuando vi cómo te acariciaba, cómo te miraba, cómo te deseaba, me volví completamente loca y me sorprendí a mi misma sintiéndome celosa. Mis celos y mis verdaderos sentimientos estallaron como una bomba.

››Intenté darle una explicación, puesto que creía que ya no sentía nada por ti, que eso era una debilidad humana que se había curado con mi transformación y que solamente te quería como a mi mejor amigo, pero no la encontraba. Hasta que me di cuenta del por qué, de por qué siempre me empeñaba en verte como a un hermano para Renesmee, de por qué evitaba pensar en vosotros cuando ella creciera, de por qué te había eclipsado desde el principio, de por qué estaba celosa. Era porque seguía sintiendo algo por ti. Algo que no era sólo amistad y que no quería aceptar. ¿Cómo iba a sentirlo después de haberme transformado en un vampiro por Edward? Él era todo lo que quería, lo amaba con toda mi alma, era la mujer más feliz del mundo a su lado, ¿cómo iba a querer otra cosa? Era imposible. Pero no me quedó más remedio que admitir la verdad. Yo no soy perfecta, porque la perfección no existe, y los sentimientos no se pueden resetear. Cada vez que te veo con Renesmee, me doy cuenta – su mirada se alzó para clavarse en la mía -. Te sigo amando, Jake. Sigo enamorada de ti, siempre lo he estado.
Me volví a quedar atónito, con la mandíbula colgando y las cejas hundidas sobre los ojos.

Esa mujer que había amado con toda mi alma hace unos años, por la que habría dado mi vida sin pensarlo – de hecho había estado apunto de darla -, y que me había hecho tanto daño, ahora me venía y me decía que seguía enamorada de mí. Hace siete años habría dado mis riñones por escuchar eso, incluso después de su boda, pero ahora…

Ahora yo ya no estaba enamorado de ella, no la amaba, al menos no de ese modo. La quería, sí. Igual que quería a Rachel, Rebecca, incluso a Leah, era el mismo sentimiento de amistad o hermandad. Ni siquiera se parecía a aquella chica que había conocido. Era Bella, sí, pero sin serlo. Esos ojos ambarinos que ahora me miraban buscando una respuesta, no eran sus ojos. Su rostro, del que ella se sentía tan orgullosa creyendo que era tan hermoso, no era el suyo, no del todo. Ni su olor. Ahora era un zombie, un muerto viviente maquillado con esa tez blanca e impoluta, pero muerto viviente al fin y al cabo. Incluso su personalidad había cambiado un poco.

Aunque no había dejado de amarla por eso. Era por Nessie. Yo amaba a Nessie. No era sólo la imprimación, estaba locamente enamorado de ella, más de lo que lo había estado de Bella en aquellos tiempos. Mucho más, infinitamente más. Porque sin Bella habría sobrevivido tarde o temprano, mejor o peor, habría aprendido a vivir sin ella, aunque me hubiese costado. Pero no sin Nessie. Ella era lo más grande que me había pasado nunca, era mi ángel, el amor de mi vida, mi mejor amiga, mi compañera, su alma era el complemento de la mía para que fuéramos una sola. Estar separado de ella me hacía daño, tanto, que lo sentía físicamente. Ya lo había comprobado aquellos cuatro meses en los que ella se había empeñado en alejarse de mí.

Sin embargo, ¿qué se supone que tenía que hacer? Vale, era mi amiga y no quería herirla, pero, ¿qué la podía decir? Tenía que decirle la verdad, ¿no?

- No… no sé qué decir, Bella – murmuré, rascándome la nuca, incómodo -. Bueno, quiero decir, que me siento halagado y eso, pero yo no siento lo mismo por ti – reconocí, intentando darle a mi voz un tono suave que no lacerara sus sentimientos -. Mi corazón sólo le pertenece a Nessie, lo sabes.
- Y tú sabes que se puede querer a dos personas a la vez – afirmó con convicción.
- No es mi caso – le aseguré.
- ¿Y cómo lo sabes?
- Porque lo que yo siento por Nessie va más allá, ¿entiendes? – suspiré para tomarme un tiempo, a ver si se lo podía explicar bien, era bastante difícil hacerlo con palabras sin hacerla daño -. Los dos estamos imprimados, pero no es sólo eso. También estamos enamorados, no podríamos vivir el uno sin el otro. Y además estamos conectados, tenemos un vínculo muy fuerte.
- Tú y yo también estábamos conectados – objetó.
- Sí, pero no de este modo, esto es totalmente diferente, es… literal – empecé a aclararle -. Mi vínculo con Nessie es algo físico y espiritual. Ella es mi complemento, mi compañera, somos dos piezas exclusivas que encajan a la perfección. Y no habría otra pieza para mí, ¿comprendes? Podría existir una pieza parecida, pero no sería la perfecta, como ella. Yo estoy hecho para ella y ella está hecha para mí. Incluso es un metamorfo como yo y tiene instintos lupinos por nuestro vínculo, ¿no lo ves?
- Pero eso no quiere decir que no puedas sentir algo por otra persona, y tú y yo estábamos conectados, éramos almas gemelas – insistió.

Arg. Esto era más complicado de explicar de lo que pensaba. ¿Cómo podía hacerlo sin herir sus sentimientos? Eso iba a ser misión imposible.

- Sí, pero no del todo. Nos faltaba un poco para serlo completamente, y ese poco lo tiene Nessie. Ella es mi alma gemela de verdad, literalmente – maticé otra vez -. Enamorarnos fue tan fácil y tan natural como respirar. Por eso todo sucedió como sucedió, era el destino. Las cosas tenían que pasar de ese modo para que yo la conociera. Tú amabas más a Edward, ¿no lo ves, Bella? Lo escogiste a él porque no éramos almas gemelas del todo, tú y yo no estábamos destinados de ese modo. Lo vi todo claro cuando nació Nessie. Cuando la vi y me imprimé, todo encajó en su sitio.
- ¿Quieres decir que yo sólo fui un mero instrumento para ti? – quiso saber, un poco decepcionada.

¿Cómo podía dudar de mí, después de todo lo que había pasado por ella?

Opté por recalcarle lo que ella ya sabía de sobra, no me gustaba andar con medias tintas. Cuanto antes cortara esto de raíz, mejor.

- No, claro que no. Yo te quería, en aquel momento lo sentía de verdad y lo sabes. Pero en algo tienes razón, cuando Nessie nació, sólo tenía ojos para ella, la imprimación es algo muy fuerte, la pulsión que te atrae hacia esa persona es muy potente. Por supuesto, podía haber elegido pasar de mi imprimación y largarme, aunque eso me hubiera matado, pero decidí quedarme con ella. Además, cuando despertaste, tú ya no eras la Bella que yo conocía y amaba, eso también contribuyó un poco, la verdad. Sin embargo, no fue sólo por mi imprimación, ni por tu cambio. Cuando Nessie creció, me enamoré locamente de ella, como nunca antes lo había hecho, nunca he sentido esto tan fuerte por nadie, ni siquiera por ti.

Noté que mi respuesta había sido un golpe duro para ella. Pero, ¿qué se esperaba? No entendía nada.

- Sin embargo, si te hubiese escogido a ti, Renesmee no habría nacido y tú y yo estaríamos juntos – murmuró, bajando la mirada con rabia.

Sabía que no lo decía en serio, que era fruto de la impotencia o lo que fuera, pero que ella hablara así de Nessie me dolió.

- No digas eso – no pude ocultar mi molestia.
- Yo podría haber sido esa pieza parecida y hubiéramos sido felices, porque ella no habría existido, nunca hubiera habido pieza perfecta – espetó, arrastrando las palabras con coraje.
- Basta – gruñí.
- Si ella no hubiera nacido, tú habrías seguido luchando por mí, es la verdad, Jake – soltó como alegato.

Me rechinaron los dientes.

- Si ella no hubiera… existido – mi boca se negaba a mencionarlo -, tú habrías elegido a Edward igualmente, te hubieras convertido en un vampiro y yo estaría vagando por ahí como un lobo para siempre, Bella.

Subió su rostro de piedra para mirarme con sorpresa y después sus ojos se entornaron suspicaces.

- Lo habrías hecho para olvidarte de mí – afirmó, curvando su labio hacia arriba con petulancia.

¿Es que eso le hacía gracia?

- Sí – reconocí -, pero no habría seguido luchando por ti, ni siquiera seguiríamos siendo amigos.

La sonrisa se le quedó despanzurrada en la cara.

- A lo mejor a mí me hubiera gustado que lo hubieras hecho – susurró.

Mejor dejarlo aquí. Era una tontería seguir hablando de esto. Yo iba a terminar haciéndola daño, o peor, puede que incluso peligrara nuestra amistad.

- Es mejor que no sigamos con esto – afirmé, dando un paso al frente para esquivarla.
- ¿Por qué? – me detuvo, poniéndome su mano congelada en el pecho, lo cual me hizo pegar un pequeño bote.
- Porque no vas a escuchar la respuesta que quieres oír – le contesté, apartándole la mano.
- ¿Cuál es?
- No quiero hacerte daño – le avisé.
- ¿No sientes nada por mí? – insistió, estudiándome con la mirada -. ¿No queda nada de aquello?
- No.

Se hizo un silencio incómodo.

- Pues yo no quiero perderte – murmuró, apretando los párpados.

¿Por qué me venía con estas ahora? Sabía que yo estaba enamorado de Nessie. Estaba diciéndole eso al novio de su hija, ¿no se daba cuenta de lo violento que era esto para mí? Yo era… bueno, es decir, sonaba muy raro, pero ella era mi suegra, prácticamente, y yo su futuro yerno. Además, también estaba Edward, al que no tenía intención de dejar, o al menos, eso me parecía. ¿Qué se proponía entonces?

- Sabes que no va a durar para siempre – espetó de repente.
- ¿Qué? – mis ojos se entornaron sin comprender, sombreados por mis cejas.
- Bueno, no me gusta pensar en eso todavía, pero ambos sabemos que ella… no es inmortal – le costó terminar la frase -. ¿Qué vas a hacer cuando Renesmee envejezca?
- Lo mismo que si fuera humana del todo. Dejaré de transformarme y envejeceré junto a ella – le aclaré -. Yo también puedo ser mortal.
- Pero no sabemos cómo lo hará, Jake – murmuró con desazón. Sin duda, también estaba preocupada por eso -. Su crecimiento fue muy rápido, ¿qué pasará si su envejecimiento es similar? Cuando tú dejes de transformarte, envejecerás a un ritmo humano y ella…
- No sé qué pasará, Bella – le corté, un poco incómodo por tener que pensar en esa situación que esperaba tan lejana y que no sabía por qué venía al caso -. Sólo sé que yo moriré junto a ella – afirmé con firmeza -. No pienso vivir en este mundo sin Nessie.
- ¿Te… quitarás la vida? – musitó con horror.

No sé de qué se sorprendía tanto, ella habría hecho lo mismo por Edward.

- Sin ninguna duda – confirmé.
- Yo…, bueno, había pensado que tú quizás… podías venirte con nosotros cuando Renesmee… - se negó a decir la palabra -. No tendrías que envejecer nunca…
- Sabes que eso no es posible, Bella.
- ¿Por qué?
- Mi vida sin ella ya no tendría sentido – declaré -. No ahora que he experimentado lo que es la felicidad a su lado. Además, tendremos una vida plena, con hijos, nietos y eso. Cuando fallezcamos, ya habremos cumplido con nuestro ciclo en este mundo y estaremos juntos en el otro.

Eso pareció ofenderle también.

- Yo ya no podré tener más hijos… - murmuró para sí misma con una mezcolanza de pesadumbre y rabia, cerrando los ojos. Entonces, los abrió de repente -. ¿Y si fuera todo lo contrario? ¿Y si tú envejecieras antes que ella? – interrogó a modo de queja -. ¿Dejarías que ella se quitara la vida por ti?

¿Por qué me hacía tantas preguntas sobre esto? Ya estaba empezando a cansarme.

- ¿Es una prueba? – le pregunté.
- ¿Cómo? – sus ojos se entrecerraron, confusos.
- Que si es una prueba. Porque yo estoy locamente enamorado de Nessie y no creo que tenga que demostrártelo – le advertí.
- No. No es ninguna… prueba. Eso ya lo sé…
- ¿Es que estás pasando una mala racha con tu marido?

Utilicé el término marido para que le diera un repaso a su estado civil, por si se le había olvidado.

- Edward y yo estamos muy bien, mejor que nunca – me respondió, un tanto molesta por mi intencionada terminología -. Estamos tan enamorados como siempre, y no pienso abandonarle, si es eso lo que te preocupa.

¿Y entonces para qué me decía que seguía enamorada de mí a estas alturas de la vida? ¿Qué quería de mí?

- Bueno, pues ya está – volví a levantar el pie -. Voy a buscar a Nessie.

No me dejó avanzar otro paso.

- Espera, no te vayas, por favor – imploró con ansiedad, sujetándome por los hombros.

Sus manos estaban tan heladas, que me dio otro respingo. Ella se dio cuenta y las apartó, o tal vez mi piel estaba demasiado ardiente para la suya.

- ¿Qué te pasa? No te entiendo – admití, entornando los ojos con extrañeza -. ¿Por qué me dices esto ahora?
- Porque te echo muchísimo de menos, Jacob, no sabes cuánto – confesó, caminando con nerviosismo -. Creía que al transformarme me olvidaría de ti, pero me equivoqué.
- Pero tienes todo lo que querías, ¿no? – intervine -. Esta es la vida que querías, la que escogiste. Tú querías que sólo fuéramos amigos, que yo formara parte de tu familia, y lo somos. Además, tú misma lo has dicho antes, estás enamorada de Edward, le quieres.
- También estoy enamorada de ti – afirmó, implorándome con los ojos.

La misma historia de siempre. Qué cansancio.

- ¿Y qué pasa con Nessie? – mi indignación iba subiendo conforme salían mis propias palabras -. ¿Es que no te importa lo que le estás haciendo?
- Ella es lo más importante para mí, jamás le haría daño – me contestó con firmeza. Luego, bajó la mirada -. Por eso estoy pasando este calvario, no sabes lo mal que lo estoy pasando, Jake. Cada vez que te veo y me invaden estos sentimientos, me odio a mí misma – admitió con pesadumbre, escudriñando el suelo como si hubiera perdido algo -. No te imaginas lo mucho que me odio por tener celos de mi propia hija, por desear lo que ella tiene, por saber que nunca lo podré tener porque es para ella, por estar feliz por ella y, a la vez, envidiar lo que es suyo… - izó sus ojos hacia los míos con un matiz que juraría que era anhelo -. Pero no puedo evitar sentir todo esto por ti, cada vez que te veo, me invaden los recuerdos…
- ¿Y Edward? Ahora que me has dicho esto, sabes que se va a enterar cuando me lea la mente, ¿acaso no te importa que sepa que me quieres a mí también?

Aunque ese chupasangres era tan idiota, que era capaz de enterarse y pasar del tema sólo por verla feliz.

- Edward lo sabe todo desde hace tiempo, pero lo único que quiere es verme feliz – murmuró, agachando la mirada -. Sabe lo mal que lo estoy pasando, ya hemos hablado de esto. Yo misma le he contado lo que iba a venir a hacer aquí, no quería engañarle.

Sí, definitivamente, era idiota, tonto de remate. O era demasiado bueno, o simplemente sabía que yo sólo amaba a Nessie y estaba tranquilo, yo qué sé. ¿Es que ese tipo no tenía sangre en las venas o qué? Bueno, en realidad, claro que no la tenía.

- También me odio a mí misma por fallarle otra vez, aunque él sabe que jamás le dejaría, jamás me iré de su lado. Le amo por encima de todo, como a Renesmee. Hacerle daño a Renesmee o a Edward sería lo último que haría en mi vida.
- ¿Y qué es lo que quieres, Bella? – no pude evitar conferir una nota de cansancio a mis palabras, ya hartas de todo esto -. ¿Para qué me lo dices, si tú quieres más a Edward y sabes que yo amo a Nessie? No te entiendo – reprobé.
- Tenía que decírtelo – empezó a dar paseíllos otra vez sin parar -, necesitaba desahogarme, sacar todo esto que llevaba dentro antes de que nos marcháramos a Alaska, tenía que despedirme de ti, de lo que significas para mí. Es como si sacándolo todo fuera, lo dejara aquí y me librara por fin, ¿comprendes?

Algo me decía que eso no le bastaba y que era mejor que me fuera de allí.

- Bueno, pues ya me lo has dicho, ¿no? Ahora ya te has desahogado y está todo aclarado – manifesté un poco más alegre para quitarle hierro al asunto -. Ya puedes irte tranquila a Alaska. Además, ya os hemos dicho que iremos a visitaros, y vosotros podéis venir cuando queráis.
- Sí, pero aún así, no me voy tranquila – objetó -. Me falta una cosa…

Lo sabía.

- No veo qué problema hay, ya tienes todo lo que quieres. Tú eres feliz, yo soy feliz…
- No, no tengo todo lo que quiero – me contradijo -. Me gustaría tenerte a ti también, pero eso es imposible, eso es lo que me mata – manifestó sin dejar de mover sus pies -. Edward es el amor de mi vida, siempre lo será, pero, por eso, tú eres mi amor imposible. Porque siempre amé y amaré más a Edward, y por eso tuve que escogerle a él. No pude escogerte a ti, porque yo le amaba más y no podía vivir sin él, en cierto modo, no tuve alternativa. Y porque ahora perteneces a Renesmee… Sin embargo, tú siempre seguirás en mi corazón…, una parte de él se quedó contigo el día en que te dejé en tu cuarto… y no podré tenerte nunca…

¿Por qué seguía haciéndose esto? ¿No veía que iba a acabar haciéndose más daño?

- No se puede tener todo en la vida, Bella. A veces no queda más remedio que escoger y dejar atrás ciertas cosas, olvidarlas. Sabes de sobra que a mí no me puedes tener, tienes que olvidarte de mí en ese sentido o acabarás haciéndote daño – le aconsejé -. A ti y a Edward. Tienes que centrarte sólo en él, no se merece esto.

En mi vida pensé que iba a decir esto de ese chupasangres.

- Sí, lo sé – asintió, cerrando los ojos -. Esta será la última vez que me verá sufrir por ti, me olvidaré de esto para siempre y no le volveré a hacer daño jamás. Pero me gustaría tener un trocito de ti antes de que nos marchemos de Forks – añadió, parándose a un paso de mí para mirarme de frente -. Entonces, lo habré dejado todo aquí, me podré ir tranquila y no le haré más daño a Edward.

Fruncí el ceño, extrañado. Fue suficiente para que ella se diera cuenta de mi pregunta.

- Me gustaría que me dieras una cosa para llevarme conmigo, para guardarla en mi corazón – anunció con un murmullo mientras sus ojos bajaban hasta el suelo -. Ya sé que vamos a volver a vernos, no obstante, quisiera algo de ti de recuerdo, como despedida del Jacob que yo amaba.

Bueno, podía tallarle un colgante de recuerdo. Si así se quedaba a gusto y era feliz…

- Sí, claro, lo que quieras – acepté sin problemas, encogiéndome de hombros -. ¿Qué quieres?
- Quiero recordar el pasado, aunque sólo sea una vez…
- ¿Recordar el pasado? ¿A qué te refieres?

No debí de haberlo preguntado. Lo mejor habría sido que me hubiera largado de allí de una vez.

- No tengo muchos recuerdos de mi vida como humana… - sus manos volvían a retorcerse la una con la otra -. Pero hay una cosa de la que no consigo olvidarme, Jake. La tengo grabada en la memoria, puedo verla hasta con los ojos cerrados, clara y nítida – sus pupilas se clavaron en las mías con una determinación que no me hizo ni pizca de gracia -. Nuestro beso. No puedo quitármelo de la cabeza.



Última edición por JACOB&NESSIE el Mar Oct 09, 2012 12:24 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMar Mar 22, 2011 12:40 am

Pues si, el soso del vampiro hace migas con la sosa de Bella... tal para cual, jejeje, pero vamos que en la vida real lo mismo....
¿Por cierto teneis el DVD de eclipse? lo digo porque si lo teneis sabreis que estan los autocomentarios de Rob Pattinson y Kristen Stewar ¿? o como se escriba... y no veas las bromitas que se hacen sobre Taylor, que si intrepeta muy mal, que como mira a Bella en la fiesta de graduación, que hace muy mal la escena del beso, etc...y de los demás actores de la manada de lobos!! se rien de que si siempre tiene que ir sin camisetas, que todo en ellos es falso, se rien también del nombre del actor que interpreta Seth y asi un buen rato... la verdad es que el muchacho se queda agusto! no deja titere con cabeza... alucinante!!!
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMar Mar 22, 2011 2:24 am

Eso tiene un nombre: ENVIDIA

Me parece que Robert Pattinson esta muertito de celos de su compañero de reparto, de que sea mejor que el en todo, ¡y de que encima le dieran el mejor papel a Taylor! jajajaja Es que donde va a parar... el personaje de Jacob es muchisimo mas interesante que el de Edward, vamos, anda. Hasta SM dijo que ella se quedaria con Jacob. ¡Por Dios! Y el "pobrecito" Rob se muere de envidia, ya que Taylor es mucho mas guapo, tiene un cuerpazo de escandalo (que el ni entrenando toda la vida lo conseguiria ¬¬), es super simpatico, educado, agradable y todo lo hace bien!!

Que se le va a hacer, Taylor tiene muchiiiiiiiiiiiiiiiiisima mas clase que ellos dos juntos, y con el tiempo se demostrara quien es mejor actor y mejor persona.

Me parecen lamentables, sinceramente.
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMar Mar 22, 2011 4:40 am

¿Qué? Como son pequeños estos dos... si subiera mas del español, escriberia más cosas, pero hago mía las palabras de Tamara. Taylor probó que tiene ganas de crecimento, es fuerte,hice mucho esfuerzo para seguir en la película... Probó que no es solamente un cuerpazo... Su personaje ganó destaque por su excelente actuación, su talento y sobretodo por su belleza, que invidia,robert... Qué feo...
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMar Mar 22, 2011 8:58 pm

A mi lo que me fastidia es que si la productora quiere hacer una de esas bromas de vampiros contra lobos, que la hagan por ambas partes, es decir, que tambien saquen a Taylor y al resto de chicos que hacen de lobos riendose de Rob, Kristen y el resto de vampiros, ¿no? Entonces si seria una broma y nos reiriamos todos. Porque si el centro de la broma siempre es el mismo, ya deja de ser una broma y se convierte en algo mas pesado que eso. Pero es que ya estoy harta de que siempre les den ventaja a los vampiros Evil or Very Mad Ya tenemos bastante con que a los lobos los minimicen siempre en las peliculas, como para que encima hagan estas cosas para dejarlos mas abajo. ¡¡Me parece fatal, y estoy indignadisima!! Y todo se reduce a una cosa: marketing. Porque el que mas tiene que vender es Edward, bueno, pues me parece genial. Pero que no minimicen ni hagan de menos ni menosprecien a mis lobos ¡¡¡¡Arg, que muerdo!!! jajajaja, perdonad, es que esto me superaaaaaa Evil or Very Mad Evil or Very Mad Evil or Very Mad

Bueno, y dicho esto, aqui dejo los dos capis de hoy Razz Y mira que titulo mas adecuado XDD

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EN BOCA CERRADA
NO ENTRAN MOSCAS.
BUENO, VALE, A VECES
ES INEVITABLE


¡Uf! Ahora sí que me piraba.

- Me voy – declaré, dando un paso al frente.
- Jake, por favor… - me rogó con un timbre pretencioso, poniéndome sus pétreas y frías manos sobre los hombros -. Sólo será un beso, Renesmee no se enterará, te lo prometo.
- ¡¿Qué?! – mi voz reflejó lo atónita que se había quedado mi sesera.
- Dicen que los besos que no se olvidan son los que nunca se han dado. Si me besaras ahora, sería feliz, me quedaría eso y podría olvidarme de ti.
- ¡¿Te has vuelto loca?! – protesté con indignación, procurando separarme de ella -. ¡¿Crees que yo le haría algo así a Nessie?!

Esto ya pasaba de castaño a oscuro, pero, mierda, sí, era un imbécil, no quería herir sus sentimientos. Estaba claro que Bella no estaba pasando por un buen momento, si me pedía esto ignorando a Edward y a su propia hija. Esto tenía que ser una locura transitoria vampírica o algo así. Tendría que ser delicado con ella, aunque lo que en verdad me apetecía era transformarme y salir por patas de allí. Intenté despegarla de mí, interponiendo mis manos lo poco que me dejaba, pero era tan dura como una roca y estaba obcecada, ni siquiera yo era capaz de conseguirlo.

- Por favor. Será un beso de despedida y ya no te molestaré más, te lo prometo – insistió con ansiedad manifiesta. Sus ojos bajaron a repasar mi torso mientras sus manos congeladas empezaban a magrear mis hombros -. Si es por ella, no te preocupes, no se enterará, porque solamente será un beso inocente de despedida y luego seguiremos con nuestras vidas, no le haremos ningún daño – continuó con su afán, rodeándome el cuello con sus muñecas de acero.

Sí, se había vuelto loca de verdad, chiflada.

- Aún así, yo jamás le haría eso a Nessie – repetí, ahora mosqueado de verdad -. Además, no es sólo por ella, Bella – afirmé, tratando de quitar sus manos de granito ensambladas en mi cuello -. Yo no quiero besarte. No te quiero a ti. No estoy enamorado de ti. Quiero a Nessie, ¿no lo entiendes?

Comprobé que se le había ido la olla del todo cuando mi negación rotunda rompió la poca cordura que le quedaba y fue dominada por la desesperación. Me empujó con tanta fuerza, que me estampó contra un árbol. Lo hizo con tanto ímpetu, que el tronco se quebró, aunque no llegó a partirse ni me hizo daño, y me quedé espachurrado entre su cuerpo de mármol y la madera. Empecé a sentirme como una presa atrapada, acorralada, no podía ni moverme.

Si no fuera mi amiga, habría cambiado de fase delante de sus narices y le hubiera arrancado la cabeza de cuajo de una dentellada.

- Déjame – le exigí con voz fuerte y contundente, alzando la cara para que no llegara la suya -. Ya te he dicho que no.

Le dio lo mismo. Tiró de mi cuello hacia abajo con una de sus manos y obligó a mi cuerpo a inclinarse sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo. Comencé a sentirme un poco frustrado y avergonzado por no ser capaz de parar a una chica, aunque ésta fuera un vampiro, pero por más que empujaba sus hombros, era inútil, igual que tratar de mover a una montaña.

- Por favor, Jake… - imploró con un susurro a la vez que pegaba su frente gélida como el hielo a la mía, que ya estaba sudando del mal rato.
- Apártate de mí – mascullé, más cabreado.
- Te has hecho todo un hombre, y eres tan fuerte… - susurró, deslizando su mano por mi pecho.

Genial. ¿Por qué no me habría dejado puesta mi camiseta llena de virutas? Pasó su mano hasta mi espalda y volví a sacudirme.

- Cuando era neófita, tu efluvio no me gustaba. Debería seguir disgustándome, como al resto, pero no lo pude evitar, eras tú, y no me costó nada acostumbrarme, tanto, que a mí ahora me encanta – murmuró mientras inhalaba el olor de mi cuello.

Pues para mí el suyo apestaba. Su aliento glacial y su efluvio me quemaban la nariz, aunque sus manos ya no estaban tan frías, el contacto con mi piel las había templado. Aún así, cada vez que las arrastraba, me daba un respingo.

- ¡Suéltame, Bella! – repetí, apretando los dientes -. ¡No voy a besarte!

Como una serpiente cuando ataca, lanzó su boca a la mía con furia, pero tuve reflejos, suerte, ¿o fue un milagro?, y me dio tiempo a girar el careto para que sólo la aplastara en mi mejilla. Fue igual que si me hubiesen dado una pedrada, más bien, con una bola de nieve. ¡Plaf, bolazo en toda la jeta!

No quería hacerla daño, era mi amiga, pero el instinto es el instinto, y ella no dejaba de ser un vampiro que me estaba agrediendo. Todo mi organismo la rechazaba, no pude evitar que el fuego empezara a recorrerme la columna vertebral y que mi cuerpo se llenara de convulsiones.

Bella se dio cuenta y se apartó ipso facto - ¡uf! -, se quedó a un metro de mí, mirándome con un rostro inescrutable.

- ¡¿Qué coño te pasa, Bella?! – grité con indignación, desencajándome del tronco por fin -. ¡¿Se te ha ido la pinza o qué?!
- Lo… lo siento – musitó, paseando nerviosamente mientras se pasaba la mano por el pelo y observaba los helechos del suelo -. No sé qué me ha pasado… Supongo que tenía que intentarlo – me dijo con un hilo de voz.

Estupendo. Lo peor es que me daba pena de ella, y ahora me sentía culpable por no haber sabido parar esto a tiempo para que la cosa no llegara a estos límites. Bella lo estaba pasando realmente mal, tanto, que se la veía desconcertada, perdida. No me extrañaba que Edward hubiera permitido que ella viniera a confesar sus sentimientos por mí con tal de que ella se sintiera mejor, sobretodo conociendo la personalidad de ese idiota. Seguramente, él tenía que estar pasándolo mal también, ya me lo imaginaba mirando a Bella con su cara de lánguido. Sin embargo, yo estaba hecho un lío, ya no sabía cómo tenía que reaccionar, si tenía que enfadarme o qué, ya no sabía qué decirle para hacerla entrar en razón sin herirla.

- Bueno, está bien – suspiré, un poco ofendido todavía, poniendo los brazos en jarra -. Ya… ya pasó. No pasa nada, no te preocupes.
- Debes odiarme por esto.
- Yo no te odio, ¿cómo iba a odiarte? – le corregí.
- Pero tampoco me quieres – señaló.
- Claro que te quiero, pero no como tú deseas – maticé -. Mira, Bells, tienes que entenderlo, ¿vale? Lo siento mucho, de verdad, no sabes lo mal que me siento por ti, pero tienes que aceptarlo. Para mí eres como una hermana, y siempre podrás contar conmigo para lo que sea – menos para darme un beso, por supuesto -. Pero yo estoy enamorado de Nessie, ya no te puedo decir más.
- Si supieras que intenté separaros, sí que me odiarías – desembuchó, cerrando sus abatidos ojos -. Soy una egoísta, no sé cómo pude – sollozó.
- ¿Cómo? – mis cejas bajaron a la altura de mis párpados.
- Fui yo quien le dijo a Renesmee que no te dijera que te quería…
- ¿Qué me estás contando, Bella? – si mi ceño ya estaba bien fruncido, terminó por inyectarse en mis ojos.
- La convencí para que no te dijera nada. Le dije que tú estabas imprimado y que ella podía hacerte mucho daño si luego no resultaba bien – reconoció, visiblemente arrepentida, frotándose las manos otra vez -. También le dije que tenía que salir con otros chicos para comprobar si sus sentimientos eran de verdad, aunque lo que realmente quería era despegarla de ti un poco.

En ese momento me apetecía arrearla un puñetazo en todas las napias, pero me contuve porque era mi amiga, mi futura suegra y porque no me gustaba pegar a una mujer, aunque fuera un vampiro y pudiera romperme la mano.

- ¡¿Te das cuenta de lo que sufrimos esos cuatro meses?! – le eché en cara, mascullando entre dientes, mientras paseaba con las manos aferradas en mi nuca para centrar la ira en mi pelo.
- ¡Yo no sabía que ella también estaba imprimada de ti – lloriqueó -, si lo hubiera sabido, no le habría dicho todo eso, te lo juro! ¡Sólo quería protegerte!
- ¡¿Protegerme?! – exclamé, parándome en seco para mirarla enfadado -. ¡Pues casi nos matas, Bella! ¡¿No te das cuenta de que estar separados nos hace mucho daño?!
- Entonces eso no lo sabía. Pero al final salió todo bien, ¿no? ¿Ves? No sirvió de nada, estáis juntos. Eso es lo que importa – razonó ella solita para calmarme.

Resollé por las narices, harto de todo este tema.

Bella se quedó mirándome, mordiéndose el labio, penitente.

- Lo siento mucho – murmuró, compungida -. Por mi culpa, lo habéis pasado muy mal, soy una persona horrible…
- Bueno, déjalo ya – resoplé -. Ahora ya no tiene remedio, lo hecho, hecho está. Además, por mucho que lo hubieras intentado, Nessie y yo estaríamos juntos, nadie puede separarnos – le restregué en todo el morro, dándome una pequeña licencia como venganza.
- Sí, ahora me doy cuenta – asintió en voz baja, observando la espesura del bosque, cabizbaja -. Quiero que sepas una cosa - ¡¿más?! -. Quiero que sepas que mi hija es lo primero para mí y que soy muy feliz por ella, porque se lleva a la persona más maravillosa del mundo – musitó con un nudo en la garganta, girando el rostro para mirarme con convicción -. Y ella también lo es, realmente estáis hechos el uno para el otro.

Guay. Lo que faltaba.

- Bells… - intenté quejarme para que lo dejara ya.
- No, déjame terminar – me interrumpió, levantando la mano -. No puedo desear a nadie mejor para ella que tú, no hay nadie mejor que tú, no habría nadie que la cuidase mejor que tú, eso lo sé muy bien, por eso te la entregué hace seis años para que la salvaras, y por eso me marcharé tranquila por ella, no se la podría confiar a nadie más. Y sé que seréis muy felices, eso también me hace feliz a mí, aunque yo te siga queriendo y no pueda tenerte.

Mierda. Al final iba a hacerme llorar y todo.

- Pero la quieres a ella y eso me hace feliz. No sé si soportaría que te hubieras imprimado de otra – se rió forzadamente -, porque todas me habrían parecido poco para ti. En cambio, con Renesmee es distinto. Ella es la única que te merece, ni siquiera yo te merezco. En realidad, nunca te he merecido, te he hecho mucho daño, no sabes cuánto me arrepiento de eso.
- Eso es agua pasada, no merece la pena recordarlo.
- Aún así, te pido perdón, aunque fuera cosa del destino, como tú dices – me sonrió, otra vez una sonrisa desvaída.
- No importa, Bells, de verdad.
- Supongo que no puedo evitar que Renesmee termine sabiendo todo esto, ¿verdad? – lamentó, girando el rostro para mirar al horizonte con preocupación -. Sé que los imprimados no podéis guardaros ningún secreto, aunque he de confesarte que me gustaría que no le dijeses nada, no quiero que ella sufra por algo que ya terminó y que no es necesario que sepa.

¿Algo que ya terminó? No dije nada para no hurgar más en la supurante herida, pero esto era algo que ni siquiera había existido, al menos para mí.

- Bueno, ya es tarde para eso. Ella ya lo sabe – le revelé.
- ¿Ya lo sabe? – me preguntó con los ojos abiertos como platos.
- A Nessie no se le escapa una – me reí, porque era cierto.
- Sí, no sé de qué me sorprendo, debería habérmelo imaginado. Siempre ha sido una niña muy lista – sonrió con añoranza. Entonces, su rostro se tornó en tristeza -. Ahora me odiará.

Odiarla no, pero querer pegarla un puñetazo como yo antes… Puede que ella sí lo hiciera. Bueno, no. Era demasiado buena.

- No, no te preocupes. Ella te quiere con locura, jamás te odiaría – afirmé.
- ¿Ni siquiera por querer lo que ella más ama del mundo? – murmuró, sonriéndome sin ganas.
- Ni siquiera por eso – ratifiqué sin ningún atisbo de duda.

Su rostro volvió a fijarse en el suelo y se hizo un mutismo que me pedía a gritos que me largara de allí de una maldita vez.

- Bueno, voy a ir a buscarla – anuncié, empezando a caminar hacia el boscaje -. Se me ha hecho tarde.

Y estaba deseando abrazarla y besarla.

- Sí, claro – murmuró a mis espaldas - ¡Jake! – me llamó de pronto.

Me paré y giré la mitad del cuerpo para mirarla.

- No te preocupes. Seré buena – me dijo con una sonrisa cómplice.

No pude evitar sonreír yo también al recordar aquello. Me sorprendía que todavía se acordase de cuando yo se lo había dicho el día que estaba hecho polvo en mi cama tras la batalla con los neófitos para decirle que me iba a rendir y que no iba a seguir luchando por ella.

- Seréis muy felices en Alaska y todo se arreglará, ya lo verás – la animé -. Dentro de unos años, esto solamente será un capítulo más y te reirás al recordarlo.

Como me había pasado a mí.

- No sé, Jake. Puede que sí – me contestó, aunque no parecía muy convencida.
- Bueno, hasta luego – me despedí, ofreciéndola una media sonrisa para que se sintiera mejor.

Pareció funcionar.

- Hasta luego – me sonrió también.

Volví a girarme y eché a correr hacia la casa de los Cullen, sin mirar atrás.

No tardé en llegar hasta allí. Entré en el salón. Genial, Edward no estaba. No era por nada, pero lo que menos me apetecía en esos momentos era toparme con un marido vampiro en estado agónico.

El resto de los Cullen que allí estaban casi ni me miraron, tan sólo una mirada fugaz, excepto Carlisle y Esme, que también me sonrieron.

- Hola – saludé en general, subiendo las escaleras a toda mecha.

Atravesé el pasillo y pasé a la habitación de Nessie para coger una camiseta. Entrar en ese dormitorio era como un oasis en medio del desierto. Era la única estancia en toda la casa que olía bien. Olía a Nessie.

Salí de allí con la prenda en la mano y bajé las escaleras de tres en tres, apoyándome en la barandilla para ahorrarme los cambios de sentido de los descansillos de un salto.

- Adiós – me despedí, trotando por el salón hacia la puerta.

Y cerré con un portazo detrás de mí.

Me oculté detrás de uno de los árboles que estaban frente a la casa e hice todo el ritual con la ropa para poder entrar en fase.

Trum, trum, trum, trum.

Ya estaba volando a cuatro patas.

Salí de la propiedad de los Cullen para adentrarme en el bosque contiguo y aceleré.

¡Buf! Menos mal que no estaba Edward. A ver qué cara le hubiera puesto yo después de todo el marrón que se me había plantado delante. Como para aguantar otro. Vale, vale, yo no tenía la culpa, por supuesto, pero no creía que él contara con que Bella también quisiera besarme. Ya debía ser bastante chungo saber que tu mujer iba a decirle a otro que seguía enamorada de él para desahogarse y despedirse, sin embargo, por muy comprensivo que fuera, enterarse de que tu mujer también le quiso besar y tener a ese otro delante… a tiro…

No pude evitar que se me erizara la pelambrera del lomo al recordar el mal rato que había pasado. En ese momento, me di cuenta de lo irónica que era la vida. Jamás me hubiera imaginado que yo iba a terminar rechazando a Bella después de tantos años, y menos ahora, que ella era una mujer felizmente casada y yo era tan feliz junto a Nessie.

Lo malo es que me había quedado un regusto horrible en la cabeza con todo este asunto. Me sentía mal por Bella, aunque sabía que ella iba a ser feliz igualmente. Sin embargo, parecía que lo estaba pasando tan mal…

A mí no me da ninguna pena, intervino Embry de repente.

¿De qué va?, siguió Quil.

Mierda. Se me había olvidado desconectarme del resto. Esos capullos estaban tumbados a la bartola sin hacer nada y se habían quedado en silencio para ver todos mis recuerdos. Ahora ya tenían algo con lo que entretenerse.

¿No tenéis nada que hacer?, resoplé.

Estamos trabajando, tío, ¿no lo ves?, alegó Isaac.

Podía ver cómo azotaba el rabo contra la hierba.

Sí, claro, ya lo veo, contesté con sarcasmo.

¡Puaj! ¡Casi te besa un vampiro, tío!, exclamó Paul.

Y encima, tu futura suegra, comentó Jared.

Qué fuerte, continuó Jeremiah.

¿Se lo vas a contar a Nessie?, inquirió Embry.

Sí, claro, se lo tiene que contar, afirmó Quil.

Yo que él, no lo haría, advirtió Collin. Sólo le traerá problemas.

Pero ella tiene derecho a saberlo, opinó Brady.

Pobre Nessie, lamentó Isaac.

Pobre marido, añadió Paul.

¡Uf! Pobre Jake cuando ese se entere, siguió Jared.

¡Esa tía es una…!

Clic. Desconecté antes de que Leah terminara su frase y bajé los murmullos a un volumen muy bajo para ignorarlos con más facilidad. Entre todos iban a freírme los sesos.

Sin embargo, ahora me habían dejado en duda. ¡Maldita sea! Ya no sabía si era mejor contárselo a Nessie o pasar del tema. ¿Era mejor que lo supiera y se enterara de lo que su madre me había dicho y había estado apunto de hacer, o era mejor ocultárselo como una rata y ser un mentiroso para que ella no tuviera que pasar el mal trago?

Desde luego, si fuese al revés, a mí me gustaría saber la verdad…, pero tampoco quería causarle más problemas a Bella, ni que Nessie se enfadara con su madre, eso también la haría sufrir a ella.

Aunque, por otra parte, Nessie ya sabía que su madre sentía algo por mí, ella misma me había contado todos los brotes de celos que Bella había tenido y que yo no había querido creerme, no era nada nuevo para ella.

¿Contárselo o no contárselo? ¿Contárselo o no contárselo? ¿Contárselo o no contárselo?

Me pasé todo mi galope en dirección al instituto de esa guisa, hasta que, sin darme apenas cuenta, ya estaba en la linde del bosque que limitaba con el grupo de edificios que lo conformaban.

Cambié de fase otra vez y me vestí.

Mientras caminaba para salir del boscaje, pisé una rama y me di cuenta de que no llevaba las deportivas. Genial.

Bueno, por lo menos, había llegado a tiempo. La gente empezaba a salir de clase.

Corrí un poco, hasta que llegué al aparcamiento, y caminé por detrás de los coches para ocultar mis pies descalzos. Divisé a Seth, que esperaba a Brenda en el mismo sitio de siempre, y me acerqué a él. Su agudo oído le hizo mirar atrás y me vio.

- Jake, ¿cómo va eso? – me saludó con su alegría típica.
- Hola, ¿qué tal?

Me quedé detrás de él y apoyé mi trasero en el lateral de su coche.

- Hoy ha sido un día muy aburrido, tío, no ha venido ni un triste vampiro – suspiró.

Ojalá lo hubiera sido para mí también.

- Sí, ya me lo ha dicho Leah.
- Mira, ya salen.

Me incorporé al instante y, entonces, por fin la vi.

Su fantástico efluvio ya me llegaba desde su posición. En cuanto sus dulces ojos se encontraron con los míos, echó a correr hacia mí.

Cómo me hubiera gustado no estar descalzo para correr hacia ella también, tenía muchas ganas de abrazarla. Aún así, no tuve que esperar mucho. Nessie llegó hasta mí en dos segundos y pude estrecharla entre mis brazos. Por fin.

Inhalé el olor de su pelo profundamente. Qué bien olía.

- Hola, preciosa – le sonreí, separándola de mi cuerpo para ver su rostro perfecto.

Sí, era preciosa. ¡Preciosa! Era un ángel, mi ángel.

- Hola – me sonrió también, apretando su abrazo para acercar su cara a la mía.

Dios. Me moría por comerme esos labios. Me costó un triunfo, pero me obligué a contenerme; sabía que si empezaba, ya no podría parar, y no quería dar un espectáculo allí. Era mejor ir al bosque, había más intimidad.

- Espera, vamos a otro sitio – le cuchicheé, despegando sus brazos de mi cuello para cogerla de la mano -. Hasta luego, chicos – me despedí mientras recogía su mochila del suelo e iniciaba la marcha, tirando de Nessie.
- Hasta luego – correspondieron Seth y Brenda.

Volví a caminar por detrás de los coches y salimos del aparcamiento, en dirección al bosque.

- ¿A dónde vamos? ¿Y por qué vas descalzo, no has venido en coche o en moto?
- No, he venido a cuatro patas.
- Ah.

Pasamos la primera línea de árboles y la adentré un poco más en la frondosidad, hasta que me pareció que ya teníamos suficiente intimidad para que nadie pudiera vernos y Seth no pudiera oírnos.

Me paré, tirando la mochila, llevé su espalda hasta el tronco de un árbol para besarla…

…y entonces, cuando sus ojitos se clavaron en los míos, no pude evitarlo.

- Tengo que contarte una cosa – solté.

Vale, sí, tanto comerme el tarro por el camino, para esto. Pero una cosa era hablar, o pensar, y otra tener a tu chica mirándote con esa carita de inocencia pura. No podía ocultarle nada a Nessie, odiaba mentirle. Prefería que supiese la verdad, además, ya sabía la mitad.

- Has estado con mi madre, ¿no? – adivinó antes de que yo abriera la bocaza para continuar hablando.
- Sí… – asentí, sorprendido de que lo supiera -. ¿Cómo lo sabes?
- Porque mi pulsera no dejaba de vibrar mientras estaba en clase, y, bueno, cielo, es que hueles a ella – señaló.
- Ah, claro… - murmuré, oliéndome.
- Te ha confesado sus sentimientos, ¿verdad? – suspiró, visiblemente molesta.
- Pues…, sí.

A veces, esta chica me daba miedo.

- Y… ha intentado algo más… - cerró los ojos.

Tragué saliva.

- Ajá… - me mordí el labio, temeroso.
- Ha intentado… besarte – acertó, pronunciando el último vocablo con rabia.
- Sí – le confirmé con un murmullo.

Sus párpados no fue lo único que apretó. Sus puños estaban tan cerrados, que le temblaban, y sus dientes chirriaron, de lo que calcaba su mandíbula. Mis manos, que estaban en su cintura, notaron cómo la lengua de fuego empezaba a recorrerle la espalda.
Pasé mis manos a sus mejillas, ya algo frías, y le acaricié el rostro para tranquilizarla.

- Cálmate, pequeña, respira hondo – le sugerí para que se sosegase -. No ha pasado nada, ahora te lo explico todo, ¿vale?

Asintió con la cabeza, respiró muy hondo unas cuantas veces y finalmente abrió sus adorables ojos para engancharlos con los míos.

- Te quiero, lo sabes, ¿no? – le recordé sin dejar de acariciar sus mejillas, ahora cálidas como siempre.
- Sí, y ella a ti también – resopló con inquina.
- No quiero que te enfades con ella ni le guardes rencor – declaré, cambiando mis manos de nuevo a su cintura -, lo está pasando fatal por todo esto. Por ti, por tu padre…
- Lo sé – suspiró, mirando a un lado con resignación -. Sé que está hecha un lío. Pero el que lo haya intentado…
- Pero no pasó nada – le corté -. Mis labios siguen siendo de tu propiedad y uso exclusivo – sonreí.

Eso pareció gustarle.

- Bueno, sé que no lo ha conseguido, porque el olor se concentra aquí – afirmó, hundiendo el dedo índice en mi mejilla con una sonrisa de satisfacción enorme -. Así que el hecho de que no haya podido besarte y que se haya llevado una buena lección, puede más, ahora mismo, que mi gigantesca rabia porque lo haya intentado, y me hace muy, muy feliz – y su sonrisa se amplió mientras llevaba sus brazos a mi cuello.
- Quiero explicarte todo lo que pasó parte por parte – empecé a aclarar -. No sabía que ella estaba allí, y mucho menos que quería…
- Lo sé – me interrumpió, poniéndome el dedo en el pico para que lo cerrase -. Ya me lo explicarás luego. Ahora quiero que me des ese beso que ibas a darme antes – reclamó con un murmullo, pegando su rostro al mío.
- Eso no hace falta que me lo pidas, nena – susurré.

Y comencé a entrelazar mis labios con los suyos. Empecé a hacerlo lentamente, dedicando tiempo al deslizarlos para sentirlos bien. Sí, qué labios tan sumamente sedosos, tiernos, dulces y cálidos. Cuánto los había echado de menos. Sus suaves manos, que acariciaban mi nuca con delicadeza, también eran tan cálidas…, tenían ese tacto tan placentero, y su cuerpo, pegado al mío, era tan ligero, tan femenino… que, claro, me evadí del todo.

Después de ese beso interminable e intensísimo que tuvimos que forzar a terminar, para que no desembocara en algo más y no estuviéramos allí hasta la noche, la cogí de la mano y nos sentamos sobre el terreno, en una zona que me pareció bastante mullida y cómoda.

Le expliqué todo lo sucedido con su madre, aunque le suavicé algunas cosas para no alterarla demasiado, como lo del intento del beso. Simplemente le dije que había intentado besarme, omití que me había estampado en aquél tronco y todo eso que me había dicho de que le gustaba mi olor y que le parecía muy fuerte mientras me sobaba. Eso no hacía falta que lo supiera, sólo iba a causarle más dolor y más rabia. También le aclaré que era una despedida, que ella sólo pretendía desahogarse para terminar con todo eso de una vez, y le conté lo feliz que se sentía por nosotros, porque lo más importante que había en el mundo para Bella eran ella y Edward. Añadí lo arrepentida y angustiada que estaba por intentar separarnos un poco; no lo iba a mencionar, pero Nessie lo sacó a colación, al parecer, ya estaba al tanto de eso. Por último, le expuse lo mal que lo estaba pasando su madre con todo este asunto, por ella y por Edward, y que ya lo iba a olvidar para siempre.

Cuando terminé de soltar toda la parrafada, Nessie se quedó en silencio, mirando al suelo, pensativa. No sabría decir si estaba enfadada o triste, solamente se limitaba a observar la hierba, sumida en sus pensamientos. Me pareció que lo mejor era dejarla reflexionar un rato antes de irnos a su casa, sin embargo, salió de su mundo e insistió en que la llevara, no pude convencerla de lo contrario.

Entré en fase y la llevé hasta allí.



(PARÉNTESIS)
BELLA


Ya llevaba un buen rato sentada en ese tronco desde que Jacob se había perdido entre la vegetación con celeridad. Me había quedado sola, con la única compañía de un vacío interior que invadió mi mente y que comenzó a ser cubierto por una densa niebla.

No sabía cómo me sentía. Me veía completamente acechada por unos sentimientos encontrados que chocaban unos con otros. Bueno, eso no era nada nuevo para mí últimamente.

Todavía me sentía profundamente arrepentida, horrorizada e incluso avergonzada por intentar besarle. ¿Cómo podía haber hecho eso? ¿Cómo podía haberle hecho eso a mi hija? ¿A Edward?

Cerré los ojos y un suspiro de profunda desazón salió involuntariamente por mi boca. No había podido evitarlo, esta explosión de fuego que sacaba a ese yo extraño me había dominado por completo. Me sentía fatal por no haber sabido controlarlo, por no haber sido capaz de pararlo, pero resultaba imposible, imposible. Era peor que la llamada de la sangre.

La cosa había empezado a ir mal cuando escuché esas palabras de rechazo. Sabía que iba a ser así, las había esperado, y sabía que me iban a doler por esta estúpida espiral que hacía regresar a mis sentimientos del pasado, sin embargo, oírlas de su boca directamente y con ese convencimiento, me habían resultado especialmente duras. Eso había sido el chispazo.

No obstante, algo había salido bien. Esa niebla que cubría mi mente empezaba a abrirse algo, despejando mi cerebro poco a poco, quedando solamente ese vacío; un vacío que era lo que yo había estado deseando durante todo este tiempo, porque significaba que había liberado todos esos sentimientos, para que desaparecieran, y por fin comenzaba a ver una luz en ese túnel oscuro lleno de interferencias en el que me veía atrapada. Sabía que todavía me quedaba mucho, pero este era mi comienzo para salir de la espiral.

No me lo pensé dos veces. Lo único que me apetecía ahora era una cosa: ver a Edward.

Eché a correr por el bosque, con tanta velocidad, que la hierva de mis pies apenas se movía por mis imperceptibles y vertiginosas pisadas.

No tardé mucho en llegar a donde había quedado con mi marido. En cuanto pasé el río, percibí su efluvio y lo seguí.

Estaba apoyado en un árbol, con los pulgares metidos en los bolsillos de su pantalón. Su cabeza reposaba en el tronco, ligeramente elevada hacia arriba, y la suave brisa casi veraniega parecía entretenerse con su cabello broncíneo, jugueteando con los mechones a su antojo. Sus ojos estaban cerrados y la expresión que dominaba su rostro era la reflexión.

Me paré a unos metros de él, y en cuanto oyó el ligero movimiento de la hierba bajo mis pies, su cabeza se movió en mi dirección para mirarme.

Solamente hizo falta que viera mi rostro. Los dos corrimos el uno hacia el otro, y en menos de un latido de corazón, ya nos habíamos fundido en un abrazo. Ese abrazo fue tierno, intenso y conmovedor. Sí, habíamos superado esta prueba, juntos habíamos saltado este obstáculo, uno de tantos a los que nos tendríamos que enfrentar. Me sentí tan bien, que me dieron ganas de llorar de felicidad.

Edward consiguió separarse de mí y observó mi rostro como si hiciera mil años que no lo hubiese visto.

- ¿Cómo te sientes? – me preguntó.

¿Que cómo me sentía yo?

- Edward, acabo… acabo de confesarle mis sentimientos a Jacob – le recordé, pues ya habíamos hablado de esto.

Para mi asombro, él sonrió.

- Sí, unos sentimientos fantasma – dijo, acariciando mi mejilla con dulzura.

Pestañeé, perpleja.

- ¿Sentimientos fantasma?
- Bueno, he de admitir que esa denominación me la acabo de inventar, pero, sí, podrían llamarse así.
- No… no te entiendo.
- Lo que sientes por Jacob no es real.

No quería herirle más profundamente de lo que ya debía de estarlo, lo odiaba, y sabía que cuando le había revelado que estos sentimientos hacia Jacob habían vuelto y le dije que necesitaba confesárselos para olvidarme de él de una vez por todas, sería muy duro para él, pero odiaba aún más mentirle o engañarle. Además, él tenía derecho a saber la verdad. Lo que no comprendía era su actitud relajada y diría que incluso aliviada.

- Edward…, mis sentimientos… son reales.
- Claro que son reales, tú los sientes reales; pero ahora, en este momento, al igual que te lo parecieron cuando eras humana.
- ¿Cómo?
- Todo esto te lo está produciendo la turbación que te está afectando. ¿Recuerdas lo que hablamos? ¿Lo que me contaste? Tú misma me la definiste como una regresión al pasado, y dijiste que llenaba tu cabeza de unas interferencias que traían los recuerdos de tu vida humana, obligándote a sentirlos de nuevo. La turbación es algo muy fuerte, esa pulsión es incontrolable, y es lo que hace que tu cabeza reviva todos esos sentimientos de tu vida humana hasta tal punto, que los sientes como reales. Tú has tenido suerte de que sólo sea eso. Conozco casos realmente trágicos, en los que se han llegado a quitar la vida. Tú no has llegado a ese extremo, afortunadamente, y te ha afectado de manera diferente por todas las circunstancias que te rodean.
- Pero lo que le dije a Jacob es verdad, me he dado cuenta de que sigo sintiendo algo por él – reiteré, hundiendo mi rostro en su torso con pesadumbre -. Me he dado cuenta de que también estaba enfadada con él por haberse imprimado de Renesmee, por haberme cambiado por ella de algún modo y...
- Claro, esa es tu verdad, la que sentiste entonces y sientes ahora, porque la turbación por la que estás pasando te hace sentir eso – me cortó, alzándome la cara con dulzura -. Según lo que me contaste, los primeros síntomas empezaron hace seis años, pero tú conseguiste amortiguarlos de alguna manera. En aquel entonces, ya estabas preocupada por Renée, sin embargo, todavía era pronto para que su ausencia te perturbara; Charlie acababa de iniciar su relación con Sue, cosa que te tranquilizó; y Renesmee aún era una niña como para preocuparse por nada. Pero cuando Renesmee creció, y además tan deprisa, tu subconsciente sacó a la luz todo lo que llevabas guardado dentro y los síntomas regresaron con fuerza, haciéndote caer del todo en la turbación. Y repito que la turbación hace que revivas esos sentimientos de tu vida humana y los sientas como reales. Eso es lo que te hizo llegar a conclusiones equivocadas. Por supuesto, todo eso lo sientes así en este momento, pero son conclusiones equivocadas al fin y al cabo.
- Entonces, ¿esto que siento por Jacob es real pero no es real?
- Lo sientes como real, pero no es real del todo – matizó -. Ahora mismo lo sientes como real porque estás bajo la influencia de esta turbación, pero en cuanto pase, en cuanto te cures, todo eso volverá a desaparecer y las aguas volverán a su cauce.

Volví a parpadear. Ahora sí que estaba confusa. Porque yo seguía enamorada de Jacob, le amaba, le necesitaba, quería tenerle a él también, no podía quitármelo de la cabeza ni sacarle de mi corazón, y, ya siendo sincera del todo conmigo misma, tenía que reconocer, muy a mi pesar, que incluso le deseaba. O eso creía, eso sentía. Sin embargo, todo lo que me acababa de explicar mi esposo tenía sentido. Yo misma me había dado cuenta de que lo que explotaba dentro de mí hacía salir a ese yo extraño, humano, que hacía que esos sentimientos que había tenido hacia Jacob en aquel entonces regresaran ahora. Lo que no sabía es que esto que sentía no era real del todo y que era una especie de enfermedad que se curaba.

Sentí cierto alivio – poco, puesto que aún estaba confusa –, aunque enseguida se desvaneció al recordar a Jacob y todo lo que le solté.

- ¿Y por qué no me dijiste esto antes? – no estaba en condiciones, pero no pude evitar reprochárselo un poco, porque ahora lo que sentía era una vergüenza y un remordimiento horribles -. Ahora Jacob piensa… Yo le he dicho…

Alcé la mano para frotar mi frente mientras mordía mi labio con rubor.

- Tenías que iniciar tu curación, y cuando me contaste tus planes, me pareció la mejor forma de empezar. Como me dijiste, tenías que confesarle todo a Jacob para despedirte de él, para dejarlo todo atrás, para quitarte ese peso de encima. Y la única manera era que lo desalojaras todo de tu cabeza, todo eso que sientes en estos momentos, que te desahogases del todo, a modo de terapia psicológica. Si te hubiera dicho esto, tú no hubieras podido evitar contarle a Jacob que todo era fruto de la turbación y que era pasajero. Ya sabes lo que hubiera pasado si él hubiese sabido eso.

No me hizo falta pensar mucho.

- Sí, él me habría parado para aliviarme el sufrimiento, me habría dicho que no tenía importancia, querría zanjar el asunto lo antes posible sin dejarme terminar y yo no hubiera desalojado mi cabeza del todo – le dediqué una especie de mueca burlona por su metáfora.
- Exactamente. O tú habrías pensado que podías superarlo sin su ayuda, sin que hiciera falta decírselo, y no lo hubieras desalojado – ahora fue él quien me la dedicó -. Tal vez lo hubieses conseguido, pero habrías tardado mucho más, puede que incluso años, y tengo que admitir que esta situación no es nada agradable para mí, sinceramente. Tú me contaste tus planes, y yo sólo tiré un poco para quitar el tapón.

Le sonreí la metáfora de nuevo, si bien pronto se me borró de la cara.

- Siento haberte hecho pasar por esto – murmuré, acariciando su rostro.
- No hubiera podido soportarlo si no fuera porque esto es totalmente ajeno a tu voluntad, creo que me volvería loco e iría detrás de ese lobo para matarle – aseguró –. Pero sé que esto es algo que no puedes controlar, y también sé que Jacob está demasiado enamorado de Renesmee como para... – entonces, su boca se silenció y frunció los labios con pesar -. Lo siento.
- No, puedes decirlo tranquilamente – afirmé, y con una sonrisa, ya que, aunque seguía sintiendo esos celos absurdos, por primera vez parecía que los podía controlar -. Ya no me afecta tanto. Creo que estoy empezando a salir de esta espiral – manifesté, ilusionada.
- Turbación – me corrigió él con otra sonrisa, la suya de alivio puro y duro al darse cuenta de lo mismo que yo.
- Bueno, yo lo llamo espiral. Turbación suena como si estuviera loca.
- En realidad, es una especie de enajenación transitoria – le dediqué un mohín de odio, entrecerrando mis ojos, y él sonrió -. En fin, la terminología da igual. Lo último que querría sería provocar otro ataque que te hiciera sufrir – subió su mano y me sujetó por el mentón -. Me alegro de que eso haya funcionado.

Recordé algo de su locución anterior.

- Antes has dicho que yo habría pensado que podía superarlo sin su ayuda. ¿Sin la ayuda de Jacob? – resalté.
- Bueno, sin darse cuenta, Jacob te ha ayudado.
- Sí, pero ahora me siento un poco mal, es como si le hubiésemos utilizado en cierto modo. ¿Qué pensará? Y encima, le he hecho pasar un momento realmente malo.

Eso me hizo recordar de nuevo lo que había estado apunto de hacer, y todos los remordimientos y sensaciones de horror regresaron.

- Era imprescindible para iniciar tu curación. Además, ya se lo explicaremos todo, no te preocupes.

Eso ya tenía pensado hacerlo, pero lo que me atormentaba ahora era lo que le había hecho a mi hija, a mi marido.

- Lo que he hecho es horrible… - murmuré, cerrando los ojos, siguiendo el hilo de mis pensamientos.
- No te preocupes, cariño, lo comprenderá – me alentó, cosa que me dolió mucho más, por él, por supuesto.
- No, no lo entiendes. Me refiero a lo que os he hecho a Renesmee y a ti.
- A Renesmee también se lo explicaremos, y yo siempre he confiado en ti, no tienes de qué preocuparte – me calmó de nuevo, susurrándome con dulzura.

Fruncí los labios, compungida.

- He intentado besarle – le confesé, totalmente arrepentida.

Abrí los ojos de sopetón cuando escuché su respuesta.

- Ya lo sabía – afirmó con una sonrisa sorprendentemente comprensiva.
- ¿Ya lo sabías? ¿Y cómo…? No lo habrás visto, ¿verdad?

Mi tono se tornó un tanto horrorizado y angustiado, porque yo no quería que él tuviera que pasar por nada como eso, no quería que él sufriera más. No, ya no más. Ya había tenido bastante con tener que soportar que yo fuera a confesarle mis sentimientos a Jacob.

- Bueno, cielo, es que apestas a él – declaró, arrugando la nariz -. Sobretodo aquí – y rozó mis labios y los alrededores con su suave dedo para señalarlos.

Ahora lo que sentía era una vergüenza horrorosa.

- Ah – y pasé mi mano por mi boca varias veces para mitigar el olor de alguna manera.
- Deja, conozco otro modo mucho mejor de eliminar ese olor – declaró, curvando su boca hacia arriba.

Y unió sus labios a los míos con un beso apasionado, si bien podía percibir un viso de reclamación un tanto territorial típicamente masculino que, por qué no decirlo, me gustó.

- Ahora ya hueles mucho mejor – susurró en mis labios con una sonrisita de autosuficiencia que también me encantó.

Le sonreí, aunque se desvaneció de mi cara enseguida. Porque su reacción territorial me recordó a la muy posible de Renesmee, y eso volvió a azotarme el alma. Su madre había intentado besar a su novio, a su futuro marido, y eso le iba a flagelar profundamente, le iba a herir…, le iba a enfadar, y con razón. Edward se dio cuenta de mi malestar.

- ¿Qué ocurre? – preguntó, separándose un poco de mí para ver y analizar mejor mi rostro.
- Renesmee – murmuré, bajando los párpados -. Jacob se lo contará en cuanto la vea, ya sabes que los imprimados no pueden guardarse ningún secreto. Aunque él me dijo que ella ya lo sabe todo.

Mi angustia crecía por momentos, cuanto más lo pensaba, más aumentaba.

- Sí, ella ya lo sabe hace tiempo – ratificó él, para mi asombro -. Aunque lo que no conoce es la razón.
- ¿Y tú lo sabías? ¿Por qué no me dijiste nada? – otra vez, no pude evitar reprochárselo un poco.
- Por la misma razón que tú me ocultaste todo esto que te estaba pasando – ahora el que hablaba con un hilo de reproche era él -. Para no hacerte sufrir más.
- ¿Y por qué no le dijiste a ella lo que me estaba pasando? – me separé de él y empecé a pasear nerviosamente -. Ella… ella no hubiera tenido que sufrir tanto.
- Hace muy poco que lo sé – alegó, observándome mientras yo daba mis paseíllos -. Renesmee es una experta ocultándome sus pensamientos, te lo aseguro. A pesar de gritar tanto como Jacob, es realmente buena. Siempre piensa en otras cosas cuando estoy yo, tiene una facilidad increíble – si no fuera porque había un hilo de arrepentimiento en su timbre de voz, juraría que lo decía hasta con orgullo paternal -. Tengo que admitir que hubo un par de ocasiones en que se le escapó algo, pero enseguida pensaba en otra cosa, y yo creía que sólo estaba disgustada contigo por ponerte como te ponías, que era un acto rebelde típico de su adolescencia.
- No te hecho la culpa a ti, toda la culpa es mía, pero es que, ella lo habrá pasado tan mal…, estará sufriendo tanto…, y todo por mi culpa.
- Bella – me cogió de la mano y me detuvo; después, se puso frente a mí y colocó sus manos en mi cintura -. Ella no está sufriendo. Por supuesto, no lo está pasando bien, ve tus ataques de celos y no los soporta, eso le afecta; pero ella está más preocupada por ti, que otra cosa. Sabe que tú lo estás pasando mal y que tu cabeza está llena de sentimientos encontrados, que te encuentras mal porque te sientes culpable. Lo que no sabe es que todo lo que sientes por Jacob es producto de la turbación que estás atravesando.

Tenía que hablar con ella, pero me daba tanto miedo.

- Llevo tiempo queriendo hablar con ella, pero no puedo – exhalé con desazón -. Sé que esto le está afectando y sé que, ahora que yo misma comprendo lo que me está pasando y puedo explicárselo, debería aclararle muchas cosas. Pero todavía no estoy preparada. Todo esto está demasiado reciente y aún me dan estas explosiones o ataques incontrolados. Ya exploté una vez con ella, no quiero que me vuelva a ocurrir. No quiero hacerle más daño. Necesito esperar hasta que me sienta más fuerte, entonces se lo contaré todo.
- Puedo contárselo yo, si quieres.

Me quedé pensativa un momento.

- Sí, está bien – asentí -. Creo que ahora será mejor que hables tú con ella y le aclares las cosas. Pero cuando me sienta con fuerzas, cuando me cure, quiero decírselo yo, explicarle cada detalle, aclarárselo todo de primera mano. Además, yo misma lo necesito. Me siento tan mal por todo lo que le he hecho pasar, por dañarla de algún modo…
- De acuerdo – consintió él, acariciando mi mejilla.

Observé a mi esposo durante un instante y otra vez volví a sentir que no me lo merecía. Era tan comprensivo conmigo. Demasiado.

Alcé mis brazos y rodeé su cuello para acercarme más a él.

- Siento todo esto – murmuré con desazón.
- Y yo te repito que es algo que no puedes controlar. Se pasará más pronto de lo que crees y todo volverá a la normalidad. Pero la próxima vez que te pase algo, cuéntamelo enseguida, si no, no podré ayudarte. Tenemos que superar los problemas juntos.
- Sí, tienes razón – asentí, cerrando los ojos y suspirando después, con arrepentimiento. Luego, los abrí y clavé mi mirada en la suya de color topacio -. Superaremos esto juntos.
- Siempre juntos – recalcó.
- Te quiero – le susurré con una sonrisa.
- Yo también te quiero – murmuró él.

Y nos volvimos a fundir en un beso apasionado, aunque, esta vez, fui yo la que reclamó su sitio. Mi único y verdadero sitio.

(FIN DEL PARÉNTESIS)


- ¿Seguro que estás bien? – le volví a preguntar mientras me vestía detrás del árbol.
- Sí – contestó escuetamente sin quitar ojo a su casa.

Pero yo sabía que no era así. Desde que le había contado toda la historia, no había abierto la boca. Me hubiera arrepentido, si no fuera porque ella ya lo había adivinado y no había tenido opción. Aunque se lo hubiese contado igualmente, ella también tenía derecho a saberlo.

Terminé de ponerme la camiseta y la tomé de la mano.

- Si quieres, damos un paseo antes de que entres en casa – le propuse.
- No, estoy bien – aseguró, tirando de mí para que caminase con ella -. Vamos.

Iniciamos la marcha despacio, sin embargo, a medida que nos acercábamos a la casa, su ceño se iba frunciendo y sus pasos se iban acelerando, hasta que llegó un momento en que casi era arrastrado por ella. De pronto, su mano, que aferraba la mía con fuerza, se soltó y echó a correr hacia el porche, enfurecida.

Mierda. ¿Por qué era siempre tan impulsiva? Bueno, aunque yo tampoco estaba para hablar, y, sinceramente, para otras cosas bien que me gustaba, la verdad.

- ¡Nessie! – grité, persiguiéndola -. ¡Nessie, no!

No me dio tiempo a alcanzarla.

Abrió la puerta tan bruscamente, que la hoja chocó con la pared y rebotó, casi se me estampa en las narices cuando entré tras ella.

En el salón solamente se encontraban Bella y Edward. Mala señal. Eso quería decir que su padre ya había escaneado su mente y había desalojado la estancia porque sabía lo que se avecinaba.

Intenté cogerla del brazo, pero se me escapó, parecía que estuviese cazando moscas. Nessie se abalanzó hacia Bella y, entonces, cuando vio su cara atormentada, se paró de sopetón frente a ella. Tuve que calcar los dedos de los pies de golpe para frenarme detrás de ella y no chocar con su espalda.

Edward tenía el brazo delante de Bella, por si tenía que apartar a Nessie o agarrarla, y levantó los ojos para mirarme fijamente.

Ugh. Me había preocupado tanto por Nessie, que me había olvidado por completo de mi propio pellejo. Aunque no parecía cabreado conmigo. Más bien me miraba como si estuviese… ¿Qué? ¡¿Agradeciéndomelo?! Increíble…

- Como hija, voy a hacer como que no ha pasado nada, porque eres mi madre y te quiero – Nessie empezó a hablar en un tono pausado, aunque extrañamente rabioso -. Sé que lo estás pasando muy mal y no quiero verte sufrir, así que te perdono – su mano se cerró en un puño -. Pero como mujer, zanjaré este asunto… ¡de una vez por todas!
- ¡No, hija! – gritó Edward a modo de aviso.

A mí tampoco me dio tiempo a pararla. Sin haberse transformado, no sé cómo lo hizo a esa velocidad tan vertiginosa. Giró la mitad del cuerpo hacia atrás para coger impulso y…

¡Plaf!

…le arreó un potente derechazo en la cara.

A Edward y a mí nos dio un respingo cuando escuchamos el chasquido, en cambio Bella ni se movió, cerró los ojos y casi diría que recibió el puñetazo con gusto, como redención.

- ¡Ay!

¡Uf! Me hubiera dolido hasta a mí…

Nessie se quejaba y se retorcía mientras se agarraba la mano y los tres nos echamos encima de ella para socorrerla.

- ¡Cielo, ¿te has hecho mucho daño?! – inquirió Bella, tocándole el rostro con impaciencia.
- Déjame ver – le pedí, sujetándole la muñeca para verle la mano.
- ¡Mierda, creo que me la he roto! – lloriqueó.
- Iré a buscar a Carlisle para que te la examine – anunció Edward, ya saliendo por la puerta.
- No creo que esté rota – le calmé, acercando su rostro a mi pecho para besarla en la cabeza -. Menos mal que eres mitad vampiro, si no, la tendrías destrozada. Pero no tienes ningún dedo torcido. Puede que tengas una fisura o algo así.
- Genial – masculló, apretando los dientes del dolor y aferrando la mano sana a mi espalda.

Entonces, se fijó en su madre, que la miraba preocupada, aturdida y confusa.

- Y encima, tú no tienes ni un rasguño – protestó con el ceño tan fruncido, que me pareció hasta adorable.

No pude evitarlo. De pronto, me entraron unas ganas de reir enormes y exploté en un ataque de risa.

Ambas pestañearon sin entender al principio, pero, poco a poco, fueron contagiándose de mi carcajada sin querer y empezaron a reírse también.

- Lo siento… - dije entre risas -. Es que esto es tan cómico…
- Qué gracioso – contestaron con retintín las dos a la vez, cosa que les hizo volver a reírse.
- Pues me has hecho daño – reconoció Bella, acariciándose la mejilla -. Tienes mucha fuerza, para ser un semivampiro.
- Te lo tienes merecido – le echó Nessie en cara, achuchándome más.
- La verdad es que sí – aceptó su madre, poniendo la mano de su hija entre las suyas como si de un sandwich se tratara para calmarle el dolor con su frío.

En ese momento, la puerta de la casa se abrió y Edward y Carlisle entraron apresuradamente.

- Deja que te la examine – le dijo el doctor, cogiéndole la mano.
- ¡Ay, ay! – se quejó Nessie mientras Carlisle le tocaba los nudillos y las falanges con su dedo pulgar.
- Tenga cuidado, Doc – no pude evitar protestar al ver que la estaba haciendo daño.

Sabía que era por su bien, pero es que, aún así…

- No la tienes rota. Lo más seguro es que tengas una pequeña fisura – diagnosticó, soltándole la mano con delicadeza para depositarla en las de Bella de nuevo.

Volví a acercar su rostro a mi pecho y le di otro beso en la cabeza.

- Ven a mi despacho. Te la vendaré y te pondré un cabestrillo para que no la muevas.
- Vamos, cielo – la exhorté, cogiéndola de la mano sana.
- Sí.
- Voy con vosotros – se ofreció Bella, poniéndose al otro lado de su hija y pasándole el brazo por la espalda.
- Ay, eres igual que una piedra… Cómo me duele… - murmuró con un gemido.
- Lo sé, lo sé – asintió su madre con preocupación -. Lo siento tanto…

Y los tres subimos las escaleras con Carlisle para dirigirnos a su despacho.
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EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Empty
MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMar Mar 22, 2011 9:14 pm

¡NO! ¡NO! ¡NO!
¡SEGURO QUE ES UNA PESADILLA!


Salí de nuestra casa en rehabilitación silbando alegremente mientras lanzaba la llave del coche arriba y abajo, con un único pensamiento rondándome por la cabeza: hoy por fin era el último día de clase de Nessie.

Eso implicaba más horas para vernos, más horas para estar juntos, más horas para estar a solas…

Sí, la vida es bella.

Me subí al coche, arranqué, puse música en el estéreo e inicié la marcha.

Tenía pensado hacer un picnic nocturno en Rialto Beach, con una manta, una hoguera y todo eso, para celebrarlo, pero con este tiempo se me habían chafado todos los planes. Aún así, la débil llovizna me hizo poner los limpiaparabrisas, pero no salpicó a mi entusiasmo. También podíamos ir al cine a ver esa película de vampiros y hombres lobo de la que tanto me hablaba. ¿Qué tendría esa película, que volvía locas a todas las chicas? Y más a ella, que estaba acostumbrada a verlos en carne y hueso todos los días. Bah.

No tardé mucho en llegar al aparcamiento del instituto y estacioné donde siempre.

Me bajé del Golf y me acerqué a ese más que conocido para mí Volvo azul metalizado.

- ¿Qué tal, Seth?
- ¡Hey, Jake!
- Vaya ojeras que tienes, tío – me burlé.

Más que ojeras, parecían socavones.

- Es que ayer estuve en el Ocean esperando hasta que acabase Brenda – me explicó.
- ¿No lo iba a dejar? – pregunté, apoyándome en el capó, con los brazos cruzados, junto a él.
- Sí, pero la pagan bien – se encogió de hombros.
- Ah, ya.

La gente empezó a salir del edificio y Seth y yo desviamos toda nuestra atención a la puerta del mismo. Se notaba que era fin de curso, muchos ya estaban tirando los apuntes por el aire.

Fruncí el ceño, extrañado, cuando vi salir a las amigas de Nessie y ella no estaba, ni siquiera podía olerla. ¿Se habría puesto mala o algo? Pero, de ser así, me habría llamado…

Brenda no tardó mucho en despedirse de Jennifer, Alison y Helen y empezó a acercarse a nosotros. Mientras se aproximaba, se quedó mirándome con cara de sorpresa. Volví a fruncir el ceño igual que antes y me incorporé.

Algo iba mal…

Seth ya no se enteraba de nada, se abalanzó sobre ella para abrazarla y besarla.

- ¿Qué haces aquí? – quiso saber, extrañada, apartando la cara del cegato de su novio, que ya no veía otra cosa que su boca.
- ¿Que qué hago aquí? ¿Dónde está Nessie? – inquirí, nervioso.
- Se fue… contigo… – respondió, mirándome estupefacta -. ¿No?
- ¿Conmigo? – mi voz no daba crédito -. ¿Cómo… cómo que conmigo? ¡Yo estoy aquí, acabo de llegar! – contesté con inquietud.
- Pero… si estábamos en el pasillo… - empezó a explicar con nerviosismo -, y tú… te acercaste a nosotras…, la cogiste de la mano… y os marchasteis deprisa…

¡No! ¡Mierda!

Eché a correr hacia el edificio como una exhalación, entre aquel tumulto de gente, y empujé la puerta para abrirla con un golpe seco.

Todavía quedaban algunos alumnos rezagados por los pasillos, pero no veía a Nessie por ninguna parte. Empecé una búsqueda neurótica y frenética por todas las aulas, una por una, asomándome puerta por puerta. Ni rastro de ella.

¡Nessie! ¡Nessie!

Me llevé las manos a la nuca con desesperación y, entonces, vi a un chico que llevaba su mochila en la mano. Era su mochila, sin duda, llevaba ese colgante que Bella le había regalado cuando era pequeña enganchado en la hebilla de la cremallera. Mi mandíbula se cerró audiblemente.

- ¡Tú, espera! – le llamé.

El chico se giró y llegué a él en un parpadeo.

- ¡¿De dónde has sacado esta mochila?! – exigí saber, acosándole contra la pared para que no tuviera oportunidad de escapar.
- Es mía… - respondió, temeroso, mirándome desde abajo.

El tipejo era bastante bajo, no me llegaba ni al pecho.

No estaba para contemplaciones, así que lo agarré por el cuello de su camisa con una sola mano y lo alcé como si fuera un espantapájaros de paja para ponerlo a mi altura, a lo mejor es que no me había visto bien la cara.

- ¡Más te vale que me digas la verdad, maldita sabandija, si no quieres que te aplaste como a una cucaracha! – gruñí.

Su mano soltó la mochila y ésta cayó en el suelo.

- La… la en-encontré… en… en el ba-baño… - tartamudeó.
- ¡¿Y dónde está el baño?!
- Por… e-este pasi-sillo… a la… iz-izquierda…

Mi mano lo soltó a él y éste cayó en el suelo.

Cogí la mochila y salí disparado.

Los pasillos ya estaban casi vacíos, tan sólo quedaba algún que otro estudiante empollón que estaba haciéndole la pelota a los profesores para tener asegurado su puesto en los Olimpos al año siguiente. Giré a la izquierda y enseguida vi el letrero que ponía aseos. Me abalancé hacia allí y me metí en el baño femenino sin vacilar.

En cuanto entré, ya percibí el olor de Nessie. Había una chica mirándose en el espejo; nada más verme, desalojó la estancia. También apestaba a vampiro, pero mi suspicaz sentido del olfato enseguida detectó que no era un chupasangres conocido.

No me hizo falta abrir las puertas de los inodoros, ya lo estaban y de un solo golpe de vista se veía que estaban vacíos. Además, el olor me llevaba a la ventana y ésta también estaba abierta. Me acerqué con ansiedad y me asomé para ver a dónde daba. Todo el bosque se veía desde allí, estaba a dos palmos.

¡No! ¡No! ¡No! ¡Nessie!

No pude evitar proferir un rugido que me salió de lo más profundo de mi caja torácica. Mi cuerpo se llenó de convulsiones y el fuego empezó a recorrerme por dentro, preparado para explosionar de un momento a otro.

Sin embargo, algo captó mi atención en el suelo y detuve el proceso momentáneamente.

Una jeringuilla.

¿Qué mierda era eso? ¿Es que la había dormido o algo? Sí, claro, eso tenía que ser. Nessie se sabía defender, no se la hubiera podido llevar así por las buenas por una ventana sin que ella no ofreciera resistencia. Pero, ¿cómo sabía que ella podía defenderse?

- ¡Jake! – gritó Seth, entrando en el aseo con Brenda, seguramente alarmado por mi rugido -. ¡¿Qué ha pasado?! ¡Has asustado a todo el mundo ahí fuera!
- ¡Se la han llevado! – le contesté, quitándome la camiseta.
- ¡¿Han secuestrado a Nessie?! – Brenda estaba horrorizada.
- ¡¿Quién?! – preguntó Seth.
- ¡No lo sé! – bramé, ya con frenetismo -. ¡Escucha, coge esa jeringuilla de ahí con papel higiénico, envuélvela y guárdala en la mochila de Nessie! – le lancé la susodicha y mi camiseta a los morros -. ¡Luego vete a casa de los Cullen para avisarles y dásela a Carlisle para que la analice! ¡Quédate por allí para estar en contacto!
- ¡Sí!

Me encaramé a la ventana y salté hacia el exterior. Me descalcé con los propios pies, sin desatar los cordones, y me quité el pantalón con rapidez; até este último a mi cinta de cuero en dos segundos, dejé las deportivas ahí tiradas y entré en fase en plena carrera. De cuatro zancadas, me planté en el bosque.

¡Embry, Quil, os necesito en el bosque que hay junto al instituto de Forks!, demandé mientras rastreaba el suelo con la nariz.

Mi olfato solamente detectaba el olor del vampiro, eso ratificaba mi teoría de que Nessie había sido dormida y llevada en volandas.

¡¿Qué ha pasado?!, interrogó Embry.

¡Se han llevado a Nessie!

¡¿Quién?!, preguntó Quil.

¿Por qué todos me hacían esa estúpida pregunta?

¡No lo sé! ¡Es un vampiro desconocido que no sé cómo narices se ha hecho pasar por mí, pero no tengo tiempo de explicároslo ahora, ya lo haré! ¡Oíd, necesito que vengáis unos cuantos! ¡Leah, tú quédate ahí con el resto!

¡Sí!, obedeció ésta.

Ya se escuchaba la algarabía de voces que se apuntaban.

¡Ya está!, anunció Embry, corriendo junto con Quil, Jared, Paul, Collin, Isaac y Shubael. ¡Estamos ahí en dos minutos!

¡Bien!

Continué con mi exacerbado rastreo y seguí el camino oloroso dejado por el vampiro desconocido. No sabía a dónde iba a ir a parar, no sabía qué me iba a encontrar, ni quién se la había llevado, ni si ella estaría bien…

Agité la cabeza para quitarme las malas ideas que ya empezaban a clavarse en mi cerebro como una flecha envenenada. Tenía que hacerlo o no sería capaz de concentrarme para buscarla, y eso era lo más importante. Tenía que encontrarla, tenía que llegar a su lado.

Y también tenía que acabar con ese chupasangres que había osado a separarla de mí.

La ira comenzó a correr por mis venas, hirviendo mi sangre hasta convertirla en puro fuego líquido. Mis muelas chirriaron. Sí, tenía que terminar con él, torturarlo poco a poco y despedazarlo hasta reducirlo a migajas, hasta que nadie fuera capaz de encontrarle ni un pedazo de diente.

Intenté olvidarme de esa idea momentáneamente, al menos mientras durara mi búsqueda, no quería que nada me entretuviese, quería concentrarme bien. Tenía que encontrarla.

¡Nessie! ¡Nessie!

Pero entonces, de repente, el rastro se perdió en los pies de un pino enorme. Esa alimaña había trepado por el árbol para huir por los aires como los monos, con mi ángel colgando a las espaldas.

La cólera me cegó.

Mi rastreo aumentó de ritmo y comencé a moverme de una forma obsesiva y neurótica entre los árboles, apoyando las patas para alzarme y olisquear las ramas superiores.

¡No encontraba nada! ¡Maldita sea!

¡Jake!, me llamó Quil.

Mis compañeros ya me habían encontrado.

¡Ha escapado por los árboles!, les avisé. ¡Tenemos que desplegarnos y rastrear cada rincón del bosque, en algún sitio ha tenido que bajarse! ¡Pillad bien ese asqueroso olor!

¡Ya lo tenemos!, respondió Paul por todos.

Los siete lobos y yo nos abrimos como un abanico y comenzamos a olisquear cada palmo de la espesura, centrándonos especialmente en los troncos y en las zonas que delimitaban los árboles. No fue difícil repartirnos las zonas, todo salió automáticamente, estábamos muy acostumbrados a trabajar juntos y cada uno de nosotros sabíamos la parte que habían rastreado los otros, podíamos verlo en nuestras mentes y si alguno se despistaba, era avisado por otro.

Jake, me llamó Seth.

Dime.

Ya he avisado a los Cullen y le he dado la jeringuilla a Carlisle, como me dijiste.

Dios, todos podíamos escuchar los gritos histéricos y desesperados de Bella.

¡Haz el favor de alejarte un poco de ahí, ¿quieres?!, le regañé.

Se me estaba atragantando un nudo en la garganta y la ira estaba apunto de volver a dominarme.

Perdón, no me di cuenta.

Mantenles informados, le dije.

Sí, lo haré con los que están aquí, porque Edward, Emmett, Rosalie y Alice están de camino, van hacia allí. Jasper se ha quedado para calmar a Bella. Está muy nerviosa, tío. Quería ir también, pero Edward no la dejó, según él está un poco… ¿cómo dijo? Ah, sí, enajenada.

Ya podía imaginármelo, y más con los gritos que había escuchado antes.

Bien. Bueno, supongo que Edward podrá encontrarnos de sobra. Tú no cambies de fase y estate atento. Cuida también de Bella, ¿vale? Mantenla informada, reiteré.

Vale.

Mejor. Los Cullen también podían moverse por los árboles y nos sería más fácil encontrar pistas.

Aunque no hizo falta.

¡Jake, aquí vuelve el rastro!

Seguí el olor de Shubael con más que diligencia. Enseguida vi el árbol que me mostraban sus ojos y me apresuré a donde se encontraba. En pocos segundos, me planté a su lado para olisquear la zona.

El resto de mis hermanos hicieron lo mismo que yo y comenzaron a seguirme por el camino que mi hocico iba descubriendo. Hasta que mis patas se pararon en seco y tuve que recular a toda velocidad, empujando a los otros hacia atrás.

¡Brooooom!

Un camión no me llevó la mollera por delante de milagro.

¡Mierda!, mascullé, moviéndome con nerviosismo.

La pista se pierde aquí, eso quiere decir que se la llevaron en coche, dedujo el listo de Collin.

¡Eso ya lo sé!, gruñí.

¿Y qué hacemos ahora?, preguntó Quil con preocupación.

¡No tengo ni idea! ¡No tengo ni idea!, clamé sin dejar de pasear ni mover el rabo con inquietud.

¡¿A dónde se la habían llevado?! ¡¿Qué iba a hacer?! ¡Mi Nessie! ¡Mi ángel! ¡¿Quién se la había llevado?! ¡¿Estaría bien?!

A medida que mi sesera se iba haciendo más y más preguntas, notaba cómo mi sangre se transformaba en fuego de nuevo.

¡Si a alguien se le ocurría tocarle un solo pelo…!

Un apestoso olor conocido que se acercaba a toda velocidad nos hizo ponernos en alerta al instante y mi cola se irguió automáticamente.

¡Atentos! ¡Ese asqueroso efluvio es el de Enguerrand!, advertí con un gruñido, encrespándome y agazapándome a la espera.

¿Tendría él algo que ver con esto?

Me quedé a la cabeza, Quil y Embry enseguida me flanquearon y el resto ocupó sus puestos por detrás, en formación.

Parece que viene solo, detectó Jared.

¡¿Es que quiere palmarla?!, rezongó Quil.

¡Si eso es lo que quiere, no le dejaremos con las ganas!, siguió Paul.

El pelirrojo no se hizo esperar demasiado. Apareció de entre la frondosidad como por arte de magia, aunque con ese pelo rojo chillón se le veía a kilómetros de distancia.

¡No le matéis, quiero ver qué quiere!, les ordené.

Tal vez él supiera algo del asunto de Nessie, si no, ¿por qué iba a venir solo? Seguramente, era un mensajero o algo.

Nos limitamos a esperarle, a la defensiva.

Nos observó durante un rato mientras se acercaba, ahora más despacio, puede que con precaución, la sorpresa de la última vez no parecía haberle gustado mucho y actuaba más precavido.

Emití un gruñido amenazador, mostrándole mi dentadura, cuando me pareció que ya estaba lo suficientemente cerca, y se paró.

- Saludos, Gran Lobo.

Su voz era tan extremadamente grave, profunda y vieja, que todos nos estremecimos, pude notar cómo el lomo de Paul se ponía de punta. Sin embargo, algo más captó mi atención. ¿Cómo sabía que yo era el Gran Lobo?

- Vengo a traerte un mensaje.

Ya lo sabíamos, imbécil, respondió Embry.

Venga, desembucha, acompañó Isaac.

Asentí levemente para que siguiera, sin cambiar de postura ni actitud.

- Tu compañera está bien, pero si quieres volver a verla, tú y los Cullen tendréis que estar en este sitio mañana a las doce del mediodía – anunció, estirando la mano para ofrecerme un mapa doblado -. Como verás, está bien señalizado.

¡¿Se cree que somos tontos o qué?!, gruñó Quil.

Le hice una señal con los ojos y la cabeza para que lo tirara en el suelo y así lo hizo.

Entonces, dio unos pasos hacia atrás con precaución, retirando su labio, se dio media vuelta y se piró a toda mecha, tanta, que solamente se veía una raya naranja alejándose.

Cambie de fase, me puse los pantalones con prisa y agarré el mapa para verlo. Mis compañeros hicieron lo mismo después que yo.

- Conozco este sitio, queda cerca del Lago Pleasant [1] – señalé.

[1 Pleasant: Agradable, en inglés.]

- Pues vaya un sitio que han escogido para este asunto tan agradable – protestó Shubael.

Guardé el mapa en mi bolsillo y mi mano empezó a rascarme la nuca con nerviosismo.

¿Ya estaba? ¿Esto era lo único que podía hacer? ¿Esperar hasta mañana para recuperarla, para verla, para estrecharla entre mis brazos?

- Tranquilo, tío – me dijo Embry, dándome una palmada en la espalda para calmarme -. Todo saldrá bien, ya lo verás.
- No…, no puedo esperar hasta mañana – gruñí, yendo de aquí para allá con ansiedad -. Esto es cosa de los Vulturis, esa sanguijuela trabaja para ellos. Ni siquiera nos ha dicho qué es lo que quieren, ni qué buscan, ni si van a venir ellos… ¡ni nada! ¡Y ella va a estar rodeada de esos vampiros que olerán su sangre! ¡Va a estar con ellos toda la noche, ¿y yo tengo que esperar?! – grité, desahogando mi enorme rabia pegándole un puñetazo a una rama que salió volando en cuatrocientos mil pedazos.
- ¡Tranquilízate, Jacob! – voceó Edward a mis espaldas -. ¡No conseguiremos nada dejándonos llevar por el pánico!

Lo que yo sentía precisamente no era pánico…, era odio. Un odio agudo y profundo. Un odio que empezaba a clavárseme en el estómago como si fuera una estaca de hierro candente y que se retorcía por dentro con saña.

Sin embargo, tampoco tenía tiempo para sentir ese odio, ni éste era suficiente para paliar el revoltijo de sentimientos que me aguijoneaban el cerebro. Porque sobretodo estaba Nessie, mi Nessie, y no podía evitar sentirme impotente, desesperado y frustrado por no poder hacer nada.

- Tenemos que esperar hasta mañana – me dijo Edward con un rostro que rallaba la agonía, aunque intentaba disimularlo poniendo una nota de entereza en la voz -. No tenemos otra opción. No tenemos más pistas, ni siquiera sabemos su paradero para poder actuar.
- Por lo menos, sabemos que la tienen los Vulturis – añadió Emmett.
- Eso es lo que me da un poco de sosiego – declaró Edward -. Ellos no la tratarán mal, son muy corteses.
- ¡¿Corteses?! – protesté con incredulidad, sin dejar de moverme -. ¡Por Dios Santo, Edward, la han secuestrado!
- ¡Ya lo sé! – bramó, sacando fuera toda la desesperación que él también sentía -. ¡Pero ellos la tratarán bien, como a una invitada!

Apreté los dientes con fuerza, cerré los ojos e intenté aferrarme yo también a esa estúpida idea.

- ¿Queréis dejar de gritar, por favor? – se quejó Alice, llevándose las manos a las sienes -. Me duele mucho la cabeza.
- Es mejor que vayamos a casa – intervino Rosalie, que estaba un poco más atrás, con los brazos cruzados -. Aquí ya no hacemos nada, y Alice estará mejor allí. Va a tener muchos dolores de cabeza mientras el chucho y Nessie estén separados.

Mi gruñido fue secundado por el resto de mis hermanos.

- ¡Hoy no estoy para bromas, rubia!

No dijo nada, se limitó a alzar la cabeza hacia un lado con petulancia.

- Pero tiene razón – suspiró Edward con una resignación nerviosa -. Vayamos a casa, no tenemos más remedio que esperar.

Pues yo no pensaba quedarme con los brazos cruzados.

- Id vosotros, Bella te necesita a su lado. Yo me voy a la Push – le anuncié -. Quiero organizar bien a mi manada.
- Bien, como quieras – aceptó.

Hundí la mano en mi bolsillo y saqué el plano.

- Toma. Este es el mapa con el sitio al que hay que ir – le dije, entregándoselo -. Nosotros iremos a inspeccionar la zona para estudiar las posibles emboscadas, por si tenemos que atacar. Me pasaré por vuestra casa cuando terminemos, ya te contaré. Me fijaré bien en todos los detalles de los alrededores para que los veas.
- De acuerdo – volvió a asentir -. Carlisle ya ha empezado a llamar a nuestros aliados, así que no estaremos solos. Nosotros también idearemos algo.
- Bien.

Les hice un gesto con la cabeza a los chicos y nos perdimos a toda velocidad por el bosque.
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Crisair
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMiér Mar 23, 2011 1:23 pm

Yo cuando lo vi por primera vez me quede con cara de ¿cómo? y sí los autocomentarios de estos dos son todo el tiempo el mismo.
Y evidentemente son celos que tiene hacia Taylor!! ya que es el mejor personaje de la saga... y como le roba protagonismo hace lo imposible para reirse de él y de los demás!!
Lo que fastidia es que no pudiera estar Taylor para defenderse o reirse de él también y es porque creo que estaba en el rodaje de Abduction y por eso no podia estar, una lástima sin duda!! y solo lo hicieron con Kristen que por cierto tamién estaba en Canada rodando The road y Rob en los Angeles... y digo yo una cosa... si estaban los 3 en un sitio diferente haciendo por separado otros trabajos porque la grabacón solo fué de ellos dos???
pues como muy bien dices tú JACOB&NESSIE es puro marketing!!
La única mención que hacen al final es que " es una pena que no pudiera estar Taylor aúnque estaba en espiritu con ellos y que esperan que después lo pueda grabar en su MP3 para que pueda verlo" y se despiden y se quedan tan anchos los dos!!! serán ....... Evil or Very Mad
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeJue Mar 24, 2011 2:47 am

Qué pasa, Tamara? jajajajaja, ya sabes que estoy fascinada, obsesionada y todo eso por su libro... tengo ganas de saber donde está Nessie... Ainsssss, adoré lo que hice con su madre, se lo mereció, lo hice por nosotras, jajajajajajaja. Si yo tuviera un hombre como Jacob, lo haria eso y mucho más... jajajajaja, besos... Pones dos más???? confused
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeJue Mar 24, 2011 3:06 am

Claro, ahi te va uno mas, es que pensaba que todavia no habias leido todo Razz

Mañana te pongo 2 mas, es que me tengo que ir a dormir, que mi novio me mata Razz

Por cierto, yo hubiera hecho lo mismo que Nessie, jajajajaja Twisted Evil

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ESTÚPIDOS CHUPASANGRES.
MENOS MAL QUE ESTAMOS LOS LOBOS


- ¡Es mi hija, yo también iré! – bramó Bella en el interior de la casa.
- Está bien, cariño. Tranquilízate, por favor – murmuró Edward -. Te necesitamos, pero tienes que calmarte, aún no sabemos lo que quieren.

Aunque estaba sentado en el suelo del porche intentando huir de todo ese caos, todo mi cuerpo estaba en tensión, y cada vez que oía las voces del interior de la casa, mis manos se transformaban en puños rabiosos. Apoyé la cabeza en la fachada y cerré los ojos, apretando los párpados igual de fuerte que mis dedos.

- ¿Qué te ha dicho Amun, Carlisle? – exigió saber ella con ansiedad, después de que se escuchara el clic de la tecla del teléfono móvil.

Me imaginé que el doctor había negado con la cabeza cuando Bella volvió a chillar histérica.

- ¡¿Es que sólo va a venir el aquelarre de Denali?! – sollozó con desesperación.
- Tranquilízate, Bella – le repitió Edward.

Su voz sonaba tan agónica, que era incluso ridículo esperar que ella le hiciera caso.

- Jasper, haz algo – susurró Esme.
- Esto es todo lo que puedo hacer – lamentó él -. Hago todo lo posible, pero ella está demasiado alterada.
- ¡Han drogado a mi hija y se la han llevado, ¿cómo quieres que esté?! – replicó ella, furiosa.

Sus duras palabras me lo recordaron. Drogado. La habían drogado. Eso era peor de lo que yo había supuesto al principio. La jeringuilla contenía una droga que la había paralizado y la había dejado grogui. No habían podido dormirla para que no se enterara de nada y sufriera lo menos posible, no, la habían tenido que meter eso en el cuerpo, ensuciándolo, mancillándolo con esa mierda sin que les importara un comino las reacciones que eso pudiera provocar en su organismo medio humano.

No me pude contener.

Me había pirado de la casa cuando el doctor me había desvelado eso, pero ahora ya no era suficiente. Mi cabeza bajó hasta mis manos para que aferraran mi pelo, encerrándolo entre los dedos con ira. Me tenía que ir. Tenía que largarme a otro sitio donde no escuchara más lamentos ni más impotencia. Ya tenía bastante con soportar la mía propia y este horrible dolor de estómago que ya comenzaba a ulcerarme por dentro. Podía notar la acidez de éste regurgitándome por la garganta.

Me levanté de mi oscuro rincón y salté la barandilla del porche para correr hacia la espesura del bosque nocturno.

Ni siquiera me molesté en no hacer ruido. Seguramente los Cullen podían escuchar perfectamente las pisadas de mis pies descalzos sobre el terreno mojado. No corrí en mi forma lobuna, pero adquirí gran velocidad, esquivando todo aquello que se plantaba a mi paso, y lo que osaba a interponerse, lo quitaba del medio de una patada o a puñetazo limpio. El desbordante odio que sentía y que perforaba mi estómago cada vez con más rabia iba en incremento por cada minuto que la mantenían retenida, drogada. Apreté los dientes al pensar en esa sucia palabra.

Tenía que ir allí, al único sitio que rebosaba paz. Era una paz dolorosa, sin embargo, necesitaba ir allí y flagelarme. Sí, era un poco masoquista, pero me urgía. Era el único lugar en el que podía estar cerca de ella y sentirla conmigo, el único sitio en el que podía estar a su lado, apoyándola, como si de un santuario se tratase, solo que no de muertos, un santuario para estar cerca de su alma viva, un centro de comunicación a distancia. Sabía que era algo muy estúpido, pero me pareció que Nessie a lo mejor podría notarme con ella si iba allí.

La fina capa de llovizna cubría el bosque de neblina, pero eso no impidió que divisara el lugar que buscaba sin problemas, sería capaz de llegar allí hasta con los ojos cerrados. Disminuí la velocidad y me paré cuando por fin llegué a nuestro tronco.

Me quedé estancado como un imbécil, mirándolo durante un buen rato. La bruma y la lluvia enmugrecían el lugar, haciendo que el tronco se viera vacío, fosco, sin vida. Casi parecía tétrico entre tanta oscuridad y tanta humedad. Aún así, decidí sentarme.

Por fin sentía algo de paz. El lugar estaba rodeado de los sonidos nocturnos del boscaje: los grillos, los búhos, el ruido de la corriente del río que corría no muy lejos de allí, los sapos y ranas que lo habitaban; y nada de lamentos, ni lloros, ni desesperación, que ya me iban a volver loco. Por supuesto, ese lugar estaba lleno de recuerdos que me flagelaban como latigazos, éstos me cizañaban diciéndome que Nessie no estaba allí, pero también me aferraban a ella, me avisaban de que jamás la podrían separar de mí, por mucho que la alejasen físicamente.

Eso me tranquilizó un poco durante un instante, sin embargo, mis agitadas neuronas no podían dejar de darle vueltas al por qué se la habían llevado a ella y no a mí, que era el que Aro quería. Y la respuesta era más que evidente. Los Vulturis sólo vendrían hasta aquí con todo su séquito y dejarían Volterra para llevarse una adquisición muy preciada, tal y como nos había dicho Eleazar años atrás, ese vampiro capaz de ver los dones que había formado parte de su guardia en el pasado y que los conocía tan bien. Aro me quería a mí, estaba encaprichado conmigo, e iba a hacerme chantaje, porque no había conseguido atraparme con aquellos sucios trucos. Querían un cambio, yo era el precio por su rescate y, desde luego, me entregaría sin pensármelo dos veces para que ella estuviera a salvo.

Pero eso también suponía separarme de Nessie para siempre y sabía que ella, al igual que yo, no podría superarlo, no podríamos vivir separados. Mi estómago se retorció de nuevo, secretando sus fluidos gástricos con cólera.

Los Vulturis estarían encantados de separarnos, claro. Para ellos nuestra relación era una aberración, así mataban dos pájaros de un tiro. Y usarían eso delante de los testigos para conseguir atraparme sin que se notase. Un castigo al depravado lobo por enamorarse de una semivampiro, o tal vez un compasivo indulto a cambio de que les sirviera. ¡Aj, me daban asco! Su forma de actuar no era sincera, no iban de frente, eran unos hipócritas sin agallas que no podían quedar mal delante de las demás sanguijuelas idiotas que los seguían, no podían permitir que su imperio se tambalease.

Volví a sentir la urgencia de ir tras esos decrépitos chupasangres para terminar con ellos de una vez por todas, aunque eso me costara la vida. Con liquidar a ese chiflado de Aro, me conformaría. No entendía por qué Nessie y yo teníamos que aceptar sus estúpidas y absurdas leyes. Después de todo, nosotros no pertenecíamos a su mundo, no tenían derecho a meterse en nuestras vidas como si fuesen los dueños del universo. Nosotros no éramos vampiros, y no tenían que meter sus asquerosas narices donde nadie les llamaba.

Bueno, vale, Nessie era medio vampiro, pero también era un metamorfo, como yo, nuestra relación ya no sería una extravagante aberración para ellos. Estúpidos chupasangres con prejuicios. Bueno, vale, Carlisle tenía que demostrarles eso con las pruebas que ese tal Louis le había enviado desde París. Bueno, vale, para que el doctor pudiera demostrarlo, no me quedaba más remedio que dejarles con vida, al menos de momento.

Entonces ya no podrían alegar nada en nuestra contra delante de los testigos para conseguir su objetivo, porque no les quedaría otro remedio que ver la verdad. Que Nessie y yo estábamos hechos el uno para el otro, que éramos totalmente compatibles. De hecho, genéticamente yo era el más compatible con ella para la reproducción, más incluso que otro semivampiro o cualquier otro metamorfo. Una prueba de ello era su semana de celo. Ella sólo estaba en celo para mí, porque, aparte de nuestro vínculo, que era la causa que lo provocaba, sólo yo era el más idóneo para concebirle un hijo. Sólo mis genes eran los perfectos para mezclarse con los suyos. Bueno, no tenía nada que ver, pero solamente había que ver nuestras relaciones sexuales. El sexo entre nosotros era increíble, tan fácil y natural, tan intenso y sentido, mágico. Esa energía que sentíamos fluir a nuestro alrededor al besarnos, explotaba del todo cuando hacíamos el amor y lo convertía en algo más inmenso que eso. Era mágico y especial, nos envolvía y nos llevaba a otro mundo completamente diferente. Por supuesto, era algo físico, para qué lo íbamos a negar, pero también espiritual. Nuestro enorme vínculo se hacía notar y sentíamos cómo nuestras almas se entrelazaban para unirse en una sola. Nunca pensé que iba a ser así, ni en mis mejores sueños con ella, ni en aquellas tantas veces que la imaginaba entre mis brazos cuando aún no estábamos juntos y ya soñaba con tenerla…

¿Cómo iba a ser eso algo aberrante? Aunque, claro, eso ellos no lo iban a ver, con que supieran todo ese rollo de los genes bastaba.

Intenté tranquilizarme un poco aferrándome a esa idea, a que cuando esos viejos decrépitos y pasados de rosca vieran las pruebas de Carlisle mañana, ya no podrían alegar nada y tendrían que pirarse con el rabo entre las piernas, como habían hecho hacía seis años, y recuperaríamos a Nessie sana y salva.

Todo iba bastante bien, hasta que mis dedos palparon un relieve extraño por detrás del tronco y, no sé por qué, me dio por mirar ahí.

Me giré y me incliné hacia atrás para poder verlo mejor y, cuando lo hice, la bilis de mi estómago volvió a revolverse al sentir el enorme pinchazo que me taladró de nuevo. Era una inscripción con una letra torpe e infantil. Nessie y Jake, rezaba, junto a un corazón mal hecho y la fecha en la que ella lo había grabado a pulso en la corteza a sus casi cinco añitos.

Jamás lo había visto antes, nunca me había fijado y llevaba ahí todos estos años. Todos los recuerdos se insertaron en mi cerebro a fuego, pasando lentamente, flagelándome otra vez, solo que, esta, los latigazos se incrustaban como si llevasen clavos y me desgarraban con ensañamiento.

Mientras mis dedos lo repasaban, me acordé de ese día y caí en la cuenta. Lo vi nítido y cristalino como el agua. Hacía poco que había empezado la espera para nuestro primer encuentro con los Vulturis y la casa de los Cullen estaba llena de todos aquellos vampiros friquis aliados. Nessie estaba esperándome en este sitio con sus padres y cuando yo llegaba de la Push, de coordinarme con Sam para lo que esperábamos iba a ser una batalla, la veía haciendo algo detrás del tronco. Entonces no le di importancia, pensaba que estaba jugando con algo. Luego, nada más verme, se incorporaba y corría hacia mí para abrazarme…

Había grabado esto en nuestro tronco para que quedase en el recuerdo por siempre, o tal vez para que yo lo viera y me animase…

Todo aquello lo había soportado porque ella estaba a mi lado. Todas las miradas por encima del hombro, todas las veces que me habían ignorado como si fuera el incordiante perro de la familia, todos los comentarios humillantes sobre los lobos, lo había aguantado gracias a Nessie, porque ella era lo más importante. Y ella siempre sabía lo que me pasaba, me comprendía, me calmaba, me alentaba colocándome su manita en la mejilla, diciéndome que no me preocupara, que yo era mejor que todos ellos juntos. Aun siendo tan pequeñita, ya me entendía y me apoyaba…

Sin poder evitarlo, mi mente proyectó el rostro angelical de Nessie, su risa, su largo y brillante cabello broncíneo, su voz dulce, sus preciosos ojos castaños, su maravilloso aroma, sus caricias, sus besos, su cuerpo sublime y perfecto, su coraje, su pasión, su bondad, su amor… Evocó la primera vez que mis dedos sintieron su luminosa y sedosa piel y mi piel sus dedos, la calidez de su aliento en mis labios, nuestro primer beso, los besos que estuvimos apunto de darnos, el beso eterno bajo la lluvia que nos hizo darnos cuenta de su imprimación, sus labios tiernos, cálidos y suaves, la primera vez que los sentí sobre mi piel, la primera vez que vi su deslumbrante cuerpo desnudo, nuestra primera, apasionada e intensa vez, aquella escapada de noche bajo la lluvia…

La enorme impotencia y esa desesperación que llevaba toda la tarde martilleándome se instalaron otra vez en mi cabeza, clavándose con inquina en mis torturados sesos como si de una aguja fina y afilada se tratara.

Cerré los ojos para ver si me aliviaba un poco, pero otro recuerdo saltó en mi cerebro como un resorte. Nessie y yo estábamos en la pradera del lago, dentro del agua cristalina de ese estanque natural. Ella se encaramaba a mí, rodeándome con sus largas piernas, se doblaba hacia atrás con esa flexibilidad y agilidad suya mientras yo la sujetaba, y se balanceaba de un lado a otro para mojar su preciosa y tupida melena. Siempre que hacía eso, me volvía loco. Sus kilométricos cabellos se alisaban y su color broncíneo adquiría un tono más oscuro, aunque seguían brillando como un espejo, quedaban flotando en el agua y bailaban al son de su suave movimiento. Mientras, el sol hacía que su piel se volviera aún más luminosa y especial, haciendo que su hermoso rostro y su espectacular cuerpo desnudo fueran todavía más angelicales, divinos. Sí, era una diosa. Yo notaba cómo mi cara se iba quedando más embobada por momentos, seguro que ahora mismo también la tenía por sólo recordarlo. La imagen parecía tan real, que si estiraba la mano, casi podía tocar su pecho de verdad…

- ¿Qué tal lo llevas?

El impacto que esa inesperada voz le estampó a mi distraída sesera provocó un acto reflejo que me hizo pegar un bote en el tronco y me puse de pie, a la defensiva.

- ¡Mierda, Edward, me has asustado! – gruñí cuando vi su pálido rostro entre las sombras, incorporándome.

El color de su cara no era lo único que palidecía.

- Lo siento - se disculpó -. ¿Puedo sentarme a tu lado?

La verdad es que no me apetecía nada tener compañía, y menos a él, que podía ver todo lo que pasaba por mi mente. Prefería pasar mi calvario personal en soledad, sin tener que compartirlo con nadie ni tener que juntarlo con el de los demás para llevar todo el lote encima, el mío ya pesaba bastante.

- No te molestaré mucho tiempo – se adelantó a decir, después de escanear mi recalentado cerebro.

Suspiré y me volví a sentar.

- Haz lo que quieras, estamos en un país libre – le contesté con desgana, cruzándome de brazos y mirando hacia otro lado.

Tampoco necesitaba ver su semblante atormentado, eso, además, haría que me sintiera culpable y egoísta.

El vampiro tomó asiento a mi lado y se quedó mudo. Hubo un instante en el que tuve que mirar de reojo para ver si seguía ahí, ya que no se escuchaba ni su respiración, aunque me imaginé que delante de mí no le hacía falta tomar aire para disimular.

Al hacerlo, vi de nuevo su cara de sufrimiento y empecé a sentirme un poco mal por ser tan cortante. Justo lo que no quería. Mierda.

- ¿Cómo está Bella? – le pregunté para quitarme ese peso de encima, aunque lo cierto es que también me preocupaba su estado mental, en las últimas horas no había hecho más que chillar y llorar como lloran los vampiros, sin lágrimas.
- Se ha calmado un poco y parece que Jasper ya puede hacer su trabajo con más facilidad – me contestó -. Ahora está más tranquila, por eso he venido hasta aquí. Quería ver cómo estabas tú, me pareció que estabas pasando un mal rato en el porche.
- Bueno, aquí estoy – manifesté, encogiéndome de hombros.

Se hizo un silencio bastante incómodo en el que a mí me hubiera gustado seguir a solas, saboreando a mis anchas mi enorme rabia e impotencia sin que nadie pudiera meterse en mi cerebro para chafarme el plan.

- Sobre el tema de Bella y su declaración del otro día… - habló finalmente.

¡Uf! Lo que me faltaba. No estaba de moral para peleas.

- Mira, no tengo muchas ganas de hablar de eso ahora, la verdad – le espeté, cansado.
- Solamente quería darte las gracias por haber sido tan comprensivo con ella – me soltó de sopetón.

No quería, pero mi rostro se giró él solo para mirarle con sorpresa e incredulidad. Sí, su mirada del otro día no me había engañado. Me lo estaba agradeciendo. No podía creerlo.

- Si vieras la crisis que está pasando Bella, no pensarías eso – declaró, mirando al horizonte con sobriedad -. Lo que viste el otro día sólo es la punta del iceberg.
- ¿Crisis? Ella me dijo que estabais mejor que nunca – respondí, volviendo la vista a mi izquierda.
- Sí, nosotros estamos bien – ratificó -. Sin embargo, ella está pasando por la típica turbación por la que tenemos que pasar todos los vampiros cuando transcurren ciertos años desde la transformación.
- ¿La típica turbación? – le miré de nuevo.
- Todos nosotros pasamos una época bastante mala cuando te das cuenta del estancamiento al que tienes que estar sometido mientras el mundo sigue girando a tu alrededor – empezó a explicar pausadamente -. Es una época de muchas preguntas y mucha confusión en la que tienes que encontrarte a ti mismo de nuevo, y no es fácil. Normalmente, tarda unas décadas, cuando la gente que conocías y que querías fallece y te das cuenta de que tú continúas en el mismo estado, petrificado, ni siquiera puedes despedirte de ellos, decirles adiós, ni siquiera puedes ir a su funeral o a su entierro; entonces añoras todo lo que tenías en el pasado o todo lo que podías haber tenido y te preguntas si merece la pena vivir eternamente. Sin embargo, a Bella parece que se le haya adelantado, aunque no a tal extremo. Para empezar, hecha mucho de menos a Renesmee. Ellas estaban muy apegadas, pero a medida que la niña iba creciendo, se iba alejando más de ella para unirse a ti. Y por supuesto, también influye el hecho de que no puede ver a Renée, a la que estaba muy unida, pero ahora, además, se ha sumado el repentino alejamiento al que se tiene que someter de Charlie, de Renesmee y de ti…
- ¿Crees que se arrepiente de haberse transformado?
- No sé qué decirte, la verdad – se quedó pensativo durante dos segundos -. Sí, en parte, pero no. Me explico. Sí, porque creo que ahora que Renesmee ha crecido y está contigo, ha visto la vida que podía haber llevado ella como humana a tu lado y sabe que hubiera sido muy feliz. Contigo, no hubiera tenido que renunciar a nada, incluso podía haber tenido muchos hijos, cosa que ahora es imposible. Sé que ella piensa en esto a menudo y que es uno de los motivos que la afligen y la aturden. Renesmee ha crecido demasiado deprisa y no le ha dado tiempo a saborear la maternidad. Ella no me dice nada, por supuesto, ya la conoces, pero yo sé que le gustaría tener más hijos, niños que crecieran a un ritmo humano, y, como dije antes, eso ahora es imposible. Y no, porque estar conmigo eternamente era lo que más deseaba del mundo y sé que es más feliz a mi lado, aun con todo a lo que ha tenido que renunciar. En realidad, no creo que tenga que ver con la transformación en sí, más bien con las cosas y las personas a las que tiene que renunciar y que nunca volverán a estar ahí. Como tú. Inevitablemente, en estos momentos, por la turbación que la afecta, Bella sigue amándote, pero sabe que no puede tenerte porque tú perteneces a Renesmee y porque me ama más a mí. El sentimiento de culpabilidad y el darse cuenta de que te tiene que dejar para siempre añade otro peso a la báscula, también se suma a todo lo anterior para hacerla sufrir.
- Así que todo se debe a una turbación que os da a los vampiros. Ya me olía yo que le pasaba algo raro, aquella reacción no era normal.
- ¿Lo dices porque también intentó besarte? – me quedé paralizado durante dos segundos y le miré con precaución. Su blanca cara estaba seria, pero no parecía enfadado. Edward radiografió mi mente llena de preguntas y suspiró – Bella me lo contó, por supuesto, entre nosotros no hay secretos – declaró, mirando al frente.

Genial.

- ¿Y a ti no te importa que intentara besarme, que ella siga queriéndome, aunque sea por una turbación? – le pregunté con escepticismo.
- Sí, claro – admitió -, pero sé que, aún ahora, me quiere más a mí y que esto sólo será un minúsculo capítulo oscuro en nuestra vida eterna juntos – agregó -. Además, yo no soporto verla así, quiero que sea feliz, por eso me pareció bien que te lo dijera, para que se desahogase y se olvidara de ti de una vez por todas.
- Vamos, no seas cínico. Sabías de sobra que yo ya no siento nada por ella y que la iba a rechazar, por eso lo permitiste - le achaqué, negando con la cabeza al ver lo evidente que era.
- Bueno, tampoco soy tonto, ¿sabes? – reconoció, soltando una pequeña risita apagada por la situación en la que nos encontrábamos en estos momentos -. No soy tan patoso como para entregarle la mujer que amo a otro hombre así por las buenas, y mucho menos a ti.
- Sí, ya lo sé… - murmuré.

Ambos nos miramos y nos sonreímos con una camaradería que me pareció hasta extraña, aunque esa sonrisa solamente duró un par de segundos, puesto que mi mente estaba centrada en otro asunto muchísimo más importante.

- ¿Cuántos aliados van a venir? – quise saber, cambiando de tema.
- De momento, el aquelarre de Denali – suspiró -. Alice está con Rosalie en el aeropuerto, esperándoles. Aunque ha alquilado un avión privado para ellos, no llegarán hasta por la mañana, pero prefiere estar allí, se encuentra mejor lejos de ti.
- ¿Y qué pasa con el resto de vuestros amigos?
- Amun se ha negado. Ya sabes que tiene a Benjamín, que es capaz de manejar los elementos de la tierra – me miró para ver si yo me acordaba y siguió hablando cuando vio que de algo -. Pues bien, no quiere volver a exponerlo ante los Vulturis, por miedo a que se lo quiten.
- Menudo idiota – murmuré, girando la cabeza hacia el otro lado.
- Kachiri, Senna y Zafrina han dicho que sí, pero tienen que venir desde las Amazonas y es evidente que no les va a dar tiempo a llegar, aunque nos han dicho que harán todo lo posible. Y lo mismo pasa con Maggie, Siobhan y Liam. Irlanda no queda cerca, tampoco.
- ¿Y esos dos tan espeluznantes? Ya sabes, los rumanos. Esos dos tienen muchas ganas de acabar con los Vulturis, ¿no?
- ¿Stefan y Vladimir? Sí, pero no hemos sido capaces de contactar con ellos y no nos da tiempo a ir a avisarles.
- Ya, supongo que esas momias están un poco anticuadas y no usan teléfono y esas cosas.

Mi estúpida frase le debió de parecer un chiste, porque se le curvó la comisura del labio y no pudo reprimir una risa entre dientes.

- Sí – dijo.
- Bueno, ¿y todos aquellos nómadas? ¿Qué pasa con ellos?
- Peter y Charlotte no quieren inmiscuirse en nada, creen que es demasiado peligroso, y el resto no es posible localizarlos, no sabemos ni dónde están.
- Así que solamente contamos con vuestros amigos de Denali – farfullé con enfado.
- Sí – asintió, observando el bosque con amargura.
- Estúpidos chupasangres – mascullé, enrabietado -. Nunca confíes en una sanguijuela – me murmuré a mí mismo.
- En fin, ya te dejo solo – dijo, levantándose -. Deberías dormir un poco, Jacob, ya son las tres de la mañana. Si quieres, puedes hacerlo en la cama de Renesmee.
- ¿Para ponerme a llorar cuando huela su efluvio? No, gracias.

Lo dije tal cual lo sentía, total, podía verme la mente.

- Entonces, deberías ir a tu casa y procurar descansar – me aconsejó.
- ¿Es que ahora eres mi padre? Dormiré aquí, si veo que me entran ganas – le contesté, malhumorado.
- ¿Vas a pasarte aquí toda la noche? – preguntó, preocupado.

Genial. Ahora ya me estaba haciendo sentir culpable otra vez por ser tan borde.

- No te preocupes, ¿vale? Soy mayorcito, sé cuidarme solo – repliqué, un poco más suave.
- Está bien, como quieras – por fin se giraba para largarse, pero entonces, algo se le debió de pasar por la cabeza, porque se dio la vuelta y se quedó frente a mí, mirándome durante un rato -. Quiero que sepas que te aprecio, Jacob – me confesó de repente. Guay. Otra cosa más que añadir a mi larga lista de culpabilidad -, aunque siempre hayas sido un incordio para mí – minimizó, sonriéndome con malicia -. Pero sé todo lo que amas a mi hija, sé que incluso darías la vida por ella, y eso puede con todo lo demás. Ya te dije una vez que pienso que no habría nadie mejor para ella que tú, y cuando nos marchemos, lo haré tranquilo y satisfecho, porque se queda contigo. Que no salga de aquí, pero estoy muy orgulloso de que mi hija se haya enamorado de un hombre como tú.

Eso último no me lo esperaba y me dejó completamente K.O. Pude notar cómo mi rostro dejaba ver mi estado atónito y me quedé planchado en el asiento sin poder decir nada.

Edward se giró otra vez y se piró como una exhalación, mezclándose con el espeso y oscuro follaje del bosque.

Seguí en estado de shock durante unos minutos, intentando rumiar sus últimas palabras. Jamás en mi vida me hubiera imaginado que Edward iba a decirme algo así a mí, y menos después de lo ocurrido con Bella el otro día.

¡Arg! Tenía tantas cosas acumuladas en la cabeza, que ya la sentía como un bombo. Puede que Edward tuviera razón y fuera mejor que durmiese un poco, por lo menos intentar descansar. Después de todo, necesitaba estar fresco y despejado para lo que me esperaba al día siguiente. Para recuperar a Nessie.

Me puse de pie, me quité los pantalones, los até a mi cinta de cuero y entré en fase, desconectándome automáticamente del resto de la manada. Me fui a la parte trasera del tronco y me eché allí, donde podía ver la inscripción que había grabado mi pequeña Nessie para darme ánimos.

Nessie y Jake.



Por supuesto, no pegué ojo en toda la noche, así que me levanté al alba y me puse en contacto con la manada para que se dirigieran al sitio comunicado por el vampiro pelirrojo. Ya habíamos estado el día anterior, así que no hizo falta que les explicara nada, todos sabían lo que tenían que hacer.

Podía haber ido directamente hacia allí, pero rodeé un poco para poder pasarme por delante de casa de los Cullen, así Edward leería mi mente, sabría mis planes y podríamos encontrarnos en ese sitio más tarde.

Estaba tan nervioso, cabreado y ansioso por encontrarme con Nessie, que mis patas corrieron más rápido de lo habitual para llegar a ese lugar cercano al Lago Pleasant. Había desconectado mi mente otra vez de la manada para poder pensar tranquilamente, así que cuando llegué al sitio y vi a Sam, me sorprendí.

No le dije nada, él seguía formando parte de la manada y sabía que sentía el deber de ayudar. Todos hubiéramos hecho lo mismo en su lugar.

Cuando me vio, asintió con la cabeza a modo de saludo. Le respondí con otro movimiento de tarro y volví a conectarme.

¿Qué tal está Emily?, le pregunté al llegar a su lado.

Bueno, gracias al doctor Cullen, empezó con la quimioterapia el martes. El oncólogo que la trata es muy optimista, según él, lo hemos cogido en una fase muy primaria y cree que se recuperará pronto.

Me alegro.

Sí, lo sé. Y quiero agradecerte todo lo que has hecho por nosotros, Jake. Si no llegas a hablar con el doctor Cullen…

No empieces con eso otra vez, ¿quieres?, le regañé. Ya te dije que no me costó nada convencer a Carlisle. En cuanto se lo mencioné, se ofreció él solo.

Tengo que reconocer que es un buen tipo.

¿Y qué tal lo lleva Emily?

En fin, no es un camino de rosas, pero, de momento, lo lleva bastante bien. Aunque todavía es pronto, lo peor está por llegar. Su madre se ha quedado con ella para cuidarla.

No tienes por qué estar aquí, le dije. Si quieres, puedes irte para estar con ella.

Quiero ayudarte a ti y a la manada, afirmó con firmeza.

Vale, pero si esto se pone feo, márchate, le ordené.

No dijo nada, se limitó a asentir con la cabeza otra vez. Era una orden y tenía que acatarla.

Lo mismo le digo al resto, anuncié para todos. El que quiera irse, es libre de hacerlo.

Un lobo nunca abandona a los suyos, declaró Leah.

Somos una familia, estaremos contigo y con Nessie a muerte, siguió Embry.

El silencio del claro se vio roto por los aullidos de apoyo.

¡Esos chupasangres se arrepentirán de esto!, aulló Paul.

¡Esto no nos lo perdemos ni locos!, exclamó Isaac.

Recuperaremos a Nessie, no te preocupes, me alentó Seth.

Está bien, está bien, gracias a todos.

Carraspeé y me puse a comentar y a consultar con Sam las posibles opciones que teníamos si al final había que luchar.

A medida que pasaba el tiempo y se acercaba la hora, más se notaba la tensión en el ambiente. Los chicos estaban ansiosos por luchar, aunque ya les había advertido que eso sería como ultimísima opción, y yo sólo lo estaba por recuperar a Nessie sana y salva, por volver a estrecharla entre mis brazos, por besarla.

Empecé a ponerme un poco nervioso cuando ya casi era la hora y la familia de Nessie no aparecía. Ya estábamos todos en nuestros puestos, esperando, y ellos sin aparecer. ¿Es que Edward no me había leído la mente cuando pasé junto a su casa?

Por fin, los Cullen salieron con rapidez de entre los árboles que bordeaban el pequeño claro, junto a sus amigos de Denali – Tanya, Eleazar y Carmen, Kate y Garrett -, y se pusieron a nuestro lado en un abrir y cerrar de ojos.

Sam hizo un movimiento de cabeza para saludar a Carlisle y éste le correspondió con otro. Entendí entonces que, aparte de a mí y a la manada, también había venido para ayudar a los Cullen, después de todo, se sentía en deuda con ellos.

Tanya y los suyos nos miraron un tanto cautelosos, ellos no estaban acostumbrados como los Cullen a nuestra presencia, pero me llamó la atención la forma en la que me miraron a mí. Abrieron los ojos como platos y Eleazar le sopló algo a Carlisle en la oreja, algo a lo que éste le respondió.

Me fijé también en aquél vampiro nómada llamado Garrett. Ya no era nómada, puesto que había venido en las Navidades con Tanya y Kate y estaba junto a esta última, cogidos de la mano. No me había fijado mucho en aquellas fiestas, la verdad, tenía otras cosas en la cabeza, pero al parecer, seguían juntos y se había unido al aquelarre.

Alice seguía con sus jaquecas, tenía los dedos puestos sobre las sienes y su menuda cara estaba retorcida en una mueca. Eso me mosqueó un poco, ya que significaba que Nessie seguía lejos de mí.

Todos se quedaron detrás de nosotros, excepto Edward y Bella, que se pusieron a mi lado, ambos con expresiones graves.

Ya era hora, resoplé.

- Perdonad, es que el avión de Denali sufrió un pequeño retraso – se excusó con un bisbiseo -. ¿Estáis todos? – quiso saber, mirando a su alrededor.

Bueno, he tenido que dejar a Thomas e Ivah en la Push para que vigilen la zona, pero tengo a diez repartidos, escondidos entre los árboles, por si acaso hay que darles una sorpresita, le revelé. No me gusta enseñar todas las cartas en la primera mano, ya sabes.

- Buena idea – aprobó.

Luego, le explicó a Bella lo que yo le había dicho con una voz tan baja, que tuve que mover la oreja en su dirección y agudizar mucho el oído para escucharlo.

Leah y Sam me flanqueaban un poco más retrasados y los otros nueve se distribuían por detrás, en formación. Sin embargo, no eran sus miradas lo que notaba pinchándome en mi nuca lobuna. Giré un poco la cabeza para mirar atrás y los de Denali pegaron un pequeño bote cuando los pillé observándome.

¿Qué les pasaba? ¿Es que no me veían guapo o qué?

- Están impresionados – me reveló Edward con un cuchicheo también muy bajo.

¿Cómo?, giré la cabeza hacia él, mirándole extrañado.

- La última vez que te vieron, no eras tan enorme – explicó, echándome un vistazo desde abajo -. Están realmente deslumbrados, sobretodo Eleazar. Ha visto que tienes una especie de don espiritual o algo así.

¿Yo un don espiritual?

Le miré bien para ver si me estaba tomando el pelo, pero su cadavérica cara no me mostraba nada de eso, más bien todo lo contrario.

- Sí. Piensa que lo tenías aletargado porque en aquel tiempo eras muy joven y que por eso no te lo había visto. Eleazar nunca se equivoca – sentenció.

Por supuesto, Jake. Eres Taha Aki, el Gran Lobo, aclamó Seth, todo orgulloso, que le había dejado el puesto a Sam y se encontraba detrás de éste, junto a Quil y Embry.

Bella me sonrió, aunque su sonrisa estaba degradada por la preocupación y el nerviosismo que sentía en esos momentos.

Iba a discutir eso, pero mi mente se centró en lo importante cuando percibí un movimiento rapidísimo en las hojas, a lo lejos.

¡Atentos!, avisé.

- ¡Ahí vienen! – lo hizo Edward para el resto.

Todos nos envaramos, Bella y Edward amarraron sus manos con fuerza y nos quedamos a la expectativa.





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JACOB&NESSIE
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeJue Mar 24, 2011 9:42 pm

Ahi pongo otro alien Espero que te guste, Cristina alien alien
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QUE ME ARRANQUEN
LOS OJOS SI ESTO
ES CIERTO


La caja torácica de Bella no fue la única que empezó a vibrar con un rugido. Mi tórax también retumbó con contundencia cuando vi que los individuos que salían de la primera línea de árboles que bordeaban el claro no eran los Vulturis con su séquito y que Nessie no estaba.

Los cinco espectros encapuchados caminaron con sincronización total y arresto. Se acercaron a un paso tan marcado y cadencioso, que ya empezaban a desesperarme, y se quedaron a unos metros de nuestra posición cuando por fin llegaron.

El más bajo de ellos, el que llevaba la capa más oscura, casi negra, alzó sus diminutas manos y retiró la capucha hacia atrás. Era esa tal Jane. Sus ojos rojos se clavaron en mí y en mis hermanos en primer lugar y después dirigió su petulante mirada hacia Edward y Bella.

- ¡¿Dónde está mi hija?! – exigió saber Bella con furia, quitándome la palabra de la boca.

Edward la mantenía agarrada, sujetándola por la mano con firmeza.

Un rayo gélido me atravesó de cabo a rabo cuando uno de los espectros levantó la cabeza y vi que era Nessie. Mis rótulas empezaron a temblar del shock y no pude ni moverme.

El semblante de Bella reflejaba los mismos sentimientos que el mío y se hizo un murmullo lupino consistente en gañidos y gimoteos.

¿Por qué vestía igual que esos chupasangres? Era imposible que ella estuviese de ese lado, tenían que tenerla engañada con algún truco o algo, Nessie no…

- Jake… - murmuró con sus dulces ojos llenos de tristeza, alzando la mano hacia mí.

¡Nessie!, gimoteé a la vez que mis patas ya corrían hacia ella.

No entendía cómo la guardia de los Vulturis podían retenerla de ese modo sin que pudiera ofrecer resistencia alguna, pero el impulso de ir junto a ella era más fuerte que cualquier otra cosa. Me la llevaría de allí en volandas, si hacía falta.

- ¡Espera! – me paró Edward, interponiéndome su brazo.

¡¿Qué coño estás haciendo?!, protesté enérgicamente.

- ¡Hay algo raro! – afirmó, nervioso, entrecerrando los ojos como si buscase algo en Nessie -. No es ella.

¡¿Cómo dices?!

- ¿Acaso dudas de tu propia hija? – refutó la tal Jane sin ninguna expresión en el rostro.
- Papá… - exclamó Nessie, sorprendida y dolida por la reacción de él.

Mis afanosos y desquiciados ojos no podían despegarse de ella.

- ¡¿Qué estás diciendo, Edward?! – chilló Bella con las pupilas llenas de contrariedad, oscilándolas de su hija hacia su marido sin parar.
- No puedo leerle la mente – reveló, llevándose la mano a la cabeza con inquietud.
- ¡¿Qué quieres decir?!
- Hay interferencias, como si la tuviera codificada.

¡¿Y si es la influencia de alguno de esos chupasangres con poderes?!, discutí con ansiedad.

- El guardia del extremo derecho debe de estar bloqueándola – intervino Eleazar desde atrás, ratificando mis pensamientos. Y eso que él no podía escucharlos. El aludido sonrió bajo su capucha gris oscuro, tan sólo se le veía la boca -. Es capaz de crear una barrera individual que aísla al sujeto que protege de otros poderes mentales, aunque no es opaca del todo, tiene algunas fisuras – explicó.

Luego, se llevó la mano a la barbilla con el gesto pensativo.

¿Lo ves?

- Aún así, hay algo que no encaja – siguió Edward, empecinado.

¿Y qué hay de los demás chupasangres? ¿Es que tampoco ves lo que están pensando ellos?, le azucé, nervioso.

- Los demás guardias me están confundiendo con sus distintos pensamientos – dijo esto dedicándole una mirada de odio a la rubia canija. Ésta sonrió con petulancia -. Han venido bien entrenados.

¡¿A qué demonios están jugando?!, gruñí con furia.

- ¡Mamá, papá, soy yo! – alegó Nessie en un tono tan suplicante, que se me clavaba en el alma -. ¡Jake, tú me crees, ¿verdad?! – declaró, reclamándome con la mirada mientras echaba hacia atrás su capucha también gris oscuro.

¡Mierda, Edward! ¡Claro que es ella!, ladré, levantando las patas de nuevo.

- ¡Escúchame! – reiteró, poniéndose frente a mí para detenerme -. Puede que tenga esa barrera, pero ya has oído a Eleazar, tiene fisuras, y hay algo en su mente que no me cuadra. Además, ¿no es un poco raro que la hayan puesto una barrera para que yo no pueda leer su mente?

¡Lo han hecho para confundirnos!, argumenté. ¡¿No lo ves?! ¡Quieren que acabemos a palos!

Desde luego, la canija rubia estaba disfrutando de lo lindo con nuestra discusión.

- ¡Edward, por favor, ¿estás seguro?! – quiso saber Bella, que ya estaba al borde del histerismo.
- ¡No es ella, confiad en mí! – insistió él con ahínco -. ¡Miradla bien!

La miré, como él dijo. Era ella, su rostro perfecto de porcelana, sus mejillas sonrosadas, su melena larga de color bronce, sus preciosos y sedosos labios, sus dulces ojos que me suplicaban…

- Jake… - sollozó, estirándome su brazo de nuevo.

¡Arg! ¡¿Es que nos habíamos vuelto locos?!

No podía más, verla llorar era lo último. Ya tenía mi medio plan pensado. Era un poco chapuza, pero en ese momento no se me ocurría otra cosa. La cogería con la boca por la capucha y la lanzaría a los brazos de su madre lo más rápido que pudiera, dentro del amparo de su escudo. Si me daba tiempo y tenía suerte, saltaría yo también hacia este lado, eso si antes la rubia enana no me dejaba hecho polvo con sus torturas mentales. Me importaba un bledo. Lo más importante era ponerla a ella a salvo.
Mi pata se adelantó sola para empezar a trotar hacia ella.

- ¡Jacob, no! ¡Es una trampa! – voceó Edward, poniendo sus heladas palmas sobre mi pecho peludo.

¡Quítame las manos de encima!, bramé con un rugido furioso, esquivándole.

- Jake, ven conmigo… - me suplicó Nessie -. Podremos estar juntos.

Un momento.

Las almohadillas de mis patas delanteras se hundieron en la tierra y se pararon en seco. ¿Cómo? ¿Ir con ella? ¿A dónde?

Fruncí mi ceño lobuno para mirarla extrañado. Algo no encajaba.

- No es ella, Jacob – repitió Edward, observándola con un profundo odio -. Sabes que Renesmee nunca se uniría a los Vulturis.
- No tenía elección – alegó ella con voz queda -. Aro me ha dicho que si te unes a él, nos dejará estar juntos. Esto es lo mejor para los dos.
- Miente, no la escuches – rebatió él -. No es Renesmee.

Un murmullo generalizado de confusión se plantó en mi, ya de por sí solo, frito cerebro, debido al intenso debate que se abrió entre mis hermanos.

Hazle caso a Edward, me decía Seth. Él sabe lo que hace.

¿Y si es Nessie?, refutaba Leah. ¿La vas a dejar ahí tirada?

De repente, el debate subió de volumen y se convirtió en una algarabía de voces.

¡Callaros!, ordené con un gruñido, y así lo hicieron.

Volví a mirar a la presunta Nessie.

- Jake… - me llamó, llorando.

¡Dios! ¡Presunta Nessie! ¿Cómo podía dudar de ella? ¿Estaba majareta o qué? Sin embargo, Edward estaba tan seguro, hasta Bella ya no sabía qué hacer. Y la verdad, para ser sinceros, había algo en ella que no…

Entonces, me di cuenta de una cosa.

Giré mi cabeza para mirar atrás y todas mis dudas se disiparon como el humo que se lleva el viento.

Alice se frotaba las sienes sin parar. Esa Nessie, no era mi Nessie.

Edward suspiró tranquilo, pero a mí la quemazón me invadió el estómago.

Ahora lo veía todo claro. ¡Qué estúpido había sido, dejándome engañar de esta forma! ¡Por poco había vuelto a caer en su trampa! Y decía había vuelto porque esto solamente tenía una explicación…

- ¡Ya sé qué está pasando aquí! – exclamó Eleazar a la vez que yo hacía mi descubrimiento por mi cuenta.

Me volví para clavarle una mirada de aguda inquina a la falsa Nessie. Ese disfraz estaba tan logrado, que me resultó hasta duro mirarla así.

Su precioso rostro de ángel empezó a desfigurarse por una maldad espeluznante. Se quedó clavada frente a mí, mirándome con arrogancia y, de pronto, me esbozó una sonrisa despectiva y de autosuficiencia que me dejó completamente helado.

Ya sabía que no era ella, pero no estaba acostumbrado a ver semejantes gestos en su verdadero rostro y, aunque éste no era el de verdad, me chocó muchísimo. A Bella parecía estar pasándole lo mismo.

- ¡Zhou! - desveló Eleazar con una entonación de evidente disgusto.

El farsante cambió de forma sin dejar de sonreír con altivez. El largo y ondulado cabello castaño rojizo pasó a ser una melena lisa bastante más corta de color negro que nacía de una frente con entradas. El rostro de Nessie se fue transformando ante nuestros atónitos ojos, hasta que el vampiro mostró su verdadera cara: un semblante pálido y ambarino, con rasgos asiáticos y unos ojos rasgados, pequeños y rojos como los de una rata.

Bella rugió rabiosa, mostrando sus colmillos, nuestras filas de atrás sisearon y mi manada se agitó y gruñó con furia casi a la vez.

- Cuánto tiempo, Eleazar – le dijo con un acento marcadamente oriental -. Veo que continúas en el bando incorrecto.
- Y yo veo que no has cambiado nada. Sigues siendo tan mezquino y retorcido como siempre – le respondió el ex-miembro de la guardia de los Vulturis con rabia.

Sí, era él. Ese malnacido era el que se había hecho pasar por mí y la había drogado para poder llevársela. Era el que me la había arrebatado, y ahora estaba frente a mí, riéndose con chulería y soberbia. Y no sólo eso, había utilizado su precioso y angelical rostro, contaminándolo y desfigurándolo de crueldad y falsedad para engañarnos y hacernos más daño. ¡¿Cómo se atrevía?!

Edward me interpuso su brazo de nuevo, adelantándose a lo que mi mente todavía no había fraguado del todo.

Aún así, no pude evitarlo. La cólera empezó a hacerse cargo de mi mente y noté cómo mis bronquios se llenaban de un aire rabioso y enajenado mientras resollaba por las narices con odio. Mi cola se irguió a la vez que mi columna y mis patas me obligaban a inclinarme hacia delante. Mi labio se retiró hacia atrás, toda la pelambrera de mi lomo se erizó y solté todo el aire de golpe, profiriendo un rugido tan potente, que me ensordeció incluso a mí. Los pájaros de los alrededores salieron en bandadas, espantados, y mis hermanos me acompañaron, agachando las orejas hacia atrás y doblando las colas hacia dentro automáticamente, en señal de sumisión y obediencia ciega.

El antes osado vampiro cambió su asquerosa cara al instante. Mis fauces salivaban y mis colmillos se mostraban con ansias de venganza, la clamaban a gritos.

¡Si no quieres que te deje sin brazo, más te vale que lo quites de ahí ahora mismo!, avisé a Edward con furia retenida mientras mis patas traseras se tensaban para coger impulso.

No podría retenerla mucho más tiempo. Si luego quería recuperar su brazo, tendría que pegarlo con pegamento.

- No creo que eso fuera buena idea, Zhou – empezó a hablar Edward, dirigiéndose a ese maldito con contundencia. Al parecer, ya no tenía esa barrera -. Si huyes, será peor. Te atrapará.

¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso quería darle una oportunidad a ese desgraciado?

Los ojos de la rubia canija se entornaron, y el careto del chino se llenó de injustificación y culpabilidad cuando ella se giró súbitamente para mirarle con imputación y censura.

- Veo que también sigues siendo tan cobarde como siempre – observó Eleazar.

Encima, era un cobarde de mierda. Mi tórax comenzó a vibrar de nuevo.

¡Le mataré!, grité a la vez que el rugido me raspaba la garganta.

- ¡Tranquilízate, Jacob! – me pidió Edward con firmeza.

Empecé a sentirme extrañamente más relajado. Miré hacia atrás, cabreado, pero sin poder estarlo del todo, ese rollo me desesperaba. La media sonrisa de orgullo de Jasper firmaba su autoría. Le dediqué un gruñido de reproche y miré hacia delante otra vez.

Edward se dirigió a la vampiro pequeñaja y le habló con una voz calmada, aunque extraordinariamente amenazadora. Me pregunté si a él también le estaría afectando la influencia de Jasper.

- Será mejor para vosotros que no nos provoquéis más con trucos sucios y baratos, era totalmente innecesario, ¿no crees?

Más bien se habían pasado de la raya.

- Paz – habló ella, observándome con un matiz de cautela -. No venimos a luchar. En realidad, ese percance no estaba en el guión – su cabeza se volvió hacia ese tal Zhou y éste le miró con sorpresa -. Era una pequeña travesura, pero te aseguro que Aro le dará el castigo apropiado.

Ni su voz, ni su semblante de niña pequeña se inmutaron lo más mínimo, sin embargo, la cara del vampiro chino juraría que había adquirido un color verdoso.

¡¿Nos está tomando el pelo?!, protesté con ganas. ¡Ella estaba en el ajo!

La mano de Edward me instó a la calma. ¿Cómo podía tener tanta sangre fría? Bella le miraba no muy conforme, pero le seguía la corriente, acatando todas sus decisiones con confianza ciega.

- ¿Dónde está mi hija? – quiso saber Edward, apretando los dientes y la mano de Bella a la vez.

Bueno, él también se estaba conteniendo lo suyo.

Rugí.

- Ella está bien.

La rubia enana levantó la mano y uno de los espectros que estaba detrás de su formación avanzó un paso para ponerse a su lado. El pelo rojo chillón se dejó ver del todo cuando retiró su capucha.

¡Enguerrand!, gruñí.

Todos los lobos me siguieron y gruñeron al unísono, agazapándose y mostrando sus dentaduras.

El pelirrojo me miró durante un fugaz segundo. Intentó disimularlo poniendo cara de póquer, pero se notaba que estaba incómodo. Se adelantó otro paso con precaución hacia Edward y cerró los ojos.

De pronto, su semblante se sumió en una intensa concentración, y cuando abrió esos párpados casi transparentes en los que se veían sus repugnantes y muertas venillas, sus ojos aparecieron vidriosos, estáticos, mates, sin vida. Le estaba mostrando la película que había grabado su mente cinéfila.

El rostro de Edward cambió de golpe. Pasó de la furia al dolor en un latido de corazón, y eso hizo que Bella y yo nos pusiéramos más nerviosos.

- ¡¿Qué estás viendo?! – quiso saber ella, adelantándose otra vez a mis pensamientos.
- La tienen en un habitáculo. Parece el interior de uno de esos carruajes que se usaban en la antigua Roma para transportar a la gente poderosa – empezó a explicarnos -. Está echada en una especie de camastro, durmiendo. Está bien, no tiene rasguño alguno.

Por un instante, sentí un cierto alivio. Por lo menos, ya no la tenían drogada. Estaba dormida, no se enteraba de nada y no había sufrido ningún daño.

- Está en buenas manos – declaró la enana rubia en un tono petulante -. Aro se está encargando personalmente de que esté en las mejores condiciones.
- Eso espero, por vuestro bien – amenazó Bella con una furia que se notaba que la sujetaba con alfileres.

La canija la miró con los ojos entrecerrados y chasqueó los dedos para que Enguerrand se retirara.

El pelirrojo volvió en sí, se puso la capucha y se colocó otra vez detrás de la formación.

- Aún así, eso no le exime de su secuestro – siguió Edward, imperturbable.
- No ha sido un secuestro – afirmó Jane, dejando caer una expresión grave en su semblante infantil. Sus pupilas escarlata se movieron hacia mí para clavarme una mirada claramente censuradora -. Las relaciones entre distintas especies son aberrantes, los Vulturis solamente se han limitado a hacer su trabajo para salvarla del mal. Os han hecho un favor, deberíais de estarles agradecidos.

¡¿Un favor para salvarla del mal?!, chillé mientras me envaraba y le gruñía con rabia.

El sentimiento de grave ofensa de mi manada se hizo notar con amenazadores rugidos y gruñidos. Para ellos, mi espíritu de Gran Lobo era antónimo total del mal. En fin.

- ¡¿Agradecidos?! ¡A mi hija no hay que salvarla de ningún mal, porque no hacen nada malo! – voceó Bella, indignada.

Edward levantó más su brazo para contenerme a mí y apretó su mano para calmarla a ella.

- Tranquilos – nos susurró.

Otra vez vino a mí una extraña sensación de involuntaria tranquilidad. En cuanto esto terminase, iba a tener unas cuantas palabritas con Jasper.

Me sentí como un estúpido, haciéndole caso. Cuando mis ojos se encontraron con los de Bella, supe que ella se sentía igual. ¿Por qué no podíamos aniquilarlos allí mismo? Esos con poderes mentales no tenían nada que hacer contra el escudo de Bella y, mientras éste nos protegiera, teníamos ventaja sobre ellos, ya que eran inferiores en número. Y desde luego, anulados los dotes sicóticos de la canija esa, ya no tenía competencia conmigo, podía arrancarle la cabeza de un sólo mordisco.

Edward me hizo un gesto de súplica para que me relajara y después se volvió hacia la vampiro enana.

Gruñí y eché pestes en mi fuero interno para quejarme. Bella tuvo que respirar bien hondo, se notaba que la tenía muchas ganas.

- ¿Para qué nos habéis hecho venir? – le preguntó, más que enfadado.
- Los Vulturis están realmente molestos con todo este asunto – expresó ella, levantando la barbilla con una arrogancia que me sacaba de quicio -. Sin embargo, Aro desea solucionar este problema de la manera más pacífica posible por el bien de vuestra hija, por eso quiere concertar un encuentro con el lobo y con vosotros.

Sí, solucionar el problema que ellos han creado. ¡Serán hipócritas!, mascullé, furioso. ¡Dile que sí, ya me estoy cansando de todo esto! ¡Quiero que la suelten ya!

- Me imagino que ellos llevarán a unos pocos amigos, así que no les importará que nosotros también llevemos a los nuestros, ¿verdad? – le dijo, señalando al grupo de Denali y a mi manada con la mano.

La rubia canija le observó durante un rato sin expresión alguna y después levantó el labio con altanería.

- El encuentro tendrá lugar a media noche en este sitio – sonrió presuntuosamente y tendió la mano para ofrecernos un mapa.

¡Estoy hasta las narices de mapas!, resollé con rabia.

Edward se adelantó hasta donde estaba Jane, me imaginé que custodiado en todo momento por el escudo de Bella, y cogió el plano.

- Sed puntuales – apostilló ella con la misma actitud.

La vampiro hizo una señal con la cabeza para que sus cuatro secuaces hicieran mutis por el foro junto a ella. Les dediqué una última mirada de afecto y un par de gruñidos de recuerdo al pelirrojo y al chino antes de que se dieran la vuelta para largarse a la velocidad del rayo con el resto de encapuchados, y en un abrir y cerrar de ojos, nos quedamos solos en el claro.

Sin que apenas me diera tiempo a pestañear, Edward estaba rodeado por los dos clanes de vampiros, excepto por Alice, que seguía con los dedos en las sienes. Abrió el dichoso mapa y todos le echaron un buen vistazo.

Ya podéis dejar vuestros puestos, anuncié a mis hermanos que estaban entre los árboles.

Resoplé por las narices con indignación y frustración. Habíamos venido para nada, teníamos que seguir esperando para recuperar a Nessie. Doce horas más. Doce horas más de angustia.

Gañí.

Corrí hacia una de las hileras de árboles y adopté forma humana. El resto, menos Seth y Sam, que también cambiaron de fase, continuaron como lobos. Aunque la mayoría ya había trabajado con los Cullen en aquella ocasión de hacía seis años, no tenían confianza suficiente en ellos y se sentían más cómodos así. Me puse los viejos pantalones y salí de mi escondite para reunirme con los vampiros.

Hablaban intensamente de algo. Agucé el oído y me acerqué con celeridad, ya que el tema me interesaba.

- Hola. ¿Puedes repetir eso que acabas de decir? – le pedí a Eleazar nada más llegar.

Su forma de mirarme, cuando giró el semblante hacia mí, me recordó a la del resto de mis compañeros de manada, cosa que me extrañó y me jorobó bastante. Intenté no darle importancia, aunque no escapó a ojos de los demás. Tanya, Carmen, Kate y Garrett también se unieron a esa pejiguera absurda, debían de creer a pies juntillas todo lo que el chupasangres adivinador de dones decía. Edward mecía levemente las pupilas de Eleazar a mí, y de mí a Eleazar, analizando y comparando lo que veía en mis sesos con cada pensamiento de éste para ver si era cierto, Bella tenía la vista clavada en Edward para analizarle a él a su particular manera y los otros Cullen observaban el espectáculo sin entender nada.

Se me escapó un suspiro nasal.

- Ah, hola, Jacob. No hemos tenido tiempo de saludarte antes – me contestó al fin -. Estaba comentando con Edward y Carlisle el don que tenía el guardia de la derecha.
- Varick, se llama – me informó Edward -. Se lo oí pensar a Enguerrand cuando Eleazar nos reveló su don. Es una adquisición nueva de Aro, de hace un par de años.
- Les estaba diciendo que puede causarle algún problema a Edward esta noche – continuó el adivino de dones.
- ¿Crees que Aro lo utilizará para que no puedas leerle bien la mente? – le pregunté a Edward.
- Probablemente, sí.
- ¿Y qué pasa con la que le cubre las espaldas? Ya sabes, esa tal Regina. ¿Aro puede usar dos escudos al mismo tiempo?
- Renata – me corrigió.
- Sí, sí, bueno, Renata, o como diablos se llame – protesté con prisas.
- Bueno, el escudo de Renata repele cualquier ataque físico, los desvía, y eso no es incompatible con la barrera que proyecta Varick, que se centra más en proteger la mente del individuo al cual protege – explicó -. Además, a Varick no le hace falta tocar a Aro como a Renata, para poder defenderle.
- Malditos chupasangres – me murmuré a mí mismo con rabia mientras paseaba con inquietud.
- ¿Por qué no vendrían los Vulturis para terminar con esto de una vez, y harían venir a Jane y a parte de su guardia? – interrogó Bella, visiblemente cabreada y dolorida -. ¿Es que tienen que torturarnos hasta el final?
- Aro quiere a Jacob, y este ha sido su último intento – afirmó Edward -. Por eso ha enviado a Zhou. Ese impresentable fue el que se hizo pasar por Jacob para que Renesmee se fuera con él – sus dientes chirriaron, sin duda, al recordar lo que había visto en la mente de ese desgraciado -. Sin embargo, ella enseguida lo descubrió por su temperatura y su olor, así que la llevó al baño a la fuerza para drogarla y sacarla por la ventana – en ese instante, los dientes que rechinaron fueron los míos -. En esta ocasión, se han puesto con el viento a su favor para mitigar todo efluvio y Zhou se ha hecho pasar por nuestra hija para engañar a Jacob y llevárselo. Una vez que él hubiera salido de la línea de tu barrera, se iban a adelantar dos de ellos para que no pudieras envolverle de nuevo e iba a ser bloqueado por Jane.
- Ese malnacido… - mascullé, casi decepcionado conmigo mismo por ser tan idiota -. Por poco consigue engañarme.
- Era idéntica, yo también hubiera caído – admitió Emmett para consolarme.
- Aparte de su habilidad para la transformación, Zhou es muy buen actor – reveló Eleazar con una voz acerada -. Le encanta meterse en el papel de sus imitados.
- Pero a Jacob no le había visto en la vida – repuso Bella -. ¿Cómo pudo hacerse pasar por él?
- Le basta con un retrato o una fotografía para copiar los aspectos físicos – declaró, cruzándose de brazos.
- Cuando secuestró a Renesmee, también imitó su voz – señaló Edward.

Cada vez me estaba poniendo más malo.

- Entonces, eso nos indica que los estuvo espiando, puesto que ha imitado la voz de ambos – siguió el de Denali -. Le es suficiente con echar un vistazo y escuchar una sola frase.

Mi rabia saltó como un resorte.

- ¡¿Por qué no me dejaste matar a ese asqueroso impostor?! – le eché en cara a Edward con indignación -. ¡Hubiéramos podido quitarnos de encima a esos cinco en un santiamén!

Mi manada coreó un aullido al unísono para apoyarme, se habían quedado con las ganas de hacerlo.

- ¡¿Estás loco?! – criticó él, poniéndome una cara que me decía que yo no veía lo evidente -. ¡Si los hubiéramos aniquilado, los Vulturis se tomarían la justicia por su mano y matarían a Renesmee!

La voz se me quedó atascada en el gaznate y los aullidos también cesaron.

- ¿Y por qué quiere Aro a Jacob? – preguntó Tanya -. ¿Por qué esa obsesión por él, hasta el punto de dejar Volterra, venir con sus esposas, su séquito y toda su guardia?
- Creo que es evidente, ¿no? – contestó Garrett -. ¿Has visto lo enorme que es? Es muy fuerte, además de inteligente, y a la vista está que tiene mucho potencial.

Si no fuera por la situación en la que estábamos, me hubiera sentido halagado y todo.

- Y sabe que si consigue a Jacob, podría tener a muchos más lobos que le seguirían a su disposición – continuó Bella, mordiéndose la uña del dedo pulgar con preocupación.
- Y sobretodo y antetodo sabe que le sería muy leal – añadió Eleazar -. Desgraciadamente, eso no abunda mucho entre los de nuestra especie.
- ¿Yo leal a ese chiflado decrépito? – objeté con incredulidad y un tanto ofendido.
- Con la influencia de Chelsea, le sería leal hasta su enemigo más acérrimo – aseguró.
- ¿Y quién es esa Chelsea? – quise saber; mi entonación tiñó la frase de un matiz sarcástico que me salió involuntariamente, pero que no pude evitar.
- ¿No lo recuerdas? Estuvimos hablando de eso hace seis años. Chelsea tiene el don de unir y deshacer los lazos emocionales de las personas – me aclaró Bella.
- Lo único que recuerdo es que hablabais sin parar de muchos vampiros y que tenía un lío enorme en la cabeza con tantos dones y tantos nombres – refunfuñé, rascándome la nuca con nerviosismo.

Ya estábamos perdiendo demasiado tiempo allí parados y yo cada vez sentía más la necesidad urgente de estar junto a Nessie. La echaba terriblemente de menos, la necesitaba como el oxígeno, eso unido a mi desesperación y mi preocupación porque se encontrara bien. El ácido que llevaba hurgándome el estómago desde que se la habían llevado, me estaba produciendo un hueco vacío y hondo. Me sentía como un toxicómano que está buscando su droga.

- Una vez que Aro consiguiera atraparte, le dejaría el resto a Chelsea – aseguró Kate -. En un abrir y cerrar de ojos, te encontrarías a ti mismo haciéndole reverencias.
- Eso es lo que piensa Aro – rebatió Edward antes de que me diera tiempo a mí a abrir la bocaza.
- ¿Cómo? – inquirió ella con extrañeza.

Yo también bajé las cejas sin entender nada.

- Chelsea no es capaz de romper todos los lazos emocionales – empezó a exponer, juraría que con una media sonrisa de complacencia -. Hay uniones que no puede deshacer.
- Los lazos muy fuertes, como el sentimiento que une a las parejas – acompañó Eleazar con el rostro lleno de grata sorpresa -. Jacob y Renesmee son pareja, es cierto.

¿Es que acaso lo había dudado?

- Exacto. Pero hay algo más. ¿Os acordáis cuando os contamos que Jacob estaba imprimado de Renesmee? ¿Cuándo os explicamos de qué se trataba?
- Sí, claro – asintió Tanya, todavía sin comprender a dónde quería ir a parar.
- Pues bien. Ese vínculo por sí solo ya sería totalmente irrompible para Chelsea, eso es algo con lo que nunca se había tenido que enfrentar, pero es que resulta que, además, Renesmee también está imprimada de él.

Los ojos de los de Denali se abrieron tanto, que se podían ver hasta las cuencas oculares en las que se incrustaban.

- ¿Renesmee también esta… imprimada de Jacob? – exclamó Carmen sin creérselo.
- Así es. El vínculo entre ellos es extraordinariamente fuerte e irrompible – confirmó Edward con satisfacción -. Chelsea no tiene nada que hacer. Aro no conseguiría dominar a Jacob jamás.

Eleazar y los suyos me miraban atónitos.

- Y eso no es todo – intervino Emmett con una sonrisa enorme -. Ya veréis cuando Carlisle os cuente lo de los genes, y cuando os enteréis de los instintos lupinos de Nessie y todo lo demás. ¡Vais a alucinar!

Las pestañas de los vampiros aliados no paraban de subir y bajar a una velocidad de vértigo.

Edward carraspeó.

- Sí, eso después, Em – el mencionado dejó de sonreír cuando Edward le lanzó una mirada de regañina por irse de la lengua en esos temas que a él tanto le incomodaban y que ahora no le iba a quedar más remedio que explicar -. Lo que quiero decir es que Aro no sabe nada de eso. Él cree que Chelsea puede usar su influencia, porque no piensa que la relación entre un metamorfo y un semivampiro sea de amor puro y verdadero, por eso solamente se ha preocupado de intentar cazar a Jacob.
- ¿Cazar? – protesté.
- Bueno, era un símil – se defendió.
- ¿Quieres decir que si le hacemos ver que Jacob y Renesmee tienen ese vínculo tan fuerte, se rendirá y se marchará? – quiso saber Bella con el rostro lleno de esperanza.
- Él sabe de sobra que los lobos actúan por su cuenta, pero no le importa en absoluto, ya te digo que confía en el poder de Chelsea y cree que, teniendo a Jacob, podría dominarles como ha hecho todos estos siglos con su guardia. Sin embargo, no cuenta con esto. Si demostramos que no puede tener a Jacob porque no puede dominarle debido a su enorme vínculo con Renesmee, más todo lo relacionado con los genes de nuestra hija y que ella es como él, ya no tendrá nada que argumentar delante de sus testigos. No podrá alegar nada en contra de su relación y ya no tendrá excusa alguna. Pero, además, tendrá que aceptar que es inútil intentar apoderarse del resto de los lobos. Sin Jacob, sabe que no puede dominar al resto de la manada, porque los lazos con su líder también son muy fuertes.

Bella sonrió y abrazó a su listísimo marido, más animada.

Yo también me sentí un poco más aliviado, pero ansioso de que llegara la media noche y todo terminara para poder tener a Nessie entre mis brazos, a salvo.

- ¿Qué es eso de que Renesmee es como Jacob? – interrogó Kate sin salir de su asombro.
- Venid, os lo explicaré todo – les exhortó Carlisle, abriendo una carpeta que tenía en las manos preparada pensando que íbamos a encontrarnos con los Vulturis.

Pero ellos no habían venido, y yo estaba frenético por ir en busca de mi ángel.

- Bueno – resoplé con el ceño todavía incrustado en los ojos -. ¿A dónde diablos hay que ir ahora?

Edward me pasó el mapa abierto y lo ojeé por mi cuenta.

- ¿Tan lejos? – exclamé.
- Sí, hay que ponerse en marcha ya.
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Cristina Almeida
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeVie Mar 25, 2011 9:44 pm

Mira que guau mi avatar, que rostro, que ojos, que hombre! Mi Dios, es perfecto... affraid estoy adorando eses capis... gracias!!!!
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeSáb Mar 26, 2011 1:45 am

affraid affraid affraid affraid affraid affraid Dios, ¿¿¿¿¿como quieres que duerma con esa foto????? Y luego dicen que es mas guapo Rob affraid affraid affraid Por Dios, la gente esta ciega o que? Laughing Laughing Laughing Es que no hay color!!!! Donde este este peazo de hombre, morenazo (con 19 años es mas hombre que Rob, al menos para mi Embarassed ¿ como sera cuando sea mas mayor? Twisted Evil Si Rob no se cuantos años tiene pero aparenta 30 y tiene veintitantos!!! Ojo, y lo digo yo que tengo 30 XDD ! Pero me parece un niño mucho mas guapo Taylor que Rob, lo siento cyclops cyclops cyclops ) que se quite lo demas!!!!! Que ojos, que ted, que rostro, que labios!!!!!! :-)ººº jajajajajaja ¡Estoy loca, pero que le voy a hacer! Envidio a Nessie, quien fuera ella. Para mi la pareja ideal son JAKE Y NESSIE!!!!! Por lo menos ella no tuvo que sacrificar nada por el, ni tuvo que transformarse en nada, Jacob jamas permitiria eso, no seria tan egoista alien alien alien ¡¡¡¡ES EL HOMBRE PERFECTO!!!!

Bueno, despues de este arrebato de locura te dejo el siguiente capi XDD Espero que te guste Wink

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CUANDO UN VAMPIRO SE PONE PESADO,
NO HAY QUIEN SE LO QUITE DE ENCIMA, DE VERAS


El camino cada vez se hacía más duro, no sólo por el paso tan estrecho que dejaban los apretujados y amontonados árboles por el que mi manada y yo casi no cabíamos, sino porque los pinchazos que perforaban mi estómago me atacaban con más frecuencia y ya eran insoportables.

El odio y la rabia, la desesperación y la angustia, estaban haciendo mella en mí. La incertidumbre de no saber si Nessie estaría bien o no y de no poder hacer nada para remediarlo me estaban volviendo loco.

Miré por enésima vez a la luna llena que reinaba en el cielo completamente despejado para cerciorarme de la hora. Ojalá mi cabeza también lo estuviera. La media noche ya estaba cada vez más cerca y eso incrementaba mi nerviosismo.

Intenté concentrarme solamente en la simple acción de esquivar los troncos y las pesadas ramas de los árboles para aligerar mis refritos sesos, pero escuché un zumbido casi sordo a mi derecha y mi cabeza se giró súbitamente y automáticamente, a la defensiva.

- Perdona, ¿te he asustado? – se disculpó Eleazar.

Un poco, la verdad.

Mierda. Si él no podía oírme.

Le hice un gesto con la cabeza para que no le diera importancia y siguiera su camino, lo que pasa es que no se piró. Se quedó caminando a mi lado, mirándome de reojo con aquella molesta expresión en la cara y unos ojos llenos de preguntas.

Ya estábamos otra vez con esa estupidez de mi don espiritual.

El vampiro adivinador se llevó la mano cerrada a la boca y su carraspeo ya fue todo un interrogatorio.

No, vamos, date el piro…

- Debe ser difícil liderar a veintitrés lobos – empezó a hablar, para mi desgracia -. Y más con esa telepatía de la que gozáis, que sin duda tiene que ser muy incómoda algunas veces. Aunque ya me ha dicho Edward que tú eres el único que puedes desconectarte del resto cuando te apetece – me miró para ver si yo le indicaba algo, cosa que no hice, y volvió a carraspear -. Bella y Edward me han contado la historia y algunas de las leyendas de tu tribu. Me han parecido muy interesantes.

Resoplé.

No me apetecía nada charlar, pero iba a ser la única manera de quitármelo de encima. Cuanto antes le contestara a lo que quería saber, antes me dejaría tranquilo. Así que me desvié del camino, dejándole con la siguiente palabra en la boca, cambié de fase detrás de uno de los tantos árboles y regresé para caminar a su lado, a dos piernas.

- Sé que quieres preguntarme algo, así que, venga, desembucha ya – le insté nada más llegar.

Eleazar se rió entre dientes.

- A diferencia de Zhou, la interpretación no es lo mío.
- Ya lo veo, ya – sonreí con una mueca, que era lo único que la angustia y el terrible dolor de estómago me dejaban sacar en esos momentos -. Bueno, ¿qué quieres saber?
- Más que preguntar, quería decirte lo que veo en ti – manifestó mientras apartaba una rama con la mano -. Edward me ha dicho que no crees en tu enorme poder, que no quieres verlo.
- ¿Poder?

¿De qué me estaba hablando? ¿Y por qué demonios se había tenido que chivar Edward?

Eché un vistazo hacia atrás, donde caminaba éste junto a Bella, Tanya, Carlisle y Esme. El muy idiota fingía que no estaba atendiendo, pero ya le conocía bastante bien como para saber que podía mantener una conversación a la vez que cotilleaba en las mentes ajenas.

Por supuesto, esto también lo escaneó y me dedicó una ligera sonrisa que delataba su confesión.

Claro. Edward había enviado al adivinador para que hablase conmigo. Genial. ¿Qué estaría tramando…?

- Tu don es increíblemente poderoso – siguió el pesado vampiro, interrumpiendo mis pesquisas.
- Ah, ya. Mi… don espiritual – vocalicé con burla.
- Veo que Edward tenía razón. ¿Por qué no quieres creerlo?
- Pues, porque no lo tengo – dije, alzando los hombros.
- ¿Nunca te has parado a pensar por qué eres diferente al resto de tu manada?
- Hombre, gracias por llamarme raro – me reí, otra vez sin ganas.
- No, eres especial, Jacob – recalcó, en un intento de arreglar el asunto -. Tienes un gran don que nunca le había visto a nadie, algo muy poderoso, aunque he de confesarte que no consigo verlo bien del todo.
- ¿Será porque no lo tengo? – repetí con sarcasmo -. Si nunca ha aparecido, será por algo, ¿no?
- Nunca lo ha hecho porque tú mismo lo estás bloqueando – afirmó, mirándome con convicción. Yo fruncí el ceño, extrañado -. No lo dejas salir. Tu negativa a ver la realidad, a aceptarla, lo tiene encerrado en algún sitio dentro de ti. Estoy seguro que, cuando lo aceptes, se evidenciará del todo.
- ¿Del todo?
- Eres el único de tu manada que puede bloquear sus pensamientos de cara a los demás. Y no sólo eso, Edward también me ha dicho que puedes meter en tu mente a todo aquel que quieres. Ese es parte de tu don, Jacob.
- Solamente me transformo en un animal, Eleazar. En un lobo grande y fuerte, nada más – le respondí, un poco cansado -. Los lobos no tenemos dones como vosotros.
- ¿Y qué hay de esa telepatía de la que gozáis? ¿No es eso un don? – rebatió -. Y no eres solamente un lobo. Eres el Gran Lobo.

Genial.

Resoplé.

- Vaya, Edward también te ha contado eso – murmuré, echándoselo en cara al mencionado, que seguro que estaba poniendo la oreja.
- Es fascinante toda la historia de vuestra tribu y las leyendas sobre vuestros orígenes, no pude evitar hacerle muchas preguntas – admitió, un tanto avergonzado.
- Si te gustan las leyendas de mi tribu, hay muchas tiendas de recuerdos en La Push – le sugerí.

El vampiro adivinador se rió durante unos segundos y luego carraspeó para ponerse serio.

- La telepatía también es un don – afirmó, continuando con su obcecado discurso -. Solamente tienes que fijarte en Edward.
- Nuestra telepatía es algo que llevamos en los genes – discutí -, ha ido pasando de generación en generación hasta hoy. No es ningún don.
- Sí, pero no deja de ser un don, heredado, de acuerdo, pero don al fin y al cabo – refutó -. El primero en tenerlo fue Taha Aki, ¿no es cierto? El primer Gran Lobo. Sus genes fueron transmitidos hasta nuestros días, sin embargo, el único que ha activado todos sus genes y todos sus dones eres tú. Tú eres el Gran Lobo ahora.
- ¿A dónde quieres ir a parar? – inquirí sin entender.

A ver si así terminaba rápido y ya me dejaba en paz.

- Piénsalo, Jacob. Vosotros estáis creados para luchar contra vampiros, vampiros de toda clase, es la razón de que seáis metamorfos. El primer Gran Lobo fue Taha Aki, él fue el primer metamorfo, de ahí descendéis todos vosotros, y él estaba bien preparado para aniquilar a cualquier vampiro, fuera cual fuera su poder. Y ahora el Gran Lobo eres tú. Contigo, disponéis de más armas para combatir a los vampiros de las que creéis. Según las leyendas de tu tribu, vuestro antepasado Taha Aki tenía una gran fuerza espiritual y era capaz de dominar su mente y sus pensamientos como nunca antes había visto nadie. Era el único que podía ocultar los pensamientos que no quería que los demás espíritus guerreros oyeran – me miró, esperando a que yo dijera algo. Sí, claro. Esas eran las palabras exactas que yo había utilizado para empezar a explicarle a Nessie lo de mi supuesta reencarnación. Y Edward las debía de haber extirpado del cerebro de ella en algún momento y las había memorizado bien. Me limité a asentir, suspirando, para que siguiera y terminara de una vez -. Eso es una especie de escudo – continuó -, podía bloquear lo que él no quería que saliese ni entrase en su mente. Y lo mismo te pasa a ti, puesto que eres idéntico a él, lo has heredado.
- Venga ya. ¿Crees que yo tengo un escudo? – pregunté, riéndome con escepticismo -. ¿Es que está de moda o qué?
- No es un escudo exactamente. Va más allá – declaró muy serio -. Creo que a ti no te afectarían los dones relacionados con la influencia mental, los bloquearías con tu fuerza espiritual, al igual que hacía tu antepasado. Estas influencias atacan a las partes débiles de nuestra mente, se aprovechan de nuestros miedos más profundos e inconfesables que ni siquiera nosotros mismos conocemos, pero tu fuerza espiritual, tu aura, es tan grande, que creo que no te afectarían en absoluto. No sé cómo funcionaría exactamente, pero los bloquearías y eso te daría un poder inmenso.

Un poder inmenso, sí, claro.

- Puede que yo no haya heredado todo eso que dices – objeté -. Puede que algunas cosas solamente sean leyendas, y uno no puede creérselas todas, ¿no te parece?
- Bueno, hasta ahora han sido todas ciertas, ¿no? ¿Por qué no iba a ser esto verdad? – insistió -. Tus antepasados eran capaces de extraer su alma de su cuerpo para luchar, vuestro comienzo fue gracias a eso, la magia corre por vuestras venas. Taha Aki fue capaz de interactuar con un lobo, con su espíritu, dado que su fuerza espiritual era inmensa. Y tú has heredado todos sus genes, eso incluye sus dones. Además, punto aparte es tu vínculo con Renesmee. Eso es otra muestra de tu don espiritual.
- ¿Qué tendrá que ver ella con esto? – cuestioné como contradicción.
- Edward ya me ha explicado el enorme vínculo que os une. Es tan grande, que ella hasta tiene instintos lupinos, y está tan ligada a ti, que incluso puede comunicarse contigo y adquiere tu olor cuando se transforma. Es algo inédito.
- Veo que Edward te ha contado muchas cosas – me quejé, echando un vistazo con cara de malas pulgas a mis espaldas.
- Vuestro vínculo es algo espiritual – siguió, sin importarle un bledo mis intentos de terminar con el tema -. Y ese vínculo lo has creado tú, Jacob – reveló, para mi total asombro.
- ¿Cómo? – ahora había captado mi atención.
- No estoy hablando de vuestra imprimación, aunque eso ya es algo mágico de por sí. Esto va desligado a eso, creo que aunque no hubierais estado imprimados, habría sucedido igualmente. En realidad, es algo que creáis los dos al estar enamorados, pero tú lo cierras del todo. A ver cómo lo explico – se llevó la mano a la barbilla y reflexionó durante un rato -. El don de Renesmee no se limita solamente a dejar ver sus pensamientos con el contacto de su mano – empezó a explicar -, ella es capaz de envolver a los demás de tal modo, que es imposible no rendirse a sus encantos, todos lo comprobamos hace seis años, cuando la conocimos. Sin embargo, los dos estáis tan enamorados, que Renesmee te envuelve a ti con más intensidad que a cualquier otra persona y hace que tú no puedas resistirte a su atracción, y ahí es donde entras tú y tu poder espiritual para cerrar ese círculo perfecto. Tu amor por ella es tan profundo, que tu fuerza espiritual se descarga y tú también la envuelves a ella con tu energía, haces que ella tampoco pueda resistirse a ti, pero, además, haces que esa parte de su don crezca cada vez más y ella te envuelva con mucha más intensidad sin que pueda evitarlo – empezó a gesticular con las manos, haciendo arcos -. Renesmee te envuelve a ti con su don y tú, a su vez, la envuelves a ella con tu fuerza espiritual. Sois como dos imanes que no se pueden despegar, uno atrae y envuelve al otro. Eso crea una energía espiritual tremenda que os vincula de una forma extraordinaria y mágica.

Mi boca se quedó colgando, pasmada.

- Pero eso no es por mi fuerza espiritual – casi me costaba pronunciar esos vocablos que me parecían hasta absurdos -, es por nuestra imprimación mutua – alegué -. En eso consiste la imprimación. Es una pulsión muy potente que te atrae hacia la otra persona.
- La atracción sí, pero la energía que os envuelve es algo espiritual que generas tú – rebatió -. Apuesto a que ninguno de los demás chicos imprimados de tu manada siente esa energía que sentís vosotros. Además, otra prueba es Alice. Ella siempre ha percibido la atracción causada por vuestra imprimación, incluso antes de que Renesmee naciera, tal era vuestro vínculo ya entonces. La percibe a su manera, ya que únicamente la siente cuando estáis separados, que es cuando las cosas no están como tienen que estar. No se trata de una separación física únicamente, sino de una separación impuesta, ya sea por parte de alguien ajeno o por vuestra propia voluntad, si se diera el caso. Un ejemplo de eso lo tenemos cuando Bella estaba embarazada. Según Edward, tú no querías tener nada que ver con el feto, sin darte cuenta, tú mismo estabas imponiendo una separación con Renesmee, por eso Alice tenía esas jaquecas, aunque vuestro vínculo era tan fuerte, que sólo con que tú entraras en la casa, ella ya se aliviaba. Alice nota la fuerza que tira de vosotros para que os juntéis, por decirlo de alguna manera, por eso le dan esas tremendas jaquecas. Sin embargo, su increíble sensibilidad para lo espiritual percibe tu energía desde que Renesmee y tú os enamorasteis, por eso sus dolores de cabeza son todavía más intensos ahora que os han separado, yo mismo lo vi cuando vino a recibirnos al aeropuerto con Rose. Aun estando tan lejos de ti, no podía separar los dedos de las sienes. Si te fijas, sus dolores de cabeza son más constantes y no puede controlarlos.

Me fue imposible no quedarme con esa cara de idiota.

Lo cierto es que eso de la energía era verdad, no lo podía negar. Siempre que nos besábamos, la sentíamos fluir a nuestro alrededor, y cuando hacíamos el amor, cuando nos entregábamos el uno al otro completamente, ya se desataba del todo, para unir nuestras almas.

En ese momento, no pude evitar recordar las palabras del Viejo Quil el día que se me ocurrió llevar a Nessie a su casa para comentar lo de la pulsera. La alocución que había escuchado por boca del vampiro adivinador ahora mismo no distaba mucho de lo que me había dicho Ateara cuando había estado apunto de besar a Nessie para que comprobara si la pulsera vibraba, y había acabado descubriendo nuestro enorme vínculo: “nunca he visto nada igual en toda mi vida. Es cierto, no vibra a ojos de los demás, nosotros no la hemos visto, pero todos hemos observado cómo tú sí la sientes – había dicho, dirigiéndose a Nessie - y, sobretodo, hemos notado la energía que desprendéis. Es increíble, esto último es impresionante, nunca había percibido una energía igual”.

El vampiro adivinador de dones se percató de mi desconcierto y aprovechó la oportunidad para embestirme de nuevo.

- Eres el Gran Lobo, lo sabes, ¿por qué te cierras a aceptar la realidad y no dejas que tu don se libere?

Resoplé, ya cansado de todo este rollo de dones y poderes. Además, la noche avanzaba tan rápido como mi nerviosismo. Estaba frenético perdido por ver el rostro de Nessie, por recuperarla sana y salva. Todo este asunto de mi don espiritual o lo que diablos fuera me traía sin cuidado.

- Mira, puede que sea el Gran Lobo, sí, y puede que tenga un mínimo de espiritualidad – admití, tiñendo la última palabra de ironía -, pero yo no he heredado todo ese poder que tenía Taha Aki, te lo aseguro. Y ahora, si no te importa, voy a entrar en fase – tajé de un ramalazo -. Ya falta muy poco para llegar y quiero concretar ciertas cosas con mi manada – mentí para quitármelo de encima.
- Claro, por supuesto – asintió -. Pero piensa en lo que te he dicho, ¿de acuerdo? Deberías dejar salir todo ese poder que llevas dentro.

Volví a resoplar.

- Sí, sí, vale – acepté con el mismo fin de antes -. Me lo pensaré.

No sé si se lo tragó del todo, pero el caso es que se alejó para caminar con el grupo de Edward y me dejó solo.

¡Uf! Lo que se había liberado por fin era mi tranquilidad, por lo menos, la poca a la que podía aspirar.

Me desvié otra vez del camino y entré en fase de nuevo, sin conectarme con mi manada para poder romperme la sesera a gusto.
Sin embargo, esta simple acción volvió a traer de regreso las palabras de Eleazar a mi recalentado cerebro.

¿Podía ser verdad? Todo esto de ser capaz de desconectarme de la manada lo había heredado de Taha Aki, no podía negarlo. Pero, ¿era yo el Gran Lobo de verdad? ¿O era simplemente que se me había activado a mí ese gen que a los demás no se les había activado? Unas veces, una parte de mí me decía: ¿por qué no podrías serlo?, sin embargo, otra me decía enseguida: ¡venga ya, estúpido! ¿Y qué significaba realmente ser el Gran Lobo? Estaba claro que para los demás yo era alguien espiritual, alguien casi sagrado, alguien a quien seguir y obedecer les llenaba de honra. Para mí solamente significaba que tenía la mejor genética de todos, era el más grande y fuerte, y, vale, podía desconectarme de la manada, pero era otra virtud más, como nuestra rápida curación o la telepatía que teníamos todos, solo que, esta virtud, solamente la disfrutaba yo por tener activado ese gen. Taha Aki era el mayor de los Espíritus Jefe, él sí que era el Gran Lobo de verdad, él sí que tenía una fuerza espiritual inmensa, en cambio, yo, tan sólo era un chico normal, o medio normal, vamos. Sí, bueno, vale, tampoco podía olvidar el poder que tenía la pulsera de compromiso que le había hecho a Nessie, mis revueltos sesos nunca habían encontrado explicación para eso, y tampoco para la energía que nos rodeaba cuando estábamos juntos…

¡Arg, mierda! ¿Por qué habría escuchado a ese pelmazo?

Resollé por las narices, ya harto de todo esto.

Además, no tenía tiempo de pensar en este tema absurdo. Mi aturullado cerebro solamente se podía concentrar bien en pensar en una cosa: salvar a Nessie. Eso era lo único que se le daba bien en estos momentos.

Mi Nessie, mi ángel.

Eso era lo único y más importante.

Le eché un vistazo a la luna otra vez. Ya era casi media noche, quedarían unos cinco minutos, más o menos.

Giré mi cabeza hacia atrás sin dejar de caminar.

Oye, ¿falta mucho para llegar a ese sitio?, le pregunté a Edward con ansiedad.

- Estamos llegando – respondió, haciendo que todos los que le rodeaban le mirasen -. El claro está al final de esta pendiente.

Le eché un vistazo a Alice, que iba agarrada del brazo de Jasper. Al parecer, su tremendo dolor de cabeza no se había ido. Eso me mosqueó y me desquició todavía más. ¿Es que Nessie no estaba cerca ahora tampoco? Edward se dio cuenta y también torció el gesto.

Ya se veía el final de la dichosa pendiente arbolada. Mi inquietud y mi tensión iban aumentando conforme la línea de la terminación del camino se acercaba. Ya olía bastante, por culpa de los Cullen y del aquelarre de Denali, pero el hedor a chupasangres comenzó a invadir toda la zona, mis hermanos y yo arrugamos la nariz, de lo fuerte que era la peste, quemaba como el ácido.

Edward me hizo la señal y me conecté con el resto de mi manada. Di instrucciones para que hicieran lo que habíamos acordado con los Cullen, así que mis veintiún lobos dejaron paso libre a los dos clanes de vampiros y se colocaron detrás de mí, en formación.

Caminamos en un completo y tenso silencio unos cuantos metros más, hasta que, por fin, llegamos al final de la cuesta y salimos al claro.

El lugar tenía alguna pequeña arboleda que otra y se ubicaba entre las verdes bases de dos montañas que se abrían formando un valle en forma de U y que estaban coronadas por un espeso manto de nieve en las cumbres.

La estampa que se abrió ante nosotros era la misma que hacía seis años, solo que, en esta ocasión, los que esperaban eran ellos. Ya estaban desplegados, así que me dio tiempo de sobra a contarlos. Un regimiento de treinta y dos apestosos chupasangres encapuchados, cuyas capas entrelazaban un único tejido en tonalidades grises que empezaban más claras en los flancos y que se iban oscureciendo a medida que llegaban al centro y al meollo de la formación, donde se encontraban los Vulturis agarraditos de la mano. Éstos lucían sus capas negras, como sus oscuras almas, al igual que los dos espectros de aspecto débil: las esposas de Aro y Cayo, que permanecían en la retaguardia, junto con los numerosos testigos de éstos.

Los semblantes de los Vulturis no mostraban emoción alguna.

Los Cullen y los de Denali salieron al campo abierto y se distribuyeron en una línea que lideraban Edward y Bella, situándose al centro y al frente, un poco más adelantados que los demás.

Se armó un revuelo bastante importante cuando los lobos comenzamos a salir a escena; unos sonoros murmullos provocados por los testigos de los viejos decrépitos, que asomaban la cabeza por detrás de la formación de la guardia, escondiéndose al amparo de su protección. También se escuchó algún siseo y gruñido de desaprobación, aunque pronto todos se callaron al observar nuestro elevado número de efectivos.

Me adelanté sin contemplaciones para ponerme junto a Bella y Edward y mi manada me siguió incondicionalmente para quedarse detrás de mí, también en formación.

Lo primero que hicieron mis ojos fue recorrer la fila de vampiros para buscar a Nessie, sin embargo, ella no estaba allí. Miré a Alice y ésta no se frotaba las sienes, aunque podía ser una fachada ante los Vulturis para que no la vieran tan vulnerable. Iba a preguntarle a Edward, pero parecía muy concentrado en leerle la mente a los chupasangres que teníamos delante y en controlar su rabia. El hecho es que mi Nessie no estaba allí. ¿A qué estaban jugando? Un latigazo de ira me invadió de repente y me hizo pensar por un instante en la posibilidad de aniquilar a Aro de una vez por todas, lo tenía tan a tiro. Pero, desgraciadamente, no podía hacerlo, porque él tenía a Nessie, y quería recuperarla sana y salva, así que me contuve lo suficiente para no abalanzarme sobre él, aunque sí que le dediqué un rugido que me raspó la garganta y que retumbó en las cercanas montañas que se veían a nuestros lados, creándose un eco insistente. Los testigos se sobresaltaron, el caduco Vulturis de pelo negro, el tal Marco, ni se inmutó, parecía que todo esto fuera un aburrimiento para él, Cayo apretó los dientes y la guardia se puso en alerta. Sin embargo, a Aro no pareció importarle en absoluto. Sonrió como el chiflado que era y se quedó mirándome sin tapujo alguno con ese repugnante rostro suyo maravillado, el muy imbécil. Volví a sentir la urgencia de lanzarme a su yugular y terminar con él allí mismo, aunque eso probablemente me envenenara. No pude evitar enseñarle un poco los dientes y gruñir. Edward me puso el brazo delante para que me tranquilizase, mientras que Bella apretaba su mano para calmarse a ella misma. Entonces, Aro soltó las manos de los otros vejestorios, se giró hacia sus subordinados, levantó el brazo y la quietud volvió a invadir el claro.

- Paz – les dijo con esa voz etérea.

Avanzó un paso, seguido por una mujer envuelta en una capa de un color gris oscuro que no dejaba de tocarle la espalda como si estuviese pegada. No hacía falta ser muy listo para percatarse de que esa era su guardaespaldas personal, Renata.

Dedicó una mirada a Edward y a Alice que decía a gritos lo mucho que ansiaba tenerlos entre sus filas, al igual que había hecho hacía seis años, solo que, en esta ocasión, también añadió a Bella. Se quedó mirándola durante un instante, sin cortarse un pelo. La vibración de mi tórax se vio tapada por el gruñido que retumbó en la garganta de Edward.

Mientras Aro empezaba a evaluar nuestras filas, me fijé en el chupasangres de manto oscuro que permanecía a la derecha de los otros Vulturis, otra vez tan sólo se le veía la boca. Varick debía de estar bloqueando el mugriento cerebro de Aro a la vez que Renata lo protegía de los ataques físicos.

La cara de Edward lo decía todo. Eleazar tenía razón.

Otros dos vampiros, más bajos que el resto y cuyas capas tenían el gris más oscuro de todos, se disponían al lado del canoso Cayo. Era la enana rubia y su hermanito gemelo Alec, otro canijo, aunque había que tener cuidado con ese. Bella ya me había explicado que era capaz de quitarte todos los sentidos sólo con mirarte. Estos dos estaban acompañados por ese grandullón de Demetri - esa sanguijuela rastreadora les sacaba setenta centímetros por lo menos y era incluso más alta que Emmett, el cual ya me superaba a mí en mi forma humana - y por el otro no menos gigante, ese tal Félix.

La canija rubia me miró con sus aires petulantes y me dedicó una sonrisa de igual modo. Iba a gruñirle, pero pensé que era mejor ignorarla. Ya sabes, no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, y pareció funcionar. Noté cómo mi pasotismo la ofendía en el alma.

Por más indicios que busqué, no fui capaz de distinguir a la famosa Chelsea, ya que todos los vampiros que formaban la guardia se escondían bajo sus capuchas de distintas tonalidades grises. Pero hubo dos rostros que no escaparon a mis avispadas pupilas.

Enguerrand tenía la misma cara de póquer que por la mañana, solamente se limitó a echarme un fugaz vistazo y volvió su vista al frente. Sin embargo, el ahora osado chino – ahora osado porque estaba bien respaldado por los suyos - me sonrió con arrogancia y su semblante se transformó durante un segundo en Nessie a modo de burla.

Eso me cabreó enormemente y el rugido que había soltado antes se multiplicó por dos. La guardia volvió a ponerse en alerta y los dientes de Cayo chirriaron de nuevo.

- Te pediría que controlases a tu guardia, Aro – empezó a hablar Edward con sobriedad, señalando con la cabeza al despreciable de Zhou -. Esto, junto con lo de esta mañana, es una provocación, ya se pasa de la raya. Te aseguro que no seremos nosotros solos los que no vamos a tolerar que se hagan pasar más por nuestra hija.

El viejo me miró, comprendiendo a qué se refería él, se giró y miró al eludido con irritación.

- ¡Sí, desde luego! – exclamó, fingiendo disgusto -. Eso ha sido un incidente intolerable que sin duda tendrá su justo castigo – declaró, entrecerrando sus nebulosos ojos.

Cínico, mascullé con rabia.

El semblante del vampiro chino se volvió más pálido todavía y el Vulturis se giró hacia nosotros de nuevo.

- Perdonad este pequeño percance – dijo a la vez que palmeaba sus manos una sola vez -. Ha tenido que ser muy desagradable.
- Tanto como el secuestro de nuestra hija, Aro – le echó en cara Edward con el rostro lleno de tensión.

Los murmullos volvieron otra vez, aunque en esta ocasión eran más suaves.

- Me duele que pienses así, mi querido amigo – afirmó con una voz ostensiblemente sufridora -. ¿Cómo piensas que hemos secuestrado a vuestra preciosa Renesmee?

¡¿Y cómo lo llamarías tú, asqueroso y viejo decrépito?!, gruñí.

- ¿Es que hay otra palabra para definirlo? – me copió Edward, utilizando esos estúpidos y flojos vocablos.
- Edward – exclamó, oscilando su mirada hacia mí y llevándola después de nuevo hacia él -, solamente nos hemos limitado a protegerla, a apartarla del mal camino – se defendió, alzando las cejas y abriendo sus legañosos ojos como si eso fuera algo evidente.

La reacción de mis lobos no se hizo esperar y el silencio del claro se vio interrumpido por sus ladridos y gruñidos.

¡Vale ya!, les regañé.

Si no, esto se iba a alargar más de la cuenta, y lo que más importaba era que nos devolvieran a Nessie de una vez.

Mi manada se calló ipso facto.

- Eso es algo que tenemos que aclarar, pero ahora queremos ver a nuestra hija – pidió Edward con un tono de reclamación.

Bella apretó su mano y sus dientes.

- Me temo que eso va a tener que esperar.

¡¿Cómo?!, mi tremenda indignación se hacía patente con la respuesta encrespada de todo mi cuerpo.

Mis lobos gruñeron de nuevo y nuestras filas se unieron a nosotros.

- ¡Quiero ver a mi hija ya! – exigió Bella con un grito furioso.

Edward le pasó el brazo por la cintura para contenerla y pude ver por el rabillo del ojo cómo Jasper ponía cara de concentración.

- Mi querida Bella – lamentó Aro, frunciendo aquellos delgados y pálidos labios mientras negaba con la cabeza -. No te imaginas lo que me duele esto, pero te aseguro que es por su bien, créeme. Sólo pienso en el bien de esa hermosa y delicada flor. No entiendo cómo habéis permitido semejante desvío.
- ¡¿Estás llamando a mi hija desviada?! – bramó ella, apretando los dientes al pronunciar esa palabra.

Me uní a Bella, agazapándome y rugiendo, y mi manada gruñó a mis espaldas.

Edward me interpuso su brazo a la vez que noté cómo mi cuerpo se iba tranquilizando poco a poco. ¡Jasper…!

- ¡Su relación es una aberración! – voceó Cayo desde su posición -. ¡Un metamorfo con un semivampiro! – censuró.

Los testigos se unieron a su desaprobación con agitados murmullos.

Rugí con fuerza, aunque me hubiera gustado hacerlo con más si no fuera por la influencia de ese idiota de Jasper.

- Paz, hermano – volvió a pedir Aro, alzándole las manos.

El anciano de melenas blancas resopló y frunció el ceño, enfadado.

- No nos malinterpretes, Bella. Lo que Cayo intenta decir es que no debemos jugar con la naturaleza juntando dos especies diferentes – siguió Aro, hablando en un tono tranquilo -. Y mucho menos tratándose de alguien de nuestro mundo. Eso está totalmente prohibido, lo sabéis.
- Si nos dejaras explicarte ciertas cosas, verías que te estás equivocando, mi querido amigo - intervino Carlisle, actuando como el Vulturis -. No obstante, creo que primero tenemos derecho a verla, ¿no te parece? Aunque sabemos de tu gran hospitalidad, estas horas han sido muy largas para nosotros, compréndelo.

¡¿Gran hospitalidad?!, mi mandíbula no daba crédito a lo que estaba escuchando.

Edward alzó la vista para mirarme con unos ojos que me pedían a gritos paciencia, cosa de la que yo no gozaba en estos momentos.

- Lo comprendo, mi apreciado Carlisle – qué falso había sonado eso -, pero has de comprender tú también que ante todo está el bienestar de la joven, y no quiero exponerla más a este descarrío hasta que todo esto se arregle como es debido – sus adjetivos descalificativos ya me estaban hartando, mi rugido sordo hizo vibrar mis cuerdas vocales. A Carlisle no le quedó más remedio que asentir, dado que el viejo hipócrita y chiflado estaba claro que no iba a dar su brazo a torcer -. Además, antes quisiera hablar con el implicado – manifestó, mirándome a mí.

El implicado…, chisté.

Sus lechosos ojos se dirigieron de nuevo hacia el doctor y abrió su bocaza maloliente una vez más.

- Como de seguro también sabrás, me gusta escuchar todas las alegaciones, soy conocido precisamente por ser bastante indulgente – afirmó, haciendo gala de su inmodestia, girándose hacia atrás para mirar a su público. Luego, se volvió para dirigirse hacia nosotros otra vez -. Tal vez haya una solución pacífica a este desagradable asunto – insinuó, echando un vistazo a toda mi manada sin cortarse un pelo.

Nuestra hilera siseó en protesta y nosotros gruñimos con rabia.

Estaba claro que no nos habíamos equivocado. Todo esto solamente era un guión para tener una excusa y llevarme a mí junto con mi manada. Ahora lo que teníamos que hacer era seguir el nuestro para destrozar su película, y cuanto antes, mejor. Antes nos entregaría a Nessie.

Venga, dile que me pregunte lo que quiera, azucé.

- Está bien – accedió Edward, aunque no muy conforme por no poder ver aún a su hija, y con el evidente disgusto dibujado en la cara de Bella por la misma razón -. ¿Qué quieres saber? Yo puedo retransmitirte.

- No, no. Quiero hablar con él en persona – matizó con segundas, como si no se creyese que yo lo fuera.

Los ojos de Edward se abrieron como platos y pude oír a la perfección el rechinar de la fila de muelas que me escoltaban más todas las de mi manada.

Ni se te ocurra, me advirtió Sam. Si traspasas el escudo de Bella, serías totalmente vulnerable.

Pero yo no tenía ni pizca de miedo, más bien todo lo contrario. Estaba deseoso de enfrentarme cara a cara con ese senil perturbado para mirarle a sus asquerosos ojos y decirle cuatro cosas.

Dile que sí, le pedí a Edward.

- No creo que eso sea posible, Aro…

¿Qué diablos estaba haciendo? ¿Es que no me había oído?

¡Dile que sí!, repetí, furioso.

¡No lo hagas, Jacob!, insistió Sam.

El nerviosismo de mi manada se hizo evidente.

- ¿Qué pasa? ¿Acaso nos teme? – inquirió Aro con una risa burlona.

¡¿Temer?!

No me hizo falta ni buscar el fuego en mi interior. La llama recorrió toda mi columna vertebral y la dejé fluir por todo mi cuerpo; éste se sacudió con ímpetu y mis patas delanteras se alzaron a la vez que explotaba, para erguirme del todo y quedarme sobre dos piernas.


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Cristina Almeida
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeSáb Mar 26, 2011 3:49 am

¿y la barbilla? Es todo todo perfecto... Piel,color,ojos,sonrisa.. Y encima es jovencito, me imagino lo magnifico que será... ¿Sabes que hago la misma pregunta? Cómo puede a alguien le gustar más a Rob, sin color,ni nada de nada... ¡Qué invidia tengo da Nessie! SM hice la mejor pareja y tú la mejor continuación, sinceramente. Ains... Voy leer los capis que me has puesto y quiero sueños con un morenazo guapisimo... Ains...
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeSáb Mar 26, 2011 8:21 pm

Yo tambien me apunto a eso de soñar con Jacob!!! jajajajaja

Taylor es perfecto!!! I love you I love you No me imagino a otro en el papel de Jacob Black Wink

Muchas gracias por eso de que esta es la mejor continuacion Very Happy Very Happy Very Happy alien alien Y si, JACOB Y NESSIE SON LA MEJOR PAREJA!!!!! Amor sin condiciones!!! ¿Se puede tener mas amor por una persona que ellos dos? Yo no lo creo Rolling Eyes

Bueno, aqui te dejo otro capi mas. Espero que te guste alien

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VENGA, VENGA, QUE EMPIECE EL
ESPECTÁCULO DE UNA MALDITA VEZ


Se armó un revuelo bastante gordo cuando aparecí en mi forma humana ante los ojos de todos los presentes. Y no solamente por los testigos y la guardia de los Vulturis, que estallaron en exclamaciones de asombro y desconcierto, mi manada estaba con los nervios de punta y los Cullen, más nuestros aliados, no se podían creer lo que acababa de hacer.

Todas las féminas de mi alrededor, y también Leah – cosa estúpida por su parte, porque ya nos tenía muy vistos a todos nosotros -, giraron los rostros hacia otro lado, un tanto avergonzadas.

En cambio, la rubia canija no se cortó un pelo. Alzó una ceja, sorprendida, y me echó un buen vistazo de arriba abajo. La comisura de su boca se elevó levemente como aprobación, seguramente no había visto a un hombre desnudo en su vida.

Sam, Seth y Leah – ésta con su afilado hocico todavía ladeado - corrieron enseguida para rodearme y cubrirme con sus cuerpos y pude agacharme tranquilamente para desatar mi cinta de cuero, resultaba un poco humillante tener que hacerlo delante de toda esa chusma. Me puse los raídos pantalones y me libré por fin de tener que alargar la bochornosa exhibición más tiempo.

Cuando terminé, mis compañeros volvieron a sus posiciones y me coloqué junto a Edward, que me echó una bronca con la mirada, cosa que me importó un bledo.

Aro alzó la mano para que se callasen todos sus secuaces y se quedó mirándome otra vez alucinado. Cayo cambió la expresión inicial de asombro para fruncir de nuevo su blanco y poblado ceño y el otro viejo seguía con cara de aburrimiento total, si no fuera porque tenía los ojos abiertos, juraría que estaba durmiendo.

- Celebro conocerte al fin, Jacob Black – me dijo Aro finalmente, con una amabilidad excesiva -. Me refiero en persona, por supuesto – volvió a bromear, y posó con una sonrisa mal simulada.

No me sorprendió que supiera mi nombre. Tenía esos vídeos grabados por el Zanahorio, en alguno habría salido, seguro. O tal vez se lo hubiese dicho esa garrapata de Nahuel.

No le dije nada, me limité a levantar la barbilla para mirarle con desprecio.

- Para ser mitad hombre, mitad animal, eres un joven muy apuesto. No me extraña que nuestra hermosa Renesmee se confundiera y cayera en la tentación – genial, ahora me peloteaba, si es que a eso se le puede llamar así. La enana rubia volvió a levantar las cejas y el labio mientras me daba otro repaso descarado. Pude escuchar el involuntario rechinar de dientes de Bella, aunque creo que le salió más en honor a Nessie, que por ella misma -. Desde luego, he de perdonarle ese fallo.

Pasé de su estúpido comentario, no tenía tiempo para discutir.

- Ve al grano y dime lo que quieres – le apremié hoscamente.

Se hizo otro runrún de voces al fondo de sus filas y Edward volvió a matarme con la mirada.

- Es tu alegato, debes hablar tú – me instó con la mano.
- Yo no tengo nada que alegar, porque no hemos hecho nada malo – le respondí sin cambiar de actitud. Edward ya empezaba a resoplar por las napias, nervioso -. En realidad, no tengo por qué darle explicaciones a nadie.
- ¡Entonces, ¿no te arrepientes?! – se indignó el vejestorio canoso.
- Te repito que no hemos hecho nada malo, así que por supuesto que no – contesté sin dudas, molesto.

Los murmullos subieron de volumen, condenándome automáticamente al infierno.

- ¡Ya está todo dicho! ¡Este salvaje debe ser castigado! – exigió Cayo, haciendo aspavientos con los brazos.
- ¡¿Qué me has llamado?! – protesté, cabreado, echando el cuerpo hacia delante.

Estaba que botaba a la mínima. Encima que la habían secuestrado, que me la habían arrebatado de mi lado sin ningún derecho, nos trataban como a dos depravados. Y, además, ya estaba más que harto de todo este circo absurdo.

Edward me interceptó, a la vez que mis hermanos gruñían sin cesar.

- ¡Tranquilízate, Jacob! – me pidió -. Por favor – me cuchicheó entre dientes -, hazlo por Renesmee.

En cuanto vi el temor de que le hicieran daño, en sus ojos, mi cuerpo se paralizó y no me quedó más remedio que hacerle caso. Tuve que respirar bien hondo para relajarme un poco.

- Paz, hermano – solicitó Aro una vez más, dirigiéndose a la momia de greñas blancas, que ya estaba resoplando de nuevo -. Todavía queda mucho por platicar. Tenemos tiempo de sobra para impartir justicia. Además, siempre se puede llegar a un acuerdo para no condenarle. ¿No es cierto, Jacob? – sugirió, girándose hacia mí.
- ¿A qué te refieres? – pregunté, aunque ya lo sabía de sobra.
- Estaría dispuesto a hacer una excepción, si tuvieras a bien hacer un trato conmigo.
- Nosotros no hacemos tratos con vampiros. Nos los cargamos – declaré, mirándole otra vez con desplante.

Edward ya se estaba llevando la mano a la cabeza.

- ¡Esto es inadmisible! – condenó Cayo -. ¡Asesinan a vampiros y lo dice tranquilamente!

Los testigos rompieron otra vez el silencio de la noche con sus protestas y sus demandas para que me echasen a la hoguera directamente.

- ¡Oye, sois vosotros los que venís a nuestro territorio! – repliqué enérgicamente mientras la mano de Edward ya le caía sobre la cara -. ¡Sois vosotros los que os metéis en nuestros bosques para…!
- Lo que Jacob quiere decir – me cortó Edward, para mi enorme disgusto -, es que ellos no van buscando vampiros para matarles. Esos vampiros invaden sus bosques continuamente y los lobos solamente se limitan a defender su territorio. Son una especie pacífica, ellos más que nadie desearían la paz.

Paz no es la palabra que yo hubiera escogido, más bien su extinción, a excepción de los chupasangres como los Cullen o los de Denali, claro, que no tomaban sangre humana.

- No te creería si no fuera porque tengo la prueba delante, mi estimado Edward – manifestó Aro -. No estaríais todos en el mismo bando si eso no fuera así – admitió. Luego, osciló su traslúcido semblante hacia mí una vez más -. Por eso creo que podríamos llegar a un acuerdo, ya que no tienes alegaciones que te salven – insistió, y sus ojos volvieron a Edward -. Si no fuera porque sois vosotros, impartiría justicia ahora mismo. Sin embargo, me da mucha pena toda esta situación y me veo obligado a ser indulgente en este caso.
- En realidad, nosotros sí que tenemos nuestras alegaciones – apeló Carlisle, haciendo que el vampiro chiflado se volviera para mirarle a él con una cara que delataba a las claras el trastoco de sus planes.
- ¿Vosotros? – y su vista bajó a la carpeta del doctor -. ¿Qué tenéis que alegar?

Carlisle carraspeó y empezó con su interpretación personal.

- Si me dieras tu consentimiento, y sé que lo harás, dada tu generosidad y benevolencia – eso sí que era pelotear -, me gustaría enseñarte los resultados de unas investigaciones genéticas que he realizado junto a nuestro querido amigo Louis.
- ¿Louis? ¿Qué tiene que ver él con esto? – quiso saber, torciendo el gesto sin comprender. Vaya, al parecer también lo conocía -. ¿Y qué son esas investigaciones genéticas de las que hablas?

Doc abrió la carpetilla y sacó unos cuantos folios. Aro cruzó una fugaz mirada con Cayo, que observaba atento y desconcertado.

- Cuando nuestra pequeña Renesmee nació, me permití tomarle unas muestras de sangre para analizarlas – comenzó a explicar -. No pude evitarlo, ya sabes cuánto me apasiona el mundo de la genética.
- Sí, lo sé – asintió Aro sin cambiar la expresión de su asqueroso semblante de papel cebolla.
- Bien. Hace unos meses tuvimos un problema con un licántropo.
- ¿Con un licántropo? – repitió el viejo chiflado.

Los ojos de Cayo se abrieron como platos.

- Sí, estaba… obsesionado con Renesmee. No hacía más que perseguirla.
- ¿Cómo que obsesionado? – interrogó Cayo.
- Eso no es relevante ahora – objetó el doctor -. Solamente lo mencioné para explicar el resto de mi alocución.
- Explícate, amigo mío – le rogó Aro -. Todo puede ser importante.

Carlisle tomó aire y lo soltó con el semblante lleno de disconformidad.

Yo resoplé, preso de mi desquicio. Esto se iba a alargar más de la cuenta y necesitaba ver a Nessie ya, comprobar que estaba bien, estrecharla entre mis brazos, olerla, besarla...

- Como ya sabéis, los Hijos de la Luna basan la continuidad de su especie en infectar a otros – empezó a aclarar -, pero ese licántropo fue creado con una manipulación genética que, además, le permite reproducirse para perpetuar su existencia – los párpados semitransparentes de los dos Vulturis se levantaron casi hasta las cejas. El doctor volvió a mirar a Edward con la misma prudencia que en aquella ocasión en la que nos había explicado todo esto a nosotros y éste asintió con resignación -. Es decir, él la veía como una posible hembra con la que aparearse.
- ¡Es repugnante! – bramó el vejestorio canoso con cara de asco mientras se levantaba otra polvareda de murmullos entre sus filas.
- Desde luego, hermano – apoyó Aro. Entonces, clavó sus gelatinosos ojos en mí con una fingida inocencia que me sacó de mis casillas -. Renesmee tiene muy mala suerte. Parece que tiene algo especial que atrae a las bestias.

Me envaré y le gruñí, furioso, tapando un poco los gruñidos de Bella y Edward y las protestas a mis espaldas. Jasper tuvo que hacer uso de toda su influencia para que pudiéramos controlarnos.

- ¿Y dices que fue creado con una manipulación genética? – preguntó el Vulturis canoso en un tono de reprobación total.
- Así es – asintió Carlisle.
- Tendremos que hacerle una visita a quien a creado a semejante engendro – determinó Aro, girando la cara hacia Cayo, que aprobó con un movimiento de cabeza -. ¿Quién habrá sido?
- Ya le conocéis – informó Edward -, y ya le habéis visitado.
- ¿Sí? ¿Quién es? – quiso saber el decrépito chiflado, arrugando las cejas con extrañeza.
- Joham – reveló Carlisle.
- Ya sabes, el papaíto de tu querido soplón Nahuel – intervine, con una voz que me salió más áspera de lo pretendido -. Ese científico tarado lo creó para regalárselo a la garrapata de su hijo.

No me molesté en mirar a Edward, por la vibración de su tórax, supe que no le habían gustado nada mis formas.

- ¿Joham se lo regaló a Nahuel? – exclamó Aro, visiblemente sorprendido.
- Hicimos bien en acabar con ese Joham – determinó el viejo chupasangres de pelo blanco -. Me imagino que Nahuel lo rechazaría – bufó, enfadado, a modo de pregunta.
- Desgraciadamente, se lo quedó. Él mismo lo crió y lo adiestró, y lo utilizó después para intentar matar a Jacob y hacerse más fácilmente con nuestra hija – manifestó Edward, apretando la mano de Bella para que ésta se relajara a la vez que yo lo hacía con mis dientes al recordar -, pero no contó con que el licántropo se obsesionara con ella.

Se hizo un silencio teñido de confusión.

- Eso no es lo que nos contó Nahuel – cuestionó el Vulturis después de un par de segundos.
- Os ha engañado, Aro – aseguró Edward con firmeza -. Lo único que buscaba era venganza ante la negativa y el rechazo de Renesmee.
- Es imposible, yo mismo vi su mente – dudó.
- También yo se la había visto cuando vino a visitarnos a nuestra casa, y me parecía completamente de fiar, pero, al parecer, utiliza una especie de escudo.
- ¿Un escudo? – Aro no podía creérselo.

En ese momento, sus ojos se encontraron con los de Eleazar y su mirada dejó entrever que no le quedaba más remedio que aceptar la revelación de Edward.

- Sí, es como un espejo, solamente refleja lo que él quiere que los demás crean y deja ver lo que él quiere que vean. La propia Alice sólo ve las partes de su futuro que él le deja ver. Es un ilusionista, lo ha heredado de su padre – declaró Edward con dureza -. Os ha utilizado.
- ¡Es intolerable, Aro! – gritó Cayo, muy mosqueado - ¡Es un traidor!
- ¡Sin duda! – protestó el vejestorio chiflado, ofendido -. ¡Bien, que lo traigan ante mí! – ordenó, haciéndole una señal con la mano a su guardia.

Dos de los encapuchados salieron de su formación para dirigirse como proyectiles a una de las zonas arboladas que estaría a un par de kilómetros de sus espaldas, distancia suficiente y deliberadamente estudiada para que Edward no pudiera escanear nada.

- ¡¿Nahuel está aquí?! – gruñí, envarándome.

La sed de venganza empezó a llenar mi cuerpo de convulsiones, preparadas para estallar en cuanto lo viera.

- Contrólate – me cuchicheó Edward con una voz extremadamente baja, interponiéndome su brazo otra vez -. Lo habían traído para declarar en nuestra contra, pero esto ha trastocado todos sus planes. Es un punto a nuestro favor.

Aún así, la tentación era muy fuerte…

Las cejas se me bajaron hasta los ojos cuando los espectros regresaron tan rápidos como flechas, sin la compañía de Nahuel.

- Ha huido – desveló Edward antes de que a uno de los chupasangres le diera tiempo a cuchichearle lo mismo a Aro al oído.

Los testigos de los Vulturis se agitaron con asombro y protesta, y yo tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para tragarme mis ansias de venganza, la engullí tan fuerte, que me hizo hasta daño.

Cayo y Aro se quedaron con cara de idiotas durante un par de segundos, aunque el último enseguida recompuso la compostura.

- Parece que vamos a tener que esperar un poco para impartir justicia con ese traidor, mi querido hermano – le dijo, poniendo una mueca a modo de sonrisa.
- ¡Cuanto antes, mejor! – voceó la momia de pelo blanco.
- No hemos de preocuparnos – le calmó Aro -. Seguro que Demetri hará bien su trabajo y le encontraremos, ¿verdad? – dijo, dirigiéndose al mencionado.
- Por supuesto, maestro – le respondió él, asintiendo bajo su capucha.
- Bueno, ¿por dónde íbamos? – siguió para desviar la atención de su evidente y ridículo descuido, mientras juntaba las manos.
- Estábamos hablando de ese Hijo de la Luna depravado. Ese engendro no hubiera existido nunca si no hubiera sido creado a partir de los experimentos y juegos genéticos – criticó Cayo con manifiesta intencionalidad.
- Ah, sí. ¿Veis por qué hay que evitar la mezcla de especies diferentes, mi adorable pareja? – continuó Aro, hablando para Edward y Bella -. ¿Comprendéis ahora por qué tenemos que prohibir estas aberraciones, por qué hemos tenido que salvar a vuestra hija?

No pude evitar gruñir por lo bajo.

- Si no te importa, todavía no he empezado con mi alegación – le interrumpió Carlisle, trayendo un poco de cordura en ese ambiente tan tenso.
- Oh, por supuesto – aceptó, tapando su disgusto con una sonrisa falsa, al contrario que Cayo, que no lo disimulaba nada.
- Como intentaba explicar antes, el problema con ese licántropo me llevó a tener que investigar más sobre ellos, así que llamé a Louis para comentárselo y él me desveló que podía tratarse de alguna manipulación genética, ya que había visto numerosos casos en algunos libros de su amplia y antigua biblioteca. Se ofreció a ayudarme y yo partí junto con mi esposa a Paris para visitarle.

››Ahora bien, hace casi siete años, cuando Renesmee estaba en el vientre de Bella, descubrimos muchas coincidencias y semejanzas con la especie de Jacob – los ojos de los dos Vulturis casi se vuelven a salir de sus órbitas, de la sorpresa -. Así que, como ya comenté, analicé la sangre de mi nieta en cuanto nació, ya que todo eso me parecía realmente fascinante. No obstante, mis conocimientos de genética no abarcan todo lo que a mí me gustaría y me habían quedado muchos puntos sin resolver, así que aproveché para llevarme sus muestras más unas que tomé de Jacob para consultarlo con Louis.

››Primero hicimos un estudio de los genes de Renesmee, pero obtuvimos pocas respuestas y muy confusas, así que nos pusimos a investigar lo del Hijo de la Luna, puesto que nos parecía más urgente, y utilicé las muestras de Jacob para comparar, ya que no tenía del licántropo. Entonces, mientras lo investigábamos, hicimos un descubrimiento asombroso: los genes de Renesmee eran más parecidos a los de Jacob que a los de cualquier semivampiro – el careto de los Vulturis delataba el mismo asombro que los murmullos que generaron sus testigos. Aún así, Doc no se amilanó y siguió con su exposición -. Para cerciorarnos, estuvimos investigándolo a fondo, consultando con otros amigos científicos especializados en el mundo de la genética. Bueno, tengo aquí todos los datos, por si te interesa estudiarlo – le ofreció para atajar, levantando un grueso de hojas.

- Más tarde – rechazó Aro, todavía con el careto perplejo.
- Como quieras – Carlisle volvió a meter los folios en la carpeta y siguió con su alocución -. Los genes de Renesmee son casi idénticos a los de un metamorfo. De hecho, su cuerpo puede llegar a transformarse, como le pasa a Jacob, solo que ella lo hace en un vampiro casi completo y él en un lobo. Puedes comprobarlo en la mente de Enguerrand, él grabó algunos episodios de su transformación – se me escapó una ligera sonrisa de satisfacción, de lo bien que lo estaba haciendo Doc. Las caras de Aro y Cayo eran todo un poema -. Es decir, Renesmee y Jacob no son especies diferentes, más bien todo lo contrario. Renesmee es un metamorfo, como él, en realidad, un semivampiro metamorfo.

Los testigos, e incluso la guardia de los Vulturis, estallaron en rumores y cuchicheos, atónitos.

- ¡¿Qué estás diciendo?! – chilló Cayo con desagrado -. ¡Eso es imposible, ella nació de un vampiro y una humana!
- Te aseguro que es así, Cayo – continuó Carlisle con tranquilidad -. No me quiero extender demasiado, pero sabemos que los genes de Renesmee sufrieron una metamorfosis de una forma completamente natural – matizó - cuando se formó el cigoto. Aquí tengo todas las pruebas que lo demuestran y un informe mucho más detallado – dijo, sacando otra vez un cuadernillo de la carpetilla -. Todo está firmado y certificado por todos los prestigiosos científicos especializados en genética que participaron en la investigación.

Las exclamaciones y los cuchicheos subieron de tono, a la vez que los vejestorios se observaban el uno al otro totalmente perdidos.

Carlisle miró a Bella para acercarse al límite de su escudo y se detuvo cuando ella se lo indicó con un movimiento de cabeza. Entonces, estiró el brazo y le ofreció el cuadernillo a Aro.

Éste se aproximó al doctor, custodiado en todo momento por su guardaespaldas Renata, y cogió la documentación con pocas ganas. Se hizo otro mutismo mientras lo leía a toda velocidad en el que se podían oír hasta el agitar de las hojas de las arboledas próximas.

Sus ojos se movían vertiginosamente de izquierda a derecha con impresión a la vez que su mano pasaba las hojas casi sin descanso. Se quedó tan de piedra, que si un trailer le hubiera pasado por encima, éste se hubiese hecho trizas.

Entonces, cerró el cuadernillo de un golpetazo seco y levantó la vista para mirar a la momia canosa con un rostro…, cómo lo diría, conmocionado, sí, esa es la palabra, conmocionado.

- Parece que nuestro querido amigo Carlisle tiene razón, hermano – tuvo que reconocer, apretando los dientes de la rabia.

Un ¡Ooooooooooooooh! rompió el silencio del claro, en el que Cayo también hubiera participado si no fuera porque se había quedado patidifuso.

- Sin embargo – interrumpió Aro de pronto, devolviéndole el cuadernillo a Carlisle -, tampoco son iguales – señaló, sonriendo con suficiencia -. Ella se transforma en un vampiro, mientras que él lo hace en un lobo.
- Como has visto en el informe, no habría ser más apropiado para ella genéticamente que un metamorfo - atacó Doc, cogiendo el cuaderno -. Ni siquiera lo sería otro semivampiro. Si hablamos de compatibilidad genética, Jacob sería el más compatible para perpetuar la especie de Renesmee.

El claro volvió a llenarse de murmullos.

- ¡¿Y para qué queremos perpetuar esa especie?! – intervino Cayo con enfado -. ¡Es una mutación, deberíamos cortar eso de raíz!

Mis dientes, los de Edward y los de Bella chirriaron al mismo tiempo.

- Ha sido una metamorfosis natural – alegó Carlisle con su tono comedido de siempre. A veces, admiraba su tranquilidad y su autocontrol, de veras -. No ha sido manipulada por nadie con malicia ni con ningún fin, como en el caso de ese licántropo. Renesmee y su especie no pone en peligro nuestro mundo, ella también pertenece a lo sobrenatural y tiene que protegerse, al igual que nosotros y los lobos – los decrépitos semblantes de los dos Vulturis ya volvían a delatar su chasco. Doc siguió hablando, aunque esta vez casi lo hacía dirigiéndose a la chusma que se escondía tras la retaguardia -. Además, ha sido una selección natural, como pudo haber sido la de nuestra propia especie. ¿Quién fue el primer vampiro? ¿O cómo llegó a serlo? Nadie lo sabe. No obstante, aquí estamos. ¿Quiénes somos nosotros para ir contra la propia naturaleza y extinguir algo que ella ha creado?

Los Vulturis torcieron el gesto, intentando buscar unas excusas que no encontraban.

- ¿No tienes nada que decir a esto, Edward? – quiso saber Aro, agarrándose a un clavo ardiendo -. Es de tu hija de quien se está hablando. ¿No te preocupa que tu preciosa flor se una a un lobo? – siguió censurando.

Resoplé por las narices, ya harto de todo este teatro.

- Ellos se aman, Aro – le respondió con serenidad -. ¿Quién soy yo para objetar nada, cuando yo mismo me enamoré de una humana? – Bella y él se miraron con complicidad durante un fugaz instante.
- ¿Es cierto eso? ¿Os amáis? – me preguntó, alzando las cejas y sonriendo con un entusiasmo forzado.

Vi por el rabillo del ojo cómo Cayo ponía los ojos en blanco y volvía a resoplar, exasperado.

Aunque no tenía por qué darle explicaciones, le contesté con determinación.

- Sí, estamos muy enamorados – le dije con una voz alta y clara -. Y no le hacemos daño a nadie. Lo único que quiero es que la sueltes y nos dejéis vivir en paz.
- Pareces sincero…
- Lo es, están enamorados – secundó Edward -. Además, Jacob y Renesmee están vinculados de una manera muy especial.
- ¿Vinculados? – Aro frunció el ceño, extrañado.

Ahora venía la segunda parte de nuestro guión.

- Es difícil de explicar con palabras – se llevó la mano a la barbilla, reflexivo -. Su vínculo es algo… espiritual y mágico – dijo finalmente -. Renesmee nació para estar con Jacob, y Jacob nació para estar con Renesmee, literalmente. Una prueba de ello ya lo acabamos de explicar, ella es un metamorfo, como él. Sabes que la magia corre por las venas de los metamorfos, su propio origen fue debido a esto. ¿Cómo iba a producirse esa metamorfosis del cigoto, si no es porque ya estaban destinados espiritualmente desde el principio de los tiempos? Y nadie los puede separar, su vínculo es extremadamente fuerte e irrompible – apuntilló con intención.
- No sé, Edward. Me cuesta creerlo – cuestionó.
- Pues es así – le aseguré, ofendido de que lo dudara.
- ¿Y cómo sé que no es un subterfugio para engañarnos? Para esto no hay pruebas ni documentos que puedan corroborarlo – refutó con una sonrisa de arrogancia que anunciaba su triunfo en esta partida.
- Estoy yo – afirmé con firmeza. Edward ya estaba poniendo cara de desaprobación antes de que a mi lengua le diera tiempo a articular lo que pasaba por mis sesos. Le ignoré -. Yo puedo ser la prueba. Sólo tienes que hurgar en mi mente.

Los gruñidos de Sam podían oírse por todo el claro, aunque él no fue el único que protestó. La manada al completo se alborotó y Bella me miró con el temor rebosándole por los ojos.

El viejo chupasangres se quedó un rato en silencio, observándome, sopesando mi oferta, y después se giró hacia su chusma para fijarse en los caretos que estaban esperando ansiosos su consentimiento. Se les veía realmente interesados, aunque más por curiosidad que por otra cosa.

- Está bien – accedió finalmente -. Acércate, chico.

Cayo volvió a bajar el entrecejo y resolló irritado.

Sabía que si me arrimaba a él, ya no estaría protegido por el escudo de Bella, pero tampoco era tan estúpido como para exponerme de ese modo tan gratuito, así que les hice un gesto a mis lobos más grandes para que se vinieran conmigo.

Paul y Quil acataron encantados; daba la casualidad de que, aparte de ser los más grandes y fuertes después de mí y de Sam, eran los más peleones. Paul casi venía riéndose, sólo le faltaba sacar esa babosa lengua suya y jadear.

Excluí a Sam, para evidente disgusto de él. ¿Pero qué iba a hacer? Vale, no quería que ninguno de mis hermanos sufriera daño alguno si algo salía mal, pero mucho menos Sam, viendo lo que tenía en casa. Tenía que regresar para estar junto a Emily y yo no quería que se arriesgase.

Se notaba que a la guardia y a los testigos de esos fósiles no les hizo ni pizca de gracia mi decisión. Pasé de ellos olímpicamente.

- ¿Es que desconfías de mí? – se rió Aro.
- Tú tienes tu guardaespaldas y yo tengo los míos – respondí.
- Me parece justo – aceptó.

Aún así, los dos chupasangres grandullones se adelantaron un paso y se colocaron uno a cada lado de Aro, por detrás.

Mis piernas empezaron a avanzar con zancadas seguras en su dirección y comencé a aproximarme, flanqueado por mis dos lobos, hasta que quedamos fuera del amparo del escudo que nos protegía y nos pusimos frente a frente.
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Cristina Almeida
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeLun Mar 28, 2011 1:00 am

¡Estoy tensaaaaa! ¿Dónde está Nessie?
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JACOB&NESSIE
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeLun Mar 28, 2011 7:44 pm

Hola, Cristina alien

Aqui te dejo otro capi I love you

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CUIDADO, QUE VIENE EL GRAN LOBO

Su asqueroso semblante me pareció todavía más acartonado y momificado, al tenerlo tan próximo. Paul, Quil y yo nos miramos y supe que ellos estaban pensando lo mismo, se podía ver cómo ambos arrugaban el hocico como repulsa.

La guardia y los dos matones se inclinaron hacia delante, nerviosos, aunque la enana rubia también aprovechó para observarme más de cerca; otra vez pude escuchar el chirrido de los dientes de Bella.

- Amo – murmuró la tal Renata con temor cuando nos vio a mí y a mis enormes lobos delante.

Las puntas de sus dedos temblaban levemente al tocar la espalda del viejo, aunque no los despegaba, seguramente le temía más a él.

- No pasa nada, calma. – los tranquilizó. Entonces, extendió su arrugada y transparente mano, donde sus abultadas venas sobresalían como ramificaciones secas, y la volteó para dejar la palma hacia arriba -. Dame tu mano, muchacho.

Se me escapó una pequeña mueca de asco cuando la deposité en esa superficie dura y helada. Parecía ese mármol frío y sobado de las pilas de agua bendita que hay en las iglesias. ¡Puaj!

- Oh, tu mano está tan caliente, que quema – señaló, al tiempo que la cubría con su otra palma.

¡Puaj otra vez! Todo fuera por Nessie y por recuperarla sana y salva.

El Vulturis cerró los ojos con fuerza y se encorvó para comenzar a fisgar en mi mente y mis recuerdos.

Quil y Paul fijaban su vista en él con los labios despegados, atentos a cualquier movimiento amenazante por mínimo que fuera. Y así mismo, la guardia y los dos gigantes.

Caí en la cuenta de que ahora podría ver cada uno de mis pensamientos y recuerdos, desde el juego más inocente con mi Nessie niña, hasta otro tipo de juegos mucho menos inocentes con mi Nessie ya adulta. Y peor, Edward también los vería al escanear mi mente a la vez que el viejo. Pero eso no era todo. Al husmear en mi cerebro, el Vulturis iba a ver todo lo relacionado con mi manada, técnicas, estrategias, hasta el chisme más insignificante de cualquier persona de mi tribu. Así que se me ocurrió que si pensaba en lo que quería que él viese, tal vez esas cosas se vieran un poco tapadas, como había hecho con mi manada cuando empecé con las desconexiones. Bueno, vale, no era lo mismo; ahora no estaba en mi forma lobuna, él era un chupasangres y la técnica de ocultar mis pensamientos con mi manada consistía en otra cosa – porque ahora no me hacía falta pensar en nada para taparlos, simplemente me desconectaba -, pero si pensaba mucho en otros recuerdos…

Bah, por intentarlo no se perdía nada.

Cerré los ojos y me concentré en pensar en Nessie, que era de lo que se trataba esto. Aunque la situación no era muy relajante que digamos, no me costó nada, la verdad. Estaba tan ansioso de que me la devolvieran, tenía tantas ganas de verla, que las imágenes se plantaron casi solas en mi cerebro.

Primero empecé por lo físico, que era lo más fácil. Evoqué su precioso rostro de porcelana, con esos grandes y dulces ojos color café con leche, esa sonrisa blanca y perfecta, esas mejillas sonrojadas y esos labios carnosos y rosáceos, suaves. Después, recordé su larga melena broncínea, con sus ondas graciosas, sueltas y sedosas. Y su cuerpo… No, eso no hacía falta que lo viera.

Me dejé llevar un poco más, por si acaso, para seguir con cosas más profundas y…

…entonces, no sé cómo sucedió. Solamente sé que, cuando acababa de empezar a recordar todo lo que sentía por Nessie, el vejestorio pegó un bote hacia atrás, soltando mi mano de sopetón como si ésta le hubiese dado una descarga eléctrica, y yo abrí los ojos, extrañado y un tanto a la defensiva del susto.

¿Qué le había pasado? ¿Acaso mi mano estaba tan caliente, que le había quemado de verdad?

Los testigos exclamaron sorprendidos ante la reacción de Aro y la guardia se envaró, al tiempo que los dos matones se adelantaban para encararse conmigo y mis lobos. Paul y Quil no se quedaron atrás. Mostraron sus colmillos, pegaron bien las orejas a la cabeza y les dieron el aviso con sus gruñidos. Los Cullen y el resto de mi manada flexionaron las rodillas y sus patas desde su posición, preparados para saltar en cualquier momento.

Sorpresa, Aro no parecía molesto. Un poco trastocado sí, pero no mostraba enfado ni ofensa. Más bien parecía deslumbrado, con esos ojos de loco abiertos de par en par y una sonrisa de ido desfigurando su careto de cartón todavía más.

Miré a Edward, a ver si éste me delataba algo de lo que estaba pasando, sin embargo, su rostro no se diferenciaba mucho del viejo chupasangres. No tenía esa cara de tarado, pero también me miraba completamente alucinado.

Fruncí el ceño. ¿Qué demonios pasaba?

- Calma – dijo Aro, girándose hacia las masas.
- ¿Qué ha pasado? – quiso saber Cayo, quitándome la palabra de la boca.
- Es demasiado intenso para mí – declaró, volteándose otra vez en mi dirección mientras se llevaba la mano al pecho con ese semblante de chiflado.
- Su vínculo es extremadamente fuerte. Algo espiritual. Lo he sentido.

Todo se paralizó cuando la momia adormilada habló de repente, y lo hizo con los ojos tan abiertos y en un tono de sorpresa tal, que hasta a Cayo y a Aro les extrañó. No debía de ser muy hablador, por lo visto. Su voz era tan grave y vieja, casi rasgada, que a mis hermanos y a mí nos dio grima.

- ¿Cómo dices? – inquirió el vejestorio canoso con los globos oculares apunto de salírsele de sus órbitas.

El senil aburrido no dijo nada más, sólo se limitó a extender su rugosa mano hacia Aro y éste se acercó para espachurrársela y leerle la mente.

Como ya no me necesitaban, aproveché ese momento para retirarme con mis hermanos, aunque no sin antes dedicarles una miradita a los dos matones.

- Cubridme, voy a entrar en fase – les indiqué.

No era por nada, pero mi manada se sentía más cómoda teniéndome en esa forma y, la verdad, yo también. Además, así me podía comunicar con ellos.

Sam se unió a Paul y Quil para rodearme de nuevo, me quedé en bolas – esta vez sin que me viera nadie –, até mis pantalones a mi cinta y me transformé, provocando otro estallido de exclamaciones mientras aquella muchedumbre levantaba la cabeza para ver mejor.

Guay. Ahora era la atracción mayor de la feria.

Las voces de mi manada invadieron mi cerebro, todos alucinados, preguntándome qué es lo que había hecho para que el viejo se asustase.

Yo no he hecho nada, solamente he pensado en Nessie, eso es todo, les aclaré.

¡Pues no sé en qué has pensado, pero lo has dejado flipado!, exclamó Seth.

Seguramente, en aquella semana de celo de Nessie, se burló Isaac.

Mis lobos corearon sus risas en una serie de aullidos que alarmó un poco a la guardia de los Vulturis. Estúpidos chupasangres, no tenían ni idea del lenguaje lupino.

¡Claro que no he pensado en eso, capullos!, resoplé.

Más te vale, siguió Shubael, mofándose. Porque si nos enteramos de que a esa sanguijuela le dejaste ver algo y a nosotros nada, te ibas a enterar.

¡Mira que sois burros!, les riñó Leah, haciendo gala de camaradería femenina, mientras los demás continuaban riéndose.

Estos idiotas… Encima, Edward podía escucharlo todo, serían retrasados.

Dejadlo ya, ¿queréis?, les regañé, y así lo hicieron, poco a poco, pero lo hicieron. Carraspeé para mis adentros y empecé a caminar. ¿Qué les pasa a estos ahora?, le pregunté a Edward cuando me coloqué a su lado, refiriéndome a los vejestorios. ¿Qué hacen?

- Marco ve las relaciones – me explicó escuetamente.

Sí, su cara lo decía todo. Lo que había escuchado no le había gustado ni un pelo. No le hacía mucha gracia recordar esa particularidad de Nessie, ni aquella semana tan mágica y especial para nosotros, pero tan trágica para él, en la que yo había hecho que su pequeña se transformara en toda una mujer sin que hubiera papeles matrimoniales de por medio.

- Así es – confirmó Aro, separándose del adormilado con una expresión de diversión. Pues sí que estaba chiflado de verdad -. Y ha visto lo mismo que yo.
- ¿Y qué es lo que has visto? – interrogó Cayo con una mezcolanza de expresiones en la cara que pasaban del fastidio al desconcierto total.
- Lo que él me ha dejado ver – afirmó, llevando la vista hacia mí.
- ¿Cómo? – Cayo no entendía nada, al igual que todos nosotros.
- Querido hermano, hay cosas que no alcanzan a nuestro entendimiento, y una de ellas es esto. Parece ser que este joven tiene algo… espiritual y místico que me ha rechazado y solamente he visto lo que me ha dejado ver – reiteró.
- Jacob tiene un don – medió Edward -. Un don espiritual.

¿Otra vez con ese rollo de mi don espiritual? Fruncí mi ceño de lobo y suspiré, cansado. Para encima, ya me había transformado y no podía protestar en voz alta.

Los ojos de Cayo casi se le caen de las cuencas y los murmullos de los testigos, más la agitación de la guardia, se hicieron con el claro.

- Es el Gran Lobo – intervino Enguerrand, hablando con voz solemne, para asombro de todos los presentes, incluidos nosotros, los lobos.

Hala, otro, venga. ¿Algún chupasangres más?

- ¿El Gran Lobo? – repitió Cayo con sorpresa -. ¿Y eso qué quiere decir?
- Es el primer lobo de los lobos – empezó a explicar -, y el líder de todos los líderes. Si pusiéramos un símil, el Gran Lobo sería un rey.

Mi manada y yo nos miramos los unos a los otros sin entender nada. ¿Cómo demonios sabía todo eso?

- ¿Quieres decir que él es el Rey de los Lobos? – interrogó la momia de pelo blanco sin poder disimular su pasmada voz, mirándome.
- Sí, maestro.

El Rey de los Lobos, chisté.

Intenté protestar con un gruñido, pero las exclamaciones de los testigos me lo pisaron.

- El Rey de los Lobos – resaltó el vejestorio chiflado -. Claro, ahora entiendo ese poder. ¿Y cómo sabes tanto sobre el tema, mi querido Enguerrand? – preguntó sin apartar su fascinada mirada de mí -. Cuéntanoslo.

El aludido asintió bajo su capucha.

¿Por qué teníamos que perder el tiempo con esto que no venía a cuento? Ya empezaba a desesperarme con tantas tonterías. Me importaba un bledo toda esta historia. Ya habíamos demostrado que Nessie y yo éramos metamorfos, ¿por qué no la traían de una maldita vez?

- Hace unos siglos me encontraba por estas tierras en una misión que me habías encargado, maestro – comenzó a explicar el pelirrojo con una entonación de sumisión -. Estaba en una batalla inevitable que no nos quedó más remedio que ejecutar para impartir justicia y yo era el encargado de verificar que se impartía correctamente.
- Ah, sí, ya recuerdo – afirmó Aro -. Era un ejército de vampiros incivilizados que se negaban a cumplir las reglas necesarias para la buena convivencia – aclaró para su público, no fuera a ser que quedase en mal lugar.

Sí, ya, claro, puse en duda.

- Así es, maestro – verificó el Zanahorio -. La batalla se tornó muy dura, como bien sabes. Nuestro ejército tuvo dificultades y se vio envuelto en una emboscada que nos puso en verdadero aprieto. Nuestros enemigos también gozaban de múltiples dones que eran muy difíciles de combatir y ya no podíamos contrarrestarlos.

››Sin embargo, llegaron tres lobos enormes y nos vimos obligados a paralizar la lucha, al parecer, estábamos en sus bosques. No lo hubiéramos hecho, si no fuera porque uno de ellos era mucho más grande que los otros dos, y lo cierto es que había una majestuosidad en él que nos dejó un tanto aturdidos – el pelirrojo dirigió su mirada hacia mí -. El gigantesco lobo clavó sus ojos en los míos y mi mente no pudo seguir grabando. Lo mismo pasó con el resto de vampiros que gozaban de dones, sus ataques no parecían hacer efecto alguno en él, ni en los otros dos lobos. Después de eso, ninguno quiso luchar con ellos, no dejábamos de estar en su territorio y ellos solamente se limitaban a defenderlo, así que nos retiramos a otra zona para seguir la batalla, la cual terminamos ganando. Se impartió justicia.

››No volvimos para reclamar nada, pues, indirectamente, nos habían ayudado, pero yo sentí curiosidad y me quedé una temporada más por esa zona para investigar. Fue cuando descubrí que él era el Gran Lobo y todo lo que eso significaba. No me parecieron peligrosos para nosotros, sólo eran tres lobos y nunca salían de su territorio, por eso nunca le di relevancia. Además, unas décadas más tarde me enteré de que ese lobo había fallecido, por lo que me olvidé del asunto.

››Hasta que le vi a él – declaró, señalándome con la cabeza -. Se parece mucho a ese lobo; su pelaje es exactamente igual y su mirada es la misma. Al principio pensé que solamente era un parecido físico, después de todo, habían pasado varios siglos y no sería difícil que se diera una coincidencia genética que terminase en un lobo tan parecido y, además, no influía poder ninguno en mí. Pero cuando le vi en nuestro último encuentro, ya no me quedó ninguna duda. Tiene esa fuerza en la mirada, esa misma majestuosidad, tiene ese aura que me embaucó cuando vi a su antepasado.

Suspiré.

Cuidado, creo que se ha enamorado de ti, Jake, se burló Jared.

Sí, ya, muy gracioso, le contesté, resoplando por las napias mientras el resto se reía en su fuero interno, aunque no tardaron nada en centrarse de nuevo en ese absurdo tema.

- ¿Y dices que vuestros ataques no hacían efecto en ese lobo? – quiso saber Aro, observándome con demasiado interés.

Genial. A ver si ahora, con toda esa monserga, se iba a encaprichar aún más conmigo.

- Así es, maestro – confirmó el pelirrojo.
- Tu historia es impresionante, ciertamente – manifestó el viejo decrépito chiflado sin quitarme ojo -. Tu relato ha despertado verdadera curiosidad en mí, ¿puedo ver las imágenes de ese Gran Lobo?
- Por supuesto, maestro – consintió el pelirrojo, ya acercándose a él con la mano extendida.

Aro se la aplastó entre las suyas y volvió a cerrar sus asquerosos párpados para empezar el escaneo mental.

Resoplé por enésima vez. ¿A dónde nos llevaba esto? Lo único que yo quería era que me trajeran a Nessie ya.

¡¿Y ahora qué narices le está enseñando?!, quise saber, ya exasperado por todo este circo que nos estaba haciendo perder tanto tiempo.

- Está mostrándole las pocas imágenes que pudo grabar de tu antepasado – me cuchicheó, tan bajito, que tuve que mover la oreja en su dirección para que me llegase su murmullo apenas perceptible -. Es increíble. La verdad es que es igual que tú, aunque todavía más grande. Es como verte a ti en el pasado.

Genial, protesté.

Mi manada se mantenía en silencio, estaban atentísimos y parecían algo impresionados por todo este rollo.

Genial, repetí para mí. ¡Bueno, qué! ¡¿Cuándo diablos le vas a decir que nos devuelvan a Nessie?!, azucé, harto.

- Esto va bien, espera – bisbiseó.

¿Que iba bien? Volví a resollar por las napias. Si fuera bien, ya estaría junto a Nessie correteando o lo que fuera por La Push, porque, eso sí, cuando me la devolvieran, nadie iba a ser capaz de despegarla de mi lado nunca más.

Mire a Alice. Sus manos no estaban pegadas a sus sienes, sin embargo, su semblante no mostraba ninguna emoción, estaba tan concentrada, que parecía que estuviese en una sesión de yoga o algo por el estilo.

- Tiene una jaqueca horrible, solamente está fingiendo – me desveló Edward igual de bajito que antes.

¡¿Cómo?!, mis patas se pusieron en tensión. ¡Eso significa que Nessie no…!

- No sé a qué se debe eso, pero te aseguro que la tienen aquí – me interrumpió para calmarnos a mí y a Bella, que también se había puesto en alerta -. No puedo ver la mente de Aro, pero sí la de Cayo y Marco – siguió -. Al segundo le da exactamente lo mismo, sin embargo, Cayo está deseando que esto se termine. Todo esto ha sido idea de Aro para conseguirte a ti y a tu manada, y a Cayo no le atrae nada que esté relacionado con el mundo lupino, ya sean los licántropos o vosotros. En cierto modo, está deseando que ganemos para que Aro ya no insista más con el tema, aunque, en realidad, lo que más le agradaría sería que terminasen con vosotros aquí mismo. Él os ve como una amenaza lo suficientemente potente como para producirle temor, por eso insiste tanto en lo de impartir justicia, y se ha tomado esto como una buena ocasión para deshacerse de vosotros. No obstante, ha visto que ya no tienen alegatos de cara a los testigos para hacerlo y ahora, por mucho que le irrite, no puede esperar otra cosa que no sea nuestra victoria.

Bueno, con que me hubieras dicho que ella estaba aquí, me hubiera bastado. No sé por qué te has enrollado tanto.

Edward suspiró con resignación.

- Es asombroso – exclamó el chiflado una vez más, retirando sus manos de la del pelirrojo, mientras me estudiaba con la mirada -. Realmente es muy parecido a ti.
- ¿Podemos volver al asunto por el cual estamos aquí? - refunfuñó la momia canosa, que también debía de estar hasta el gorro de toda esta pérdida de tiempo.

Eso, eso.

- Sí, cómo no, hermano – aceptó Aro, aunque a regañadientes.
- Como has visto, su vínculo es extremadamente fuerte – participó Edward por fin -. Así lo ha visto Marco y así lo has visto tú. Y, además, ambos están muy enamorados, yo mismo doy fe.

El senil tarado se quedó un rato pensativo, mirando el suelo como si éste le fuera a desvelar algo.

- Sí, lo sé – respondió finalmente, alzando sus pupilas hacia mí -. Tu preciosa Renesmee no deja de llamarte en sueños - ¡¿que me llamaba en sueños?! Mis patas comenzaron a agitarse, nerviosas -. No obstante, no sé si entregártela sería lo correcto.

¡¿Qué está diciendo ahora?!, ladré.

- Ya has visto todas las pruebas – señaló Bella, apretando los dientes de la rabia -. Ellos se aman, pertenecen a la misma especie y están fuertemente vinculados.
- No del todo, mi querida Bella. Vuestra hija es un semivampiro metamorfo. Única en su especie – recalcó -. ¿Está bien que permitamos la proliferación de una especie nueva?
- Ya te he explicado antes que la naturaleza y la magia han sido las que han hecho esta selección, Aro – apeló Carlisle con su típico discurso discreto -. Nosotros no somos quién para detener el mundo natural y espiritual, y hay que añadir que ella no es peligrosa en absoluto.
- Ella sola no, pero, ¿qué hay cuando se multipliquen? – rebatió el vejestorio -. Esta especie es capaz de reproducirse, al igual que las humanas. Puede que dentro de unas décadas quieran adquirir poder y pongan en peligro todo nuestro mundo – alegó.

¡¿Qué coño está diciendo este chiflado?!, protesté con un gruñido.

Ya se me estaban hinchando las narices. Estaba claro que no quería devolvérnosla y que iba a buscar cualquier excusa estúpida para salirse con la suya. Empecé a notar cómo el aire entraba furioso y llenaba mis pulmones con ímpetu.

- Sabes que eso sería imposible – objetó Edward con firmeza -. Ya has visto que su especie solamente afecta a las mujeres, los varones serían hombres lobo, y por mucho que se multiplicasen, ellas nunca llegarían a ser tan numerosas como nosotros, los vampiros completos. Además, son muy fuertes cuando se transforman, pero su fuerza sigue sin ser equiparable a la nuestra y su transformación no es continua como en el caso de los lobos. Necesitan de sangre para no fallecer y cuando la toman, vuelven a ser semivampiros. Tú mismo has leído el informe.

Los murmullos volvieron a revolotear por el claro.

- Sin embargo, siempre estarían unidas a los metamorfos – discrepó el Vulturis -. Y ya lo has oído antes, ellos se dedican a asesinar vampiros, es su naturaleza. ¿Por qué no se iban a dedicar ellas a hacer lo mismo? Harían una alianza.

Lo que antes eran murmullos, ahora eran cuchicheos, unos a favor y otros en contra.

Mi rabia iba en aumento, en consonancia con el volumen de los chismorreos cada vez más altos. Mi tórax comenzó a vibrar levemente. Ya empezaba a darme igual todo. Lo único que ocupaba mi mente era mi ángel. Y mi ángel me llamaba en sueños para que fuera en su busca mientras yo estaba aquí perdiendo el tiempo con toda esta farsa. La ansiedad se hizo cargo de todo mi cuerpo de un latigazo para exigirme que actuara ya. Edward se dio cuenta y me miró por el rabillo del ojo con precaución.

- Ya he explicado que los lobos no van en busca de vampiros para asesinarlos, sólo se limitan a defender su territorio – volvió a aclarar Edward, un tanto preocupado por mi estado mental, que se acercaba cada vez más a la locura. Bella también me miraba con desasosiego -. Y ahora lo único que piden es que nos devuelvas a nuestra hija para vivir en paz.

¡No le des más explicaciones y vamos a buscarla!, rugí, moviendo mis patas con agitación.

Mi manada también comenzó a inquietarse.

- Aún así, no creo que eso sea lo más adecuado, Edward – insistió el viejo decrépito, echándonos un vistazo vigilante a mi manada y a mí.
- Sabes que Chelsea no tiene nada que hacer – declaró él ya sin rodeos, mostrando su enorme cabreo sin tapujo alguno -. Nunca conseguirás dominar a Jacob y, por tanto, a la manada tampoco.

Los testigos agitaron sus murmullos a la vez que mi manada gruñía para confirmar las palabras de Edward. Aro y Cayo se miraron y éste último resopló por las narices con enfado.

- ¡Devuélvenos a nuestra hija ya! – reclamó Bella con una rabiosa desesperación que apunto estaba de hacerla llorar.

Se acabó. Fin de la película.

Clavé mis pupilas furiosas en Aro y le mostré mis sedientos colmillos a la vez que el resoplido me salía con virulencia por las narices y mi cuerpo se agazapaba, preparado para saltar en cualquier momento. Mis veintiún lobos acompasaron mis gruñidos y también se inclinaron hacia delante, con las orejas gachas y el rabo completamente hacia dentro, esperando a una sola orden mía. Mis bronquios se llenaron del todo y el aire me raspó las cuerdas vocales cuando el larguísimo rugido salió con cólera por mi garganta, rebotando varias veces otra vez en las montañas que nos rodeaban.

La guardia de los Vulturis se envaró al tiempo que Cayo apretaba los dientes, visiblemente incómodo, y Aro me observaba atentamente mientras los temblores de su guardaespaldas aumentaban. Aún así, no se despegaba de él, parecía uno de esos frágiles pececillos que están pegados a su tiburón todo el tiempo.

Los dos matones flexionaron sus rodillas, mostrando sus colmillos con aires amenazantes, y la rubia canija junto con su hermano enano entrecerraron los ojos, listos para atacar en cuanto me descuidase lo más mínimo.

Bella, Emmett y Rosalie hicieron exactamente lo mismo que los gigantones y mi amiga añadió un potente rugido.

Edward apretó la mano de Bella para calmarla y a mí me interpuso su brazo para contenerme y seguir con ese estúpido e inútil debate que no llevaba a ninguna parte.

Pero yo no me amilané.

La imagen de Nessie era lo único que ocupaba mi tarado cerebro, y si no querían devolvérmela, iba a recuperarla como fuera, eso lo juraba por mi vida. Solté otro rugido que hizo vibrar hasta la nieve de las cimas de las montañas, con tanta cólera y tantas ansias de sangre, que ya rozaba el sadismo puro y duro.

Mi Nessie, mi ángel. Ellos me la habían arrebatado.

Escuché un aullido agudo y estremecedor dentro de mí, un aullido que reclamaba una liberación. Sentía cómo mi alma se revolvía en mi interior como si estuviese atrapada, se agitaba desbocada, intentando salir de alguna cárcel. Mi Nessie, mi ángel, eso era lo único que ocupaba la poca razón que me quedaba, y ella no estaba allí, la habían apartado de mi lado. La ira volvió a darme un latigazo desgarrador y profundo y, sin saber cómo, algo cambió dentro de mí.

Edward giró su rostro para mirarme con asombro, pero no le hice ni caso, en lo único que podía pensar era en Nessie.

Mi sangre empezó a hervir, tanto, que podía notar las burbujas de la ebullición por dentro de las venas. Mi estómago se llenó de una sensación extraña, parecía que tuviera una bola de fuego en su interior dando vueltas sin parar, chocando con las paredes de éste, intentando encontrar una vía de escape que no hallaba. La imagen de Nessie llamándome se proyectó en mi cabeza y, entonces, la bola de fuego explotó, extendiendo su contenido abrasador por todo mi cuerpo como un fogonazo.

Empecé a sentir una corriente ardiente que me recorrió de la cabeza a las patas, un ciclón que removió cada uno de los átomos de mi cuerpo hasta que llegó a mi cerebro, y vi una luz cegadora que relampagueó una sola vez. Sentí cómo todas mis neuronas se llenaban de electricidad y el discernimiento absoluto se plantó en mi sesera ante mis perplejas pupilas.

Cuando la luz dejó de brillar, comencé a verlo todo con una nueva visión y yo mismo me quedé patidifuso. Se abrió ante mí una percepción nueva e increíble en la que era capaz de ver y distinguir toda energía que fluía a mi alrededor, incluida la mía, con absoluta nitidez; y sabía perfectamente qué era cada cosa, como si llevase grabado en mi cabeza toda la vida y fuera lo más normal del mundo. Nada parecía nuevo a mis ojos, mi cerebro lo descifraba fácilmente y lo asumía con total naturalidad. Mis hermanos podían ver perfectamente lo que veían mis ojos y percibí cómo el ambiente se transformaba en uno perplejo y atónito.

Me di cuenta enseguida de a qué se debía todo esto y, para mi desgracia, no podía seguir renegando de ello más tiempo, era una estupidez seguir negándomelo a mí mismo. Era una bomba de relojería que tenía que explotar de un momento a otro y esto había sido la chispa que la había prendido. Sí, mierda, yo era el Gran Lobo. La clarividencia se había presentado en mi sesera con contundencia para clavárseme bien en el cráneo, ya no tenía escapatoria. Taha Aki me había encomendado a mí el relevo de su reinado, ahora lo sabía con absoluta certeza, todo mi ser lo sentía, palpitaba dentro de mí con ansia desmedida, pidiéndome que le dejara salir de la jaula que yo mismo le había creado.

Y no lo pude contener. Una vez que el discernimiento se apoderó de mis pobres sesos, ya no había remedio. La pulsión era demasiado fuerte e intensa como para poder retenerla, me atraía, me llamaba desde lo más profundo de mi ser, así que me dejé llevar del todo, esperando a ver qué más me iba a pasar.

Las cadenas que la mantenían amarrada se rompieron con furia y toda mi alma empezó a volar con libertad. Mi espíritu de Gran Lobo salió de lo más profundo de mis entrañas para apoderarse de todo mi ser como si de una mecha de fuego se tratase y me hizo explosionar igual que un volcán en erupción.

Para mi asombro, no estuvo nada mal. Lo que sentí cuando todo mi espíritu consiguió salir, fue lo más parecido a un orgasmo, una liberación, una bocanada de aire fresco. Era como si hubiese estado encogido en una caja durante años y luego me hubieran dejado salir para estirarme a gusto.

Noté cómo mi cuerpo se incrementaba en tamaño, mi cabeza se alzó unos sesenta centímetros por encima de lo que estaba, mis zarpas y mis patas aumentaron el doble y mis músculos adquirieron más fortaleza y potencia. También sentí cómo cada célula de mi organismo se impregnaba de magia, ésta corría por mis venas a sus anchas, libre por fin, llegaba a mi cerebro, llenándolo de poder, de distintas, indescriptibles y nuevas sensaciones.

El claro se llenó de fuertes y sorprendidas exclamaciones.

- ¡Es increíble! – exclamó Eleazar a mis espaldas.
- Lo sabía, es él. Es el Gran Lobo – siguió Enguerrand, abriendo sus rojos ojos, como platillos volantes.

Mis compañeros cayeron irremediablemente sobre sus cuartos traseros y comenzaron a aullar al cielo, mostrándome su acatamiento y su profundo sentimiento de respeto y honor.

¡Mierda, levantaros!, les ordené, y así lo hicieron, sin un solo fleco de dudas ni quejas.

La vampiro rubia me miró con sus ojos escarlata abiertos como platos y después miró de reojo a su hermano, que tenía la misma expresión en su cara de niño pequeño. No eran los únicos. El Vulturis adormilado incluso jadeó de la impresión, la cara de Cayo mostraba un asombro que rozaba el terror y Aro, como chiflado que era, me miraba absolutamente flipado.

Bella y Edward se quedaron petrificados, observándome con una expresión que casi diría que era fascinación. Lo que me faltaba. Aún así, él no retiró su brazo, aunque no sabría decir si es que no se había dado cuenta de que seguía allí. Los vampiros que tenía enfrente me miraban escondidos tras sus capuchas con unos ojos que casi se les salían del sitio y mis hermanos permanecían en un silencio sepulcral cargado de ese absurdo respeto mientras veían y sentían cada uno de mis cambios, atónitos.

Mi nueva visión me permitió ver todas las energías que fluían en el claro nocturno. Era igual que si me hubiera puesto una de esas gafas para ver las imágenes en 3D. Todo aparecía ante mí como una nueva dimensión, cosa que me resultó un tanto extraño, aunque me lo tomé con una naturalidad sorprendente.

El escudo de Bella se veía claramente. Era como una fina y elástica capa de acero líquido que chispeaba en el núcleo y que se extendía hasta el límite en el que se encontraba el eje entre nuestros adversarios y nosotros, cubriéndonos por completo. La tela era tan flexible, que llegaba a proteger hasta a los lobos más alejados distribuidos en hilera, era increíble.

Edward le sonrió a Bella, sin duda era la primera vez que veía su impresionante escudo, y ella le miró de reojo sin comprender.

También notaba la energía que desprendía el cuerpo de Kate, no me hacía falta ni darme la vuelta para detectarla. Eran pequeñas descargas eléctricas de un color verde azulado que acariciaban su piel, preparadas para atacar en cualquier momento.

Aquella vampiro que había buscado al principio y de la que no había obtenido indicio alguno, ahora resultaba un faro en la oscuridad. Se podía ver cómo la tal Chelsea emanaba una especie de neblina blanca que cubría a toda la guardia Vulturis. Ésta se les metía hasta por los ojos, penetraba por sus narices e incluso por sus oídos, manipulando los lazos emocionales de todos ellos para que se sintieran unidos.

También observé a Varick. Éste manejaba unos finos hilos con las manos que se concentraban en la cabeza de Aro, formando una especie de madeja semitransparente, se parecía a la escafandra de un buzo. Aro, junto a esa barrera, estaba envuelto a su vez por la burbuja traslúcida de color azulado que creaba Renata con el contacto de su mano. Sin embargo, su escudo no tenía nada que hacer contra el de Bella, ya que su diámetro solamente alcanzaba unos pocos metros y parecía mucho más frágil que el de mi amiga.

Pero no sólo veía eso. Podía distinguir a la perfección cada alma, cada aura que me rodeaba. Eran como una gruesa segunda piel que nos envolvía y que relumbraba a nuestro alrededor, envolviéndonos con su luz. Unas eran de color malva y otras de color dorado. Enseguida me di cuenta de cuáles eran las buenas y cuáles las malas. Mientras yo mismo y todos aquellos que estaban conmigo refulgíamos en un dorado luminoso, los espectros que tenía enfrente rezumaban un apestoso y apagado color malva oscuro. Sus almas ya estaban condenadas al infierno incluso antes de morir.

Edward no salía de su asombro con cada visión que escaneaba, pero a mí me daba completamente igual todo esto, yo solamente pensaba en una cosa, Nessie, mi Nessie, mi precioso ángel.

No olvidé mi rabiosa ira, ni a quién iba dirigida especialmente. Me enderecé, hinchando mi gigantesco pecho, para clavarle la mirada con inquina a Aro y proferí un rugido todavía más potente y poderoso que el anterior que apunto estuvo de desgarrar mi ancha garganta. Esta vez, la potencia de mi rugido hizo que parte de la nieve de las montañas se desprendiera y cayera por las laderas de las mismas.

Mi majareta y furibundo cerebro empezó a ver cómo los cuerpos de los encapuchados desprendían un vaho húmedo, frío y azulado y supe sin ninguna duda que se trataba de temor. Percibí el miedo de todos los que allí estaban, incluidos nuestros aliados y todos los que se encontraban detrás de mí, aunque no les viera los rostros y fuese más bien respeto. Podía olerlo, lo intuía, notaba su emanación flotando a mis espaldas.

El antes flipado vampiro cambió su asquerosa cara al instante. Vi el miedo en sus ojos, su mugriento vaho era más intenso que el del resto, incluso más que el de Cayo, y eso incrementó más mis ganas de atacarle y aniquilarle. Era como ofrecerle agua fresca a un sediento. Seguramente, nunca se había enfrentado a un monstruoso lobo chiflado. Mis fauces salivaban y mis descomunales y feroces colmillos se mostraban con ansias de venganza, la clamaban a gritos.

- ¡No, Jacob! – gritó Edward.
- ¡Jake! – chilló Bella casi a la vez.

No les dio tiempo a terminar la frase. Mis patas cogieron impulso y saltaron fuera del amparo del escudo de Bella para quedarme frente a frente con ese asqueroso vejestorio decrépito y mi manada me siguió incondicionalmente, quedándose a un paso detrás de mí, gruñendo y mostrando sus armas, esperando a la orden.

Aro retrocedió a la vez que la guardia tomaba sus puestos al frente. No hubo gesto ninguno, fue algo sincronizado y automático que seguramente llevaban haciendo durante siglos.

Noté el temor que desprendía Bella, pero este era diferente al respeto que emanaba el resto. Por el rabillo del ojo pude ver que era de un rosa pálido, y no indicaba miedo de mí, sino más bien miedo por mí. Sí, temía por mí y por mi manada, y aunque su escudo era muy elástico, tampoco podía cubrirnos y arriesgarse a que Jane o Alec pudieran traspasarlo para acribillarlos a todos con sus dones.

Estaba realmente preocupada, pero yo no podía echarme atrás. Tenía que recuperar a Nessie fuera como fuera. Ella era lo más importante para mí.

Los Cullen iban a adelantarse para acompañarnos, pero Eleazar agarró a Edward del brazo para impedírselo mientras negaba con la cabeza con seguridad, y todos los demás también se detuvieron.

La rubia canija entrecerró los ojos y me miró fijamente durante una fracción de segundo, que fue lo que tardó en lanzar su ataque.

En ese instante, me di cuenta de que si me torturaba a mí, llegaría al resto de mis hermanos si seguía conectado con ellos. Lo mejor era desconectarme en el momento en que me llegara su ataque y que ellos asaltaran a la guardia, sobretodo a Jane y a Alec. Tal vez pudiéramos matar a unos cuantos más.

No me hizo falta comunicarles esto, con pensarlo fue suficiente para que lo vieran.

Pude ver cómo por sus pupilas escarlata salían dos rayos de infrarrojos semejantes a esas luces que desprenden las armas de larga distancia que salen en las películas cuando el malo quiere matar al bueno desde la ventana de un edificio y se sabe que le apunta en la frente porque aparece un puntito rojo.

Ahora las dos luces se juntaban para hacerse una en mi frente lobuna y yo me preparé psicológicamente para soportar lo mejor posible su tortura.

¡Atentos!, avisé a mi manada, para que saltaran hacia ella en cuanto yo me desconectara y empezara a retorcerme.

Entonces, mis perplejos ojos vieron algo alucinante, pero que descifré con total facilidad, estaba grabado en mi cerebro a fuego. En cuanto el punto rojo tocó mi pelambrera, el destello dorado que radiaba de mí se extendió súbitamente desde mi cuerpo, hasta que me vi rodeado de un círculo de luz brillante que abarcaba bastantes metros. Sí, estaba completamente seguro. Era mi fuerza espiritual, y ésta empezó a resplandecer con tanta intensidad, que cegaba. La centelleante luz deshizo los rayos rojos como si fueran un ligero humo soplado y no pasó nada. Ni siquiera noté un cosquilleo, y mi manada tampoco, ya que seguía conectado y ellos se encontraban bajo mi protección. Mi poder espiritual fue menguando, hasta que volvió a su sitio y mi segunda piel brilló igual que las demás almas.

Las miradas pasaron de unos a otros entre la guardia con desconcierto y la chusma murmuró en voz alta. Por supuesto, ellos no habían visto nada de esto, solamente habían observado cómo ese ataque no había servido para nada.

La rubia enana entornó sus desquiciados ojos aún más y los rayos salieron con más vigor.

Nada. La acción se repitió ante la maravillada mirada de mis hermanos, que podían verlo todo a través de mis pupilas. Paul hasta se dedicó a calcular el diámetro del círculo.

- ¡Es impresionante! – exclamó Edward, llevándose las manos a la cabeza con un rostro tan alucinado, que parecía que hubiese visto una visión o algo.
- Es el Gran Lobo, sin duda – añadió Emmett con una sonrisa de oreja a oreja, cruzándose de brazos, ahora totalmente relajado.
Bella se carcajeó con una malicia tal, que me dio hasta miedo. En cambio, ella ya no rezumaba ningún tipo de vaho, tan sólo ese respeto que humeaban los demás Cullen, mis lobos y nuestros aliados.
- Podéis seguir atacando, ninguno de vuestros dones le va a hacer efecto alguno – anunció Eleazar con una sonrisa un tanto chulesca -. Y a su manada tampoco, ya que todos están conexionados telepáticamente a él.

Bueno, tampoco hacía falta que lo comprobasen todos. Seguro que yo no era invencible, alguno habría que pudiera hacerme algo.

Los semblantes de los espectros lo decían todo. Estaban tan aturdidos y desorientados como Aro, Cayo e incluso Marco, que en estos momentos observaba todo con suma atención. Incluso nosotros mismos estábamos un poco perdidos, la verdad.

La rubia canija rechinó los dientes con ofensa personal y osciló la mirada hacia su hermano, pasándole el relevo.

Mis lobos y yo volvimos a ponernos en alerta y el enano entornó los ojos, al igual que había hecho su hermana, para empezar a atacar. Solo que, en esta ocasión, su mirada no se centró en mí. Lo hizo en otro de mis lobos para probar por otro flanco, y el lobo que escogió no fue otro que el negro, el segundo más grande, Sam.

¡Mierda, Sam!, rugí, agazapándome hacia delante.

Tranquilo, me calmó él, hablándome con total serenidad.

¿Tranquilo? Todos mis hermanos me importaban, pero había elegido precisamente al menos indicado, y encima, yo no sabía cómo había hecho lo que había hecho para evitar el ataque anterior, no sabía cómo tenía que hacer para pararle los pies.

Antes de que me diera tiempo a reaccionar ni a ordenarle huir, dos rayos salieron también por los ojos del vampiro Pitufo, pero estos no eran rojos, eran de un color azul brillante y se clavaron en la frente de Sam, en un único punto, intentando traspasarla.

Tampoco lo consiguieron. Mi espíritu desplegó él solo su poder y volvió a extenderse para brillar con ímpetu y deshacerse de los rayos sin esfuerzo alguno.

El Pitufo dio un paso hacia atrás, totalmente sorprendido, y miró a su boquiabierta hermana La Pitufina con el mismo gesto. Pero entonces, igual que si se hubiesen leído la mente, los dos se giraron hacia mí y unieron sus fuerzas para apuntarme con sus rayos a la vez.

Nada. Mi particular escudo destructor se encargó sin problemas de ellos y yo ni siquiera tuve que mover una pestaña. Si no fuera porque lo que ocupaba mi cerebro era Nessie, me hubiera mofado de ellos y todo.

Mis lobos alzaron los hocicos y aullaron a la luna, como símbolo de orgullo y victoria.

Algunos de los testigos que se escondían tras la retaguardia empezaron a mirarse los unos a los otros con inquietud manifiesta – sus vahos así me lo mostraban - y sus pies emprendieron la huída para abandonar esos puestos que antes creían tan seguros. En cuanto uno inició la marcha, comenzaron a unirse más chupasangres. Era lógico. Sin los dones de los Pitufos y del resto, los Vulturis no tenían nada que hacer. Nuestro bando les superaba en número y los que disponían de poderes en nuestras filas podían utilizarlos a sus anchas contra ellos. Los Vulturis habían perdido esta particular batalla.

La Pitufina se ofendió y se adelantó un paso, envarándose y retirando su labio hacia atrás, preparándose para otro ataque inútil. Tenía que reconocer que valor y perseverancia no le faltaba.

- Basta – intervino Aro, saliendo de su madriguera, alzando la mano en son de paz.

La guardia se abrió para dejarle paso y el muy desgraciado se plantó delante de mí, aunque eso sí, a un par de metros de distancia. Su vaho todavía rezumaba por encima de su cabeza.

Volví a agazaparme y a rugir para reclamar lo que era mío y la nieve de las cimas se desprendió de nuevo en pequeños aludes que recorrieron las faldas de las montañas. No hizo falta que Edward le tradujera.

- Traed a Renesmee – ordenó a dos de los encapuchados con ese momificado semblante rebosando resignación y claudicación.

No hubo deliberaciones ni petición de consenso. El Vulturis aburrido asintió con sus ojos muy despiertos y Cayo hizo lo mismo con su vaho saliéndole por las orejas.

Edward y Bella – ésta trayendo consigo su magnífico escudo para cubrirnos a todos de nuevo, por si acaso - se adelantaron y se pusieron a mi lado.

Tampoco hubo ninguna protesta. El claro se llenó de un mutismo absoluto mientras los dos espectros se dirigían como rayos al mismo sitio en el que se suponía que antes iba a estar Nahuel.

¡¿No la habrán dejado sin vigilancia junto a esa garrapata, verdad?!, protesté con energía.

La imagen de aquella vez en el bosque en la que ese degenerado estaba encima de mi chica intentando forzarla vino a mi mente por sí sola y mi tórax comenzó a vibrar con ira. Con tan sólo pensarlo, ya se me erizaba el lomo para atacar a lo que fuera.

Pero ese asqueroso recuerdo se marchó de repente cuando Edward se inclinó hacia delante y soltó un rugido que también retumbó en las montañas, mientras ya se veía a los dos guardias regresando, cargando con una especie de carruaje dorado sin ruedas que parecía muy antiguo. No me dio tiempo ni a emocionarme. Su cara retorcida de angustia y furia al mismo tiempo no me gustó ni un pelo.

¡¿Qué pasa?!

- ¡¿Qué pasa?! - preguntamos Bella y yo a la vez.
- ¡Alguien se la ha llevado! – bramó, haciendo que los Vulturis se giraran para mirarle completamente perdidos.
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Cristina Almeida
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMar Mar 29, 2011 4:55 am

¡Mí Dios! ¡Qué imaginación! ¡Me quedó loca ese capi! ¡Miles de aplausos para ti! Estoy sin palabras...
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMar Mar 29, 2011 11:03 am

¡Hola, Cristina!

Me alegro mucho que te haya gustado este capi alien alien
Aqui te dejo otro Wink

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UNA PROMESA ES UNA PROMESA Y TIENES
QUE CUMPLIRLA


¡¿Cómo?! ¡¿Qué era esto?! ¡¿Que Nessie no estaba?!

En ese mismo momento, los dos espectros terminaron su rapidísimo viaje de vuelta, posaron el carruaje y se acercaron con precaución a los viejos decrépitos para darles la misma noticia.

- ¡¿Quién habrá osado a llevársela?! – voceó Aro, indignado, abriendo la cortina del habitáculo para comprobar su interior.

Actué sin pensar. Me acerqué como una exhalación, provocando un susto en el Vulturis y en toda su guardia – aunque tampoco se atrevieron a moverse -, y metí mi enorme cabeza en el carruaje con ansiedad para verificarlo. Dentro había un camastro, como había dicho Edward; vacío. Sin embargo, el habitáculo estaba lleno de su maravilloso olor, y era reciente.

Su vaho aumentó de intensidad cuando saqué la cabeza y me incliné para rugirle casi en la cara.

¡Idiotas! ¡Se la ha llevado Nahuel!, grité, aunque ellos solamente me vieron rugir con cólera.

- ¡Ha sido Nahuel! – repitió Edward, rechinando los dientes con furia.

Bella se quedó tan paralizada por el shock, que no pudo ni moverse; si no fuera un vampiro, se hubiera desmayado.

No sé por qué me dio por ahí, pero mi cabeza se alzó instintivamente para mirar a lo alto y mis ojos casi se salen de su sitio cuando lo vi.

Allí, en la cima nevada de una de las montañas, brillaba una luz brillante y fulgurante, tan alta como una hoguera gigantesca. Lo supe en cuanto lo vi. Era el aura de Nessie, que parpadeaba, llamándome para que fuera en su busca.

Había estado tan concentrado en querer cargarme a la momia chiflada, que no me había fijado en ese enorme fogón. ¡¿Sería estúpido?!

No lo dudé ni un momento. Mis patas tomaron impulso para salir volando en dirección a la luz, dejando atrás todo lo demás.

- ¡Jacob! – gritó Edward a mis espaldas.

¡La traeré, te lo prometo!, juré con determinación. Vi por el rabillo del ojo cómo Edward asentía con confianza. ¡Vosotros quedaros ahí para ayudar a los Cullen!, ordené a mi manada mientras seguía galopando a todo lo que daban mis patas.

Acto seguido, me desconecté. No quería que nada me desconcentrase, tenía que poner todos mis sentidos en mi búsqueda.

La potencia de mis músculos era superior y eso se notó en mi velocidad, los árboles que pasaban por mi lado eran rayas rectas y el aire zumbaba en mis oídos como si de un fiero huracán se tratase.

Comencé a subir por una pendiente parecida a la que habíamos atravesado para llegar al claro, llena de árboles que hacían el camino muy estrecho. Ahora era mucho más angosto que antes, puesto que mi tamaño se había incrementado y me costaba más pasar entre ellos.

Llegué a una bifurcación, así que miré a través de las copas de los árboles para ver el aura de Nessie y orientarme en la dirección correcta, ella era mi brújula. Seguí por el trayecto que daba a la luz de mi ángel.

Sólo esperaba que no fuera demasiado tarde, que ella estuviese bien, que no tuviera ningún rasguño. Eso parecía, su alma refulgía con vigor.

Mi Nessie, mi ángel.

Mi corazón latía a mil por hora, frenético por encontrarse con ella, pero también ansioso y rabioso por terminar de una vez por todas con ese Nahuel. Esta iba a pagármela. Si se le ocurría tocarla un solo pelo, o hacerla un solo arañazo... Las imágenes del bosque volvieron a mi chalada cabeza para estamparse con saña. Aplasté unas muelas contra las otras para controlar mi enorme sed de venganza hasta que me encontrara con él. No tenía que desperdiciar ni un ápice de fuerzas, tenía que gastarlas todas con ese malnacido.

El camino empezó a volverse más rocoso y más frío conforme me acercaba a la cima y la luz se veía muy próxima, casi podía tocarla. Ya no había tantos árboles, lo cual me aportó un poco más de libertad de movimientos y mi carrera se benefició de ello.

Seguí subiendo a toda mecha por ese sendero, ya únicamente de piedra cubierta por algo de nieve, y me topé con un río que descendía por la ladera en un torrente continuo lleno de saltos y pequeñas cascadas provocadas por los salientes rocosos de la montaña. Lo atravesé, escalando con mis cuatro patas, y continué en mi ascenso hacia la luz.

La nieve se derretía bajo las almohadillas de mis patas en el momento en que alcancé la cima, y salí a un pequeño redondo completamente llano en el que la luminiscencia que perseguía se hizo presente. Y entonces, mi corazón pegó un salto para latir con locura cuando por fin la vi, y ya no me fijé en nada más.

Estaba sola. Su delicado cuerpo yacía sobre la helada nieve, desprotegido, y sus largos y abiertos rizos estaban extendidos sobre el hielo, destacando y haciendo contraste con la nívea superficie.

Me acerqué inmediatamente y arrimé el hocico a su precioso rostro para comprobar su estado. Olí ese aroma que tanto había echado de menos y lamí sus mejillas mientras gimoteaba ansioso.

Sufría algunos síntomas de hipotermia: temblaba, su carita estaba fría y sus labios estaban morados, pero estaba viva, su dorada aura refulgía con ímpetu. Miré sus ropas, todo en su sitio, y no tenía ni un arañazo. Solamente estaba profundamente dormida.

O eso creía.

- Jacob… - susurró a duras penas.

¡NESSIE!, lloriqueé como un blandengue.

Pero seguía dormida. Seguía llamándome en sueños. Mi Nessie, mi dulce y preciosa Nessie.

Ya estoy aquí, mi amor, le dijo el estúpido de mí, como si fuera a oírme o algo.

Seguí desconectado de mi manada. No era por nada, pero quería disfrutar de un poco de intimidad en este momento, tenía muchas emociones acumuladas, y también cuando se despertase, porque tenía pensado besarla como nunca antes. Me conectaría lo justo para dar la noticia de que la había encontrado y que estaba bien, con el fin de que sus padres se tranquilizaran, y después volvería a desconectarme para seguir besándola.

Sin embargo, lo que urgía ahora era su hipotermia. Tenía que darle calor para que se recuperase antes de iniciar el descenso y llevársela a sus padres. Me moría de ganas de cambiar de fase para besarla y estrecharla entre mis brazos, pero era mejor seguir en mi forma peluda para acurrucarme a su lado y proporcionarle más calor.

No me dio tiempo ni a doblar una pata.

En cuanto noté el maloliente efluvio y esa emanación de color malva, me giré ipso facto hacia atrás para protegerla.

Mis pupilas casi se caen de sus cuencas cuando vi al licántropo sujetando la cabeza de Nahuel por su coleta en una de sus manos, con la sangre todavía fresca chorreando de la sección de su cuello y una expresión de horror en el rostro. Aún tenía los ojos abiertos.

No me había hecho falta vengarme, el licántropo se había tomado su revancha personal.

Ese monstruo era más monstruoso todavía. Había luna llena y su transformación era completa. Su tamaño era superior y su cuerpo, musculado y totalmente cubierto de un pelo largo marrón oscuro, se asemejaba más a un lobo de pie, solo que sus patas delanteras eran manos descomunales que estaban dotadas de unas poderosas garras afiladas como cuchillas. Su cabeza también estaba desfigurada por completo, ahora tenía una fisonomía lupina, con un hocico lobuno, aunque más redondeado, y su babosa boca estaba provista de unos grandes colmillos no menos afilados que sus garras.

Se quedó quieto, mirándome con sus ojos amarillos bien abiertos, con la luz de la luna reflectaban todavía más. Él también vio el cambio en mí. Después, osciló su hambrienta vista hacia Nessie.

Ya sabía lo que quería, y no se lo iba a permitir.

No tuve ni que pensarlo, mi fibra lupina actuó por sí sola. Mi cuerpo y mi cola se enderezaron bien, al tiempo que mi lomo se erizaba y mi pecho se hinchaba, y le advertí que ella era mi chica con una serie de gruñidos y una exhibición de mis colmillos, que no tenían nada que envidiar a los suyos.

Entendió a la perfección mi lenguaje, pero, como me temía, no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente. Tiró la cabeza de Nahuel a un lado y se acercó a mí, eso sí, lentamente y a la defensiva, mostrándome su dentadura de nuevo mientras gruñía.

Seguí cubriendo a Nessie, agazapándome para clavarle la mirada con odio a ese asqueroso licántropo, y le gruñí con más contundencia, levantando mi labio hasta arriba con rabia.

Caminó a mi alrededor en círculos y yo me moví para fintarle y no dejar que llegase a Nessie. Antes muerto.

Hizo un amago de acercamiento cuando una de sus piernas se adelantó para tratar de agarrarla por el brazo, y yo me interpuse de inmediato, envarándome frente a él. Rasgó el viento con su garra al intentar llegar a mi cuello, que se apartó con unos reflejos mucho más sobrenaturales que los que tenía antes de mi cambio.

Mi tórax se llenó de aire y lo expulsé con furia, produciendo un rugido prolongado y estremecedor que hizo eco en las montañas lindantes, reclamando mi supremacía y dominio, y él retrocedió un par de pasos con un ligero vaho rezumando de su cabeza.

Pero sabía que ni mucho menos iba a dejarlo ahí. Sus ojos se movían hacia Nessie continuamente con una ansiedad obsesiva y no iba a parar hasta conseguirla.

O hasta que yo le parase los pies de una maldita vez, e iba a hacerlo fuera como fuera. Esa bestia no iba a tocarla ni uno solo de sus brillantes cabellos. Volví a rugir con cólera cuando estos pensamientos se hicieron cargo de mi sesera.

El licántropo se acercó con rapidez a mí y se puso en un cara a cara conmigo, levantando su asqueroso labio mientras resollaba por las narices y emitía amenazadores gruñidos.

Su mensaje era claro. Me estaba desafiando.

Nada pude hacer para refrenar a mis instintos, la llamada de la lucha era demasiado fuerte, mis colmillos ya se alzaban solos y mi caja torácica ya estaba respondiendo a su petición. Tenía que defender lo que era mío por derecho: mi chica y mi supremacía. Sabía que esto iba a ser una batalla a muerte, pero no me quedaba más remedio que pelear con él si quería proteger a Nessie, ella era lo primero y más importante. Me centré en esto último.

Con una fuerza brutal, respondí a la pulsión que me llamaba desde lo más hondo de mi ser y me abalancé sobre el licántropo con la dentadura por delante.

Por supuesto, esa bestia no se quedó parada. Justo en el momento en que mi cuerpo hizo contacto con el suyo, me rodeó con sus brazos para bloquearme, sin embargo, la potencia de mi embuste fue tal, que los dos nos caímos sobre la nieve y rodamos unos cuantos metros.

Ambos nos pusimos en pie de inmediato y yo me apresuré a escudar a Nessie, fintando con él para que no encontrara ni un solo hueco por el que pasar. No quería ni que la oliese.

Eso le enfureció enormemente y el que se arrojó hacia mí entonces fue él.

Clavé las patas traseras en la nieve, aguanté su empuje y nos enzarzamos en un forcejeo en el que los dos chasqueábamos las mandíbulas para tratar de clavarle los dientes al otro y en que también terminamos contorneándonos por el hielo.

Los restallidos de nuestros dientes y los rugidos resonaban en las cordilleras que nos rodeaban, hasta que también se escuchó el gemido que salió por mi garganta cuando una fila de cuchillas se clavó en mi costado.

Me retiré hacia atrás, al tiempo que ese sucio licántropo sacaba las garras de su mano de mis carnes. El dolor era penetrante, pero no me achiqué. Seguí protegiendo a mi chica, caminando en eses delante suyo para que ese monstruo no se acercara a ella lo más mínimo. Además, ya empezaba a notar cómo mi herida se estaba curando, parecía que lo hacía más rápido de lo normal.

El licántropo me miró sorprendido, no se creía que su ataque no me hubiera afectado y que ya no tuviera herida alguna. Seguramente nunca había oído hablar de la rápida curación de los metamorfos. Aún así, no me confié. Si me clavaba sus colmillos, era hombre muerto.

Y eso intentó de repente. Arremetió su boca contra mí con tanta violencia, que tuve que recular y dejar a Nessie entre mis patas, mirándola por el rabillo del ojo para no pisarla.

Fue entonces cuando me percaté de que su hipotermia se había agravado. Sus temblores eran más fuertes y su piel estaba adquiriendo una tonalidad que no me gustaba nada.

El licántropo aprovechó esa pequeña distracción de décimas de segundo para embestirme de nuevo y me lanzó varios metros en los que mi cuerpo derrapó hacia atrás.

Agarró a Nessie por su delicado brazo y la arrastró como si de un saco se tratase. Eso me encolerizó hasta tal punto, que me cegué. No. No iba a tocarla nunca más.

Me levanté a una velocidad vertiginosa, rugiendo, y corrí hacia él para saltarle encima. Soltó a Nessie, que quedó tendida sobre la nieve otra vez, y caímos dando vueltas el uno sobre el otro.

Empezamos una lucha encarnizada en la que consiguió tajarme por varios sitios, él jugaba con ventaja al disponer de más armas, pero yo no me rendí, ni mucho menos. Me rajaba con sus cuchillas en un sitio, pero la otra herida anterior ya estaba casi curada. Eso hacía que no perdiera mucha sangre y pudiera mantenerme con fuerzas suficientes para hacerle frente. Gimió cuando le hinqué bien los dientes en la clavícula, aunque lo que había intentado era llegar a su cuello, puesto que tenía que arrancarle la cabeza para acabar con él. Lo que no sabía es que él también llegaba a mi paletilla. Me clavó los colmillos con tanta saña, que noté cómo se incrustaban, igual que si fuera a cámara lenta.

Gañí con potencia y dolor a la vez que un acto reflejo hizo que me despegara de él y me levantara sobre mis cuatro patas. El licántropo también se puso en pie y nos quedamos frente a frente, observándonos, todavía a la defensiva. Su asquerosa boca se torció en una especie de sonrisa arrogante, me había herido de muerte y ahora solamente tenía que esperar a que su repugnante veneno hiciera efecto en mí.

Enseguida lo noté, sus efectos no se hicieron esperar. Sentí cómo su ponzoña se extendía por todo mi organismo a través de mis venas, ésta quemaba al pasar igual que si fuera ácido, y una fiebre extraña se instaló en mi cuerpo, haciéndolo arder. La vista comenzó a nublárseme intermitentemente y mi respiración empezó a ser dificultosa y pesada. Mis patas estaban débiles y querían tambalearse para tumbarme definitivamente.

Miré a mi Nessie, a mi ángel. Si yo caía aquí, ese monstruo…

No, no iba a hacerlo, no iba a rendirme, ni hablar. Esa bestia repulsiva no iba a tocarla ni un solo milímetro de piel. Ahora ya tenía firmada mi sentencia de muerte, ya no tenía nada que perder si me volvía a morder, ahora podía ir a por todas, e iba a hacerlo. Yo moriría, pero él se iba a venir al infierno conmigo. Daría mi último soplo de vida por ella, la protegería hasta la muerte. Ella era lo único y más importante.

Mi Nessie, mi ángel.

Mi aura estalló con furia y mi fuerza espiritual se extendió hasta donde se perdía la vista; un círculo de luz brillante y cegador que cubrió las montañas y se expandió más allá. Todas las células de mi organismo se llenaron de esa energía, que traspasó mi cuerpo como si de electricidad se tratase, y las cargó de adrenalina. La suficiente para aguantar hasta que me lo cargase de una vez por todas.

Me erguí de nuevo y aullé a la luna con poder y autoridad, anunciando lo que iba a hacer a los cuatro vientos. Cuando bajé la cabeza para clavarle la mirada con inquina, su vaho llegaba hasta el cielo, aunque no me hacía falta ver eso para adivinar que estaba desconcertado y acobardado, su nauseabunda cara lo decía todo. No se podía creer que su sucio veneno no me hubiera tumbado todavía.

Me agazapé, tensé todos los músculos de mi cuerpo y escupí un rugido tan estremecedor como amenazante. No le dio tiempo a huir. Me abalancé sobre esa masa peluda sin pensármelo dos veces y me enganché a su cuello para hincarle la dentadura. Ahora el que gemía con potencia y dolor era él.

Se revolvió y me cortó de nuevo con sus afiladas cuchillas. Me importaba un bledo. Mi cólera era tal y mi muerte estaba tan cercana, que no solté su gaznate. Siguió rodando por la nieve conmigo colgando para tratar de desengancharme, pero resistí. Como si de una presa se tratase, hundí más los colmillos y mi mandíbula presionó con todas sus fuerzas, hasta que escuché un crack.

Su cuerpo quedó flácido encima del mío, sin embargo, seguía vivo. Solamente le había roto el cuello y lo había dejado parapléjico. Aunque no permanentemente. Eso no bastaba, con el tiempo se regeneraría y seguiría con vida. Sólo había una manera de matar a un licántropo: arrancándole la cabeza. Me volteé sin soltar a ese despojo, lo sujeté por el pecho con mis patas y tiré de su cabeza hacia arriba sin ningún atisbo de dudas ni compasión.

Casualidades de la vida, su cabeza rodó hasta que quedó junto a la de Nahuel. Las dos tenían el mismo semblante horrorizado.

Después de este esfuerzo, mis patas doblegaron y caí encima del cuerpo del licántropo. El dolor y la quemazón de mis venas volvieron a sentirse con intensidad y la fiebre de la rabia que me había sido contagiada comenzaba a hacer arder todo mi ser.

Pero no podía quedarme allí. Todavía no. Mi ángel. Nessie me necesitaba. Tenía que sacarla de allí o se moriría de frío, tenía que llevársela a Bella y a Edward para que estuviese a salvo. Entonces podría morirme en paz. Además, se lo había prometido a Edward y yo era un hombre de palabra.

Su rostro era precioso, aun estando algo azulado por la hipotermia. El mirárselo me dio fuerzas para levantarme y adoptar forma humana. Era mi último chute de adrenalina.

Arranqué los pantalones de la cinta de cuero sin ni siquiera desabrocharla y me los puse lo más rápido que mi dolorido organismo me permitió.

Me arrodillé con prisas a su lado, metí las manos bajo su cuerpo y la levanté como pude para tomarla en brazos. Me costó ponerme en pie, pero lo logré sólo con mirarla.

Estaba congelada, sus temblores ya eran más parecidos a convulsiones y sus labios estaban amoratados. Apoyé su cabeza con cuidado en el pliegue interior de mi codo y la arrimé bien a mi pecho, estrechándola entre mis brazos para darle más calor. Acerqué mi rostro al suyo y la besé, dejando nuestros labios entrelazados para que se le calentasen un poco. Puede que ese fuera mi último beso.

Los solté cuando me pareció que ya estaban más cálidos, en realidad, todo su cuerpo pareció caldearse algo con el contacto del mío y ya no tiritaba tanto.

- Jake… - masculló con un frágil hilo de voz, abriendo ligeramente sus dulces ojos.

Un nudo gigantesco se agarró a mi garganta, de las emociones indescriptibles que sentí en ese momento.

- Ya estoy aquí, preciosa – le susurré en la boca con tranquilidad para que no se asustara.

Su todavía helada mano se aferró a mi nuca débilmente para acercarme más a ella y sus dulces ojos me reclamaron como nunca.

- Jake…

Aunque todavía estaba adormilada, nuestros labios volvieron a encontrarse para besarse con una pasión cargada de emoción y entusiasmo. Por fin sentía otra vez esa energía mágica que nos envolvía siempre, cuánto la había echado de menos. Sus ojos no fueron los únicos que desbordaron lágrimas, los míos no pudieron evitar que éstas saltaran y rodaran por mi cara hasta terminar fundiéndose con sus mejillas.

Mi mente se llenó de todos los recuerdos preciosos y felices junto a ella, esos casi siete años maravillosos pasaron como si de una película se tratase. Sin embargo, mi felicidad era amarga. Este beso era un reencuentro y una despedida. Nuestro último beso. Pronto me tendría que ir de este mundo y tendría que dejarla sola. Y sabía qué tenía que hacer antes de irme. Nessie tendría que ser fuerte. Esperé hasta que terminamos de besarnos.

El dolor ya empezaba a ser inaguantable y ella seguía con síntomas de hipotermia, así que tenía que hacerlo rápido para que me diera tiempo a bajarla de la montaña para llevársela a sus padres.

Pegué nuestras frentes y clavé mis pupilas en las suyas con determinación.

- Quiero que me prometas una cosa – le dije.
- ¿Qué? – preguntó sin comprender; todavía estaba medio dormida y hablaba con dificultad.
- Quiero que me prometas que vivirás.
- ¿Cómo? No… no te entiendo… - frunció su adorable ceño con extrañeza.

Tenía que conseguir que me lo prometiera, si antes sospechaba que algo no iba bien, no lo haría. Y sabía que si no me lo prometía, no cumpliría mi deseo, éramos almas gemelas.

- Prométemelo, por favor – insistí con un murmullo -. ¿Verdad que vas a vivir?

Esto era trampa, pero era la única manera.

- Claro, ya no tengo… tanto frío – afirmó en una voz muy baja, aún bajo los efectos del sedante que le hubiesen dado.
- Prométemelo. Prométeme que vivirás.
- Está bien – murmuró a duras penas, con los ojos cerrados -. Te… te lo prometo.

No se imaginaba lo feliz que me hacía.

- Gracias – susurré con otro nudo en la garganta, y la besé.

Ya no había tiempo que perder, la vista empezaba a nublárseme por momentos y la fiebre estaba aumentando. Tenía que bajarla antes de que la rabia se apoderara de mí del todo. La arrimé más a mí y apoyé su mejilla en mi pecho para iniciar el descenso.

Corrí lo más rápido que fui capaz por el sendero que discurría por la ladera de la montaña, procurando no tropezarme con los salientes de la superficie rocosa.

Llegué a la zona arbolada. Ahora podía pasar mejor entre los árboles, pero éstos aparecían ante mí como dibujos nublados y no me quedó más remedio que ir un poco más despacio para poder esquivarlos, mis reflejos iban con efecto retardado.

Todos mis músculos parecían agarrotados y el dolor ya era insoportable, me sentía arder por dentro, igual que si me estuviese quemando con ácido. Mis pulmones se afanaban en respirar a toda velocidad y sentía un nerviosismo desmedido. La rabia hacía presencia cada vez más en mi organismo y eso era peligroso para Nessie. Si perdía la razón del todo, puede que terminara haciéndola daño. Tenía que sacar fuerzas de donde fuera para ponerla a salvo.

Comencé a descender por la pendiente que daba al valle donde nos habíamos reunido con los Vulturis.

Mi vista se topó de frente con los Cullen, con mi manada y con los de Denali, que esperaban mi llegada unos metros más allá. No había ninguna duda. Edward ya estaba al tanto de todo. Su semblante dejaba ver una mezcolanza de sentimientos que iban desde la alegría por ver a su hija hasta una extraña expresión de amargura y tristeza mezclada con integridad y respeto. Asintió para darme las gracias con el mismo rostro.

Nessie pareció despejarse algo más y rodeo mi cuello con sus brazos para incorporarse un poco y abrazarme. Aproveché para inhalar su maravilloso efluvio, eso me daba las últimas fuerzas.

Aun medio anestesiada, no se le escapaba nada.

- ¿Qué te pasa? Tu piel está ardiendo – advirtió, tocando mi mejilla con el dorso de su mano -. Parece que tengas fiebre, y estás sudando…

Sus dulces ojos se toparon con los míos cuando levantó la cabeza de mi hombro, y su mirada lo dijo todo. Sí, me conocía demasiado bien.

- ¡Renesmee! ¡Gracias a Dios!

Unas manos heladas la despegaron de mí. Ella las tendió en mi dirección mientras Bella la tomaba en brazos para abrazarla entre sollozos.

- ¡Jake! ¡¿Qué te pasa?! – gritó, tratando de zafarse de su madre para alcanzarme con los brazos.

Pero yo apenas podía moverme y hablar. Mis piernas me sostenían en pie de pura inercia.

Bella se dio cuenta enseguida y su semblante rebosante de felicidad cambió de repente. Dejó a su hija en el suelo, desconcertada, y Edward corrió para ponerse a su lado.

Toda mi manada se acercó, gimoteando, y el resto de los Cullen y nuestros aliados se apresuraron para aproximarse con preocupación.

Nessie se abalanzó a mis brazos y comenzó a tocarme el rostro con ansiedad y angustia.

- ¡Jake, ¿qué te pasa?!
- Ne… Nessie… - murmuré con una voz que me salió más débil de lo que quería -. Te quiero – y alcé mi mano para acariciarla el rostro con la poca fuerza que me quedaba -. Siempre… te… querré.
- ¡¿Qué quieres decir?!
- Me lo… prometiste… Tú vivirás…
- ¡No, por favor! – lloró -. ¡Dime que ese licántropo no te ha mordido!

Bella se llevó las manos a la boca, horrorizada, y se giró para llorar en el hombro de Edward. Los gimoteos de mi manada se hicieron más fuertes.

La oscuridad empezaba a vencerme.

- ¡Jake! ¡Jake! – chilló mientras me daba palmadas en la cara para que abriera los ojos.
- Velaré… por ti… Siempre estaré… contigo…
- ¡No! ¡No puedes hacerme esto! ¡Me prometiste que nunca te irías de mi lado! – declaró entre lloros desesperados -. ¡Tú también tienes…! ¡Prométeme que lucharás hasta el final por mí! ¡Prométeme que no te rendirás y que vivirás! ¡Jake, por favor, no me dejes! – sollozó, pegando su frente a la mía con ímpetu -. ¡Vive por mí!
- Nessie…
- ¡Prométemelo!
- Te lo… prometo…

No me dio tiempo a más. La oscuridad se cernió sobre mí y mis piernas cedieron, desplomándome en el suelo como un árbol caído.

- ¡NOOOOO! – chilló Nessie.
- ¡JACOB! – gritó Bella.

Las voces, los gimoteos y los gritos se oían lejanos, cada vez más.

- ¡JAKE, NO ME DEJES! ¡TE QUIERO! – fue lo último que escuché.

Te quiero, mi Nessie, mi ángel.

No quiero dejarte. Perdóname.

Mi dulce y precioso ángel.

No, no quiero irme.

Mi promesa.

Soy un hombre de palabra.

Oscuridad y silencio.

Nessie, Nessie…

Mi espíritu.

Mi alma se va…

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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMiér Mar 30, 2011 12:42 am

Tamara, le pongo mi nuevo avatar, pude babar, Chica!!!! Jajajajajaja Razz baba Desmayo
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMiér Mar 30, 2011 3:14 am

¡!Mí Dios¡! Pienso que no voy aguantar hasta mañana, este capi ha sido emocionante...
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Cristina Almeida
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Cristina Almeida


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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMiér Mar 30, 2011 3:34 pm

Tamara,dime una cosa: en Cita " que quowle" es la misma frase que él dije a la muy idiota de Bella,cuando casi la besa en Luna Nueva? confused
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JACOB&NESSIE
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeMiér Mar 30, 2011 7:22 pm

¡Hola Cristina! cheers

¿¿¿¿Pero tu que quieres matarme con esas peazo de fotos que me pones???? XDDºº ¡¡No se puede estar mas bueno!! ¡¡No se puede ser mas guapo!! :-)ºº0

Respecto a tu pregunta, si, "que quowle" es lo que le dice a Bella ¬¬ pero ahora se lo dice a Nessie, y con mas sentimiento!!! alien alien alien En la caratula del DVD pone que significa "quedate conmigo para siempre" o algo asi, pero yo me informe mirando paginas del idioma quileute y sitios de La Push y en realidad significa "te amo", y al parecer los indios quileute de verdad han corroborado que significa "te amo". No se por que lo pusieron asi para el DVD Rolling Eyes Ademas, la idea de decirlo fue de Taylor, no venia en el guion, y el se informo bien de lo que significaba Razz ¡Que listo es mi niño! alien
Pero ahora, repito, se lo dice a Nessie, y nada mas que a Nessie Twisted Evil Twisted Evil Twisted Evil

Bueno, dicho esto, te pongo el siguiente capi. Se acabo el libro de Jacob Sad y ademas con ese capi agridulce que acaba tan triste Sad Bueno, veremos a ver que pasa a continuacion Wink Empezamos con el libro de Renesmee, solo quedan 3 capis!! Shocked

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= LIBRO TRES =
RENESMEE


PREFACIO

- Quiero que me prometas una cosa – me dijo con firmeza.
Su voz todavía sonaba con eco en mis oídos y aún estaba algo desorientada. No sabía si seguía soñando con él o esto era real, aunque ese beso había sido tan intenso.

- ¿Qué? – pregunté sin comprender.
- Quiero que me prometas que vivirás.
- ¿Cómo? No… no te entiendo…

Estaba entre sus brazos, ¿cómo iba a morirme?

- Prométemelo, por favor – murmuró con insistencia -. ¿Verdad que vas a vivir?

Los ojos se me cerraban sin poder evitarlo, pero solamente era sueño, ya casi no temblaba. Su calor me arropaba, por fin me envolvía su maravilloso efluvio de nuevo y me sentía en el cielo.

- Claro, ya no tengo… tanto frío – le dije con un murmullo, que era lo único que mi garganta podía proferir.
- Prométemelo. Prométeme que vivirás – volvió a repetir.

No entendía tanta insistencia. ¿Tan mal aspecto tenía? Sin embargo, yo no me sentía mal. Lo único que tenía era sueño. Ahora estaba colmada de felicidad, y pegada a su pecho entraba en calor con cada segundo que pasaba. Lo hice para que se quedara más tranquilo.

- Está bien – mis párpados terminaron cediendo del todo -. Te… te lo prometo.
- Gracias – susurró.

Entonces, noté cómo me besaba otra vez con sus ardientes y suaves labios y mis mariposas volaron de nuevo hacia el cielo estrellado.




PROMESAS

Oscuridad.

Mi cuerpo inerte flotaba en un mar negro de profundidad infinita.

La nada.

Me dejaba llevar por una marea invisible, iba a la deriva hacia ninguna parte, tan sólo se veía un horizonte oscuro, interminable, vacío…

Pero yo seguía notando mis cables de acero bien atados a él, sin embargo, por más que tiraba de ellos para encontrarle, él no aparecía…

Jacob.

Mi Jacob.

El final de los cables no aparecía nunca, parecía que fueran inacabables.

Tirar, tirar.

La nada.

Ahora me encontraba bailando sola un baile de dos, sin música, daba vueltas en un estado agónico, perdida, sin ritmo ni cadencia.

Vueltas, vueltas, vueltas, vueltas…

Jacob.

Mi Jacob.

Apenas se oían las voces tan lejanas que me rodeaban, mis sentidos se negaban en rotundo a llevar a cabo su trabajo. Todo mi ser se negaba a vivir. No, sin él, no.

Soledad.

Jacob.

Mi Jacob.

Mi despedazado corazón no quería latir, ya no tenía motivos para hacerlo. Estaba completamente desolado, vacío como el espacio en el que me encontraba. El dolor que sentía era demasiado desgarrador como para poder soportarlo.

Mi alma seguía con vida, aunque se movía en penitencia por la nada, llorando, chillando de rabia y de dolor.

Luto.

Jacob.

Mi Jacob.

Frío.

Mucho frío.

Jacob.

Mi Jacob.

¡Jacob!

¡Jacob!

¡JACOB!

Una brisa prodigiosa y cálida pasó a mi lado, rozándome. Era tan fuerte, que hizo que mi pelo se elevara y, entonces, todos mis sentidos despertaron de su letargo como si les hubiesen puesto una inyección de adrenalina.

Su olor. La brisa trajo consigo su olor. Su maravilloso efluvio me recorrió de la cabeza a los pies cuando lo inhalé, tomando todo mi cuerpo, haciéndome sentir un placer indescriptible, haciéndose cargo de cada una de mis células. Todos los recuerdos de mi vida junto a él comenzaron a desfilar por mi mente, pude incluso sentirlos como si los estuviese reviviendo de nuevo. Nuestros juegos cuando era pequeña, sus calientes dedos rozando y estremeciendo mi piel, sus labios ardientes y sedosos deslizándose por los míos por primera vez, su preciosa y deslumbrante sonrisa, sus bromas, su entusiasmo, su entrega en todo, mis adorados e hipnotizadores ojos negros clavados en mis cautivadas pupilas, su poderoso cuerpo perfecto saliendo del río, la primera vez que noté su piel pegada a la mía, su donación de sangre, sus manos deslizándose por mi espalda, por mi pecho, sus caricias, sus dedos jugando con mi pelo, su intensa pasión, su fuego, su abrasador y delicioso aliento, aquel eterno y definitivo beso bajo la lluvia por el cual descubrimos mi imprimación, nuestra intensa, maravillosa y mágica primera vez, su increíble forma de hacerme el amor, nuestra escapada de aquella noche lluviosa y salvaje, nuestra alucinante luna de miel, su tersa y tórrida piel, su contagiosa alegría, su bondad, su lealtad, su generosidad, su carácter impulsivo y apasionado, su raza, su coraje, su ternura, su inteligencia, su verdad, su honestidad, su poderosa fuerza interior, mi espectacular Gran Lobo protegiéndome, su inmenso e infinito amor por mí... Mis maravillados ojos se cerraron en respuesta y las lágrimas empezaron a descender por mis mejillas. Mi pulsera de cuero rojizo vibró y…

Nessie…

Mis párpados se abrieron de sopetón al escuchar su ronca voz llamándome.

- ¡Jacob! – grité entre lloros.

Pero lo único que encontraron fue la vista granulada y nublada de un techo.

Unas manos heladas comenzaron a acariciarme el rostro con ansiedad.

- Ya está, hija, ya pasó todo. Estoy aquí – susurraba mamá sin dejar de tocarme la cara -. Gracias a Dios – sollozó -. ¡Carlisle!
- ¿Dónde estoy? – pregunté, totalmente desorientada y confusa, mientras me incorporaba para mirar a mi alrededor -. ¡Jacob!

Sin embargo, mi Jacob no estaba.

- Tranquila, cariño – me calmó, mirándome con sus pupilas oscurecidas por la sed, tristes -. Estás en tu cuarto.

Noté un tirón en mi muñeca y me fijé en el tubo que estaba enganchado a ésta y que llevaba a un gotero de suero. Mamá se encontraba en la cama, a mi lado. Tuve que volver a echarme cuando me mareé.

- Llevas tres semanas inconsciente – me explicó, frotando mi frente con la mano.
- ¿Tres semanas…? – mi voz se apagó y no pude terminar la frase.
- Te desmayaste cuando Jacob…

Su frágil oración también se quedó en el aire al ver cómo mis ojos se cerraban con amargura y desbordaban más lágrimas.

Carlisle entró en mi habitación con celeridad y apartó una silla que había junto a la cama. Detrás de él entraron Jasper y Esme.

- Renesmee, cielo – exclamó ésta última, sentándose en la cama junto a mi madre para acariciarme el brazo.
- Gracias a Dios – la acompañó Jasper.
- ¿Cómo se encuentra? – quiso saber mi abuelo, abriendo mis abatidos párpados para mirarme las pupilas con una cegadora luz.

No sé qué le respondió mi madre.

Tres semanas. Jacob llevaba muerto tres semanas. Mi mente se negaba siquiera a sugerir tal palabra. Mis manos aferraron la sábana bajera en puños cuando un agudo pinchazo me atravesó el corazón y el dolor se volvió brutal e insoportable. Todavía tenía su olor en la nariz y su voz había sonado tan alta y clara… Pero Jacob no iba a volver jamás. Las lágrimas volvieron a rodar por mis mejillas con desolación. Hubiera sido mejor seguir inconsciente de por vida hasta que mi machacado corazón decidiera dejar de latir de una vez por todas.

- ¡NOOOOO! – grité con una voz desgarradora que apunto estuvo de dejarme sin cuerdas vocales.

Mis uñas se aferraron con tanto dolor, que terminaron rasgando la sábana inferior.

- ¡Cálmate, hija, por favor! – suplicó mamá, desesperada.
- ¡JACOB! – lloré, desconsolada, girándome para ponerme boca abajo y hundir la cara en la almohada.

La mano de mi madre me acariciaba la cabeza en un intento inútil de consolarme.

- Cielo… - sollozó.

Jacob. Mi Jacob. Mi amor, mi mejor amigo, mi ángel de la guarda, mi alma gemela, mi compañero, mi vida, mi todo. El inmenso dolor era insoportable y desgarrador. Parte de la almohada se quedó encerrada en mis manos apretadas cuando mi corazón se encogió del enorme calambre. La peor y más horrible de mis pesadillas se había hecho realidad. Viuda. Ahora era viuda. Apenas habíamos empezado a vivir lo nuestro y ahora era viuda…

- Renesmee, cariño – me llamó mamá, continuando con su afán de acariciarme la cabeza -, Carlisle tiene que tomarte la tensión.
- Quiero estar sola, por favor – les rogué.
- Solamente será un momento – siguió, hablándome con una voz dulce y arropadora -. Luego te dejaremos un ratito tranquila, ¿de acuerdo?

Asentí, después de todo, me daba completamente igual lo que me hicieran. Mi cuerpo no era mío y se había muerto con su verdadero dueño. Me di la vuelta y me quedé boca arriba para que Carlisle hiciera lo que quisiera con mi inerte organismo. Mamá se empeñó en intentar secar las lágrimas que no dejaban de rebosar por mis ojos. Me di cuenta de que mi repentina tranquilidad se debía a la participación de Jasper, que me sonrió aliviado. También me percaté de que todos tenían su iris oscuro, probablemente no habían saciado mucho su sed desde que Jacob...

- ¿Dónde están papá y los demás? ¿Se han ido de caza? – le pregunté sin brío a mi madre, para que no vinieran a mi mente mis últimas y horribles imágenes, mientras Carlisle trabajaba con mi brazo con el fin de tomarme la tensión.
- Tu padre está con Alice – comenzó a aclararme, hablándome con dulzura -. Ella sufre unas jaquecas horrorosas y tiene que irse lejos de vez en cuando para poder soportarlo; y tu padre lo estaba pasando fatal con tus pensamientos, no aguantaba más, así que le convencí para que esta mañana se fuera con Alice y se despejase un poco. Vendrán después, no te preocupes.
- ¿Y Em y Rose?

Mis abuelos, mi tío y mi madre se miraron con cautela.

- Bueno, Emmett va todos los días hasta el límite fronterizo con La Push, es su manera de estar cerca de Jacob… - su voz se quebró y sus pupilas bajaron a sus manos.

Esta vez no pude reprimir a mi mente y las lágrimas rodaron por mis mejillas con más insistencia. Emmett no podía entrar en La Push y no podía ir al cementerio para visitar su tumba. Me llevé la mano a mi roto y dolorido corazón sólo con pensar en esa tétrica palabra. Éste se retorció como si alguien lo estuviese estrujando con rabia. Y yo ni siquiera había ido a su entierro. Era su viuda y ni siquiera sabía dónde estaba su lápida…

- Tranquila, respira hondo – procuró calmarme Carlisle cuando su tensiómetro empezó a volverse loco.
- Jacob… - lloré, llevándome el brazo libre a la cara.
- Le voy a administrar un calmante, tiene la tensión muy alta – diagnosticó mi abuelo, quitándome la goma.

Mamá asintió con preocupación y Carlisle se levantó de la silla para dirigirse a su despacho.

- Te prepararé una tila, cielo – me dijo Esme -. Ya verás qué bien te sienta.

Y se unió a Carlisle para marcharse como una exhalación.

- Quiero estar sola, por favor – repetí.
- Claro – aceptó mamá con un murmullo -. Llámame si me necesitas, ¿vale?

Me dio un beso en la frente y salió con Jasper.

En cuanto mi tío se fue, todas mis emociones fueron liberadas y pude dar rienda suelta a mi agonizante angustia.

Otra vez mi almohada fue objetivo de mi interminable ira y rabia y hundí mi rostro en ella para mitigar el grito desgarrador de dolor que salió por mi garganta.

¿Por qué él y no yo? ¿Por qué se había tenido que enfrentar a ese licántropo? ¿Por qué había tenido que ir él solo? ¡Idiota! ¡Idiota! ¡¿Por qué me había dejado sola?! ¡¿Por qué se había muerto?! ¡Me lo había prometido! ¡Me había prometido que lucharía por mí y que viviría! ¡¿Y yo tenía que cumplir esa estúpida promesa ahora?! ¡No!

Alcé mi cara de la almohada, me quité la vía de la muñeca con furia y me incorporé para levantarme de la cama.

Yo no podía vivir sin Jacob, esto era demasiado para mí. Más de ciento cincuenta años sin él era una tortura, no podría superarlo jamás, lo sabía con absoluta certeza. Acabaría volviéndome loca, en realidad, ya comenzaba a estarlo. Todavía notaba nuestro enorme vínculo, ni siquiera la muerte podía separarnos. Tenía que reunirme con él ya, allí, en el más allá o donde fuera. Lo buscaría hasta en el mismísimo infierno, si hacía falta.

Repasé neuróticamente la habitación en busca de algo, algo que pudiera ayudarme a dejar este mundo con rapidez. Si tardaba demasiado, Carlisle podría reanimarme, o tal vez mi familia vampiro llegaría en un parpadeo para evitarlo. Tenía que ser muy silenciosa y, sobretodo, muy veloz. No me importaba el dolor, el que sentía en estos momentos era insuperable, ningún dolor físico sería más insoportable y horrible que éste.

Y entonces, vi algo que me podía ayudar. Mi abridor de cartas reposaba sobre mi escritorio, esperando a que alguien le diera una buena utilidad. A mí me iba a hacer un gran favor.

Me acerqué hasta allí y lo agarré con firmeza por la empuñadura. Lo más rápido era cortarme la yugular. Un solo movimiento y en pocos segundos ya estaría a su lado. Aunque mi familia oliera la sangre y subieran como rayos, ya no les daría tiempo a pararlo.

Subí el fino puñal y me lo pegué al cuello.

Adiós, mamá, papá. Os quiero. Perdonadme, pensé, cerrando mis lacrimosos ojos con fuerza.

Un solo movimiento.

Jacob, mi amor, ya voy. Te amo.

Nessie…

Su voz volvió a sonar a la vez que mi pulsera vibraba con mucho ímpetu. Al escucharle, separé el abridor de mi cuello súbitamente y lo solté como si éste quemase, aunque su descenso no duró mucho. Mientras se deslizaba por mi mano de camino al suelo, mi palma se cerró con fuerza, maravillada, deteniendo la caída del abridor, y la afilada hoja me produjo un corte en la palma, pero ni siquiera lo noté. Una oleada parecida a una cálida caricia recorrió mi organismo una vez más y su maravilloso efluvio impregnó todo mi ser, e incluso el dormitorio. Sentí un conocido e inmenso placer cuando esa brisa traspasó mi cuerpo, indescriptible, infinito, intenso, mágico, que me hizo soltar el abridor de nuevo, y mi garganta jadeó con entusiasmo. Era esa energía…

- Jake… - le llamé con un susurro, maravillada, mientras mis lágrimas mojaban mi rostro por enésima vez y mi mano todavía colgaba en el aire.

La puerta se abrió de golpe.

- ¡RENESMEE, NO! – gritó mi padre, aferrándome por los brazos.

Mamá entró junto a él y se horrorizó cuando vio mi muñeca ensangrentada.

- ¡HIJA, ¿QUÉ HAS HECHO?! – chilló, histérica, llevándose las manos a la cabeza.
- Jacob… - exclamé, deslumbrada, oliéndome.

Su fantástico olor se había quedado prendado en mi piel, en mi pelo, hasta en mi camisón.

Se escuchó un portazo abajo y acto seguido vi el borrón de Jasper dirigiéndose como una auténtica bala hacia el bosque, el olor de mi sangre debía de ser demasiado tentador para él. Mis abuelos, en cambio, no tardaron el llegar, a la vez que mi padre me examinaba la muñeca con nerviosismo. Esme tragó saliva audiblemente, pero parecía estar controlándolo bastante bien, eso de ser la sangre de su nieta influía bastante en ella.

- No tiene nada, sólo es un corte en la palma – anunció, exhalando con descanso.

Se arrancó con facilidad un trozo de su camisa y vendó mi mano con ella.

- Traeré mi botiquín para curárselo – declaró Carlisle, ya saliendo por la puerta.
- Gracias a Dios – suspiró mamá, bajando los párpados, aliviada.
- ¡¿En qué estabas pensando?! – me regañó papá, abrazándome con fuerza, aunque era más la preocupación lo que salía por su boca y sus pupilas ennegrecidas, que el enfado -. Menos mal que piensas a voces y pude oírte desde tan lejos – reveló, apretándome, todavía con el susto en el cuerpo.
- Lo siento – susurré, hundiendo el rostro en su torso.
- No lo vuelvas a hacer nunca, ¿me oyes…? – entonces, se quedó rígido y me separó para mirarme -. Renesmee, Jacob no…

Se quedó mudo cuando seguí inhalando la fragancia de Jake con insistencia, sin hacerle caso.

- ¿Qué te hueles? – inquirió mi madre, sin comprender mi comportamiento.
- Es su efluvio, ¿no lo oléis? – les dije, inspirando el olor de un mechón de mi pelo -. Está por toda la habitación.
- Aquí sólo huele a ti – manifestó ella con extrañeza.

Pero si su efluvio era muy fuerte, ¿acaso me estaba volviendo loca?

- Él… ha estado aquí… - mascullé con voz frágil -. Ahora mismo… Todavía tengo… su olor… - y extendí mis brazos con el mechón para que lo olieran.

Carlisle llegó con prisas, posó el pequeño maletín blanco en mi escritorio y lo abrió para empezar a curarme.

- ¿Qué estas diciendo, cielo…? – murmuró mi madre, visiblemente afectada, mirándome como si yo hubiera perdido el juicio -. Es tu olor…
- Cariño… - gimió Esme, llevándose las manos a la boca.

Mi padre se quedó callado, con un rostro lleno de confusión mientras estudiaba mi mente, y mamá se acercó a mí con sus ojos llorosos.

- ¿Por qué has hecho eso, hija? – lloriqueó, envolviendo mi cara con sus heladas manos -. ¿Qué ibas a hacer?

Papá abrió la boca para hablar.

- Lo siento, mamá – sollocé, interrumpiendo lo que él fuera a decir -, pero mi vida sin Jacob no…
- Ánimo, cielo – me cortó con un susurro -. No te rindas tan fácilmente. No hay que perder la esperanza.

Mi abuelo retiró el vendaje hecho por mi padre y comenzó a curarme el corte. Esme volvió a tragar saliva.

- Yo ya no tengo esperanza… - seguí, llorando más fuerte -. Mi vida se terminó cuando lo hizo la suya…

Se hizo un extraño silencio en el que mis padres y todo el mundo se miró – hasta Carlisle dejó de pegar la gasa en mi palma -, y papá asintió para que fuera mamá la que hablase.

- Cielo…, Jacob no ha muerto – desveló ella con una voz de sorpresa.

Mis pulmones dejaron de respirar y mi corazón se paró por un momento para, de pronto, comenzar a latir atolondradamente. Un chute de adrenalina me atravesó las venas, del impacto que esas palabras le provocaron a mi alma, y las lágrimas se me quedaron cortadas en la garganta. Mi rostro se alzó para mirarla con impresión y confusión.

- ¿Qué?
- Lleva tres semanas en coma, luchando contra la rabia que el licántropo le contagió al morderle – me aclaró.
- ¡¿Jacob está… vivo?! – mi semblante se iluminó de esperanza y mi corazón latió todavía más alocadamente -. ¡¿Dónde… dónde está?!

¡JACOB, MI JACOB, MI AMOR! ¡Tenía que ir a verle YA!

Mi abuelo y mis padres se miraron con gravedad y cautela, y Esme se marchó vertiginosamente escaleras abajo.

- En su casa – respondió Carlisle.
- Tengo que ir a verle – declaré con convicción, llevando ya mis pies hacia el vestidor.

Mamá se movió con rapidez y en un parpadeo la tenía delante de mí, sujetándome por los hombros para impedirme el paso.

- Es mejor que no vayas – me dijo con suavidad.

¡¿Qué estaba diciendo?! ¡¿Se había vuelto loca?!

- ¡Jake me necesita y pienso ir! – afirmé, enfadada, quitándole las manos.
- No… no se puede ir – manifestó ella con nerviosismo, sin dejar de echar miraditas a Carlisle y a papá.
- ¿Cómo que no se puede ir? – mis ojos oscilaron extrañados de unos a otros.

Enseguida llegó Esme con una taza de tila en las manos que posó en mi escritorio con discreción.

- El coma de Jacob no es el típico coma – empezó a aclararme Carlisle, hablándome con prudencia -. El veneno es muy fuerte y, como ya expliqué en una ocasión, le ha contagiado la rabia. Eso hace que aunque esté inconsciente, le den brotes de violencia y sea extremadamente agresivo. Hemos tenido que… - sus ojos fluctuaron hacia los de mis padres y después se fijaron en los míos con dudas. Apreté los dientes para soportar el resto de la dolorosa historia con entereza y asentí -. Hemos tenido que sujetarle a la cama con cintas de cuero para que pudiera tratarle, ya que, involuntariamente, ataca a todo aquel que se le acerca.
- ¿Está… está atado a la cama…? – mi frágil voz dejó ver el enorme nudo que se acababa de romper en mi garganta al imaginármelo en ese horrible estado.
- Hemos tenido que atornillar la cama al suelo, dada su desmedida fuerza. Es peligroso. Podría morder e infectar a alguien más – aseguró mi abuelo -. Por eso no debes ir. Si te mordiera…
- ¿Sufre…?
- Renesmee, por favor, no creo que sea necesario que escuches todo esto – me rogó mamá, en un intento de protegerme del dolor.

Era inútil. Sólo la recuperación de Jacob podía aliviar esta tortura, y necesitaba conocer toda la verdad para saber a qué me tenía que enfrentar, si no, sería incapaz de ayudarle.

- Jacob va a ser mi marido, quiero saber toda la verdad – declaré con determinación -. Creo que tengo más derecho que nadie a saberla. Y quiero saber si está… sufriendo.

Mi abuelo sacó el aire por la nariz con preocupación y asintió para confirmar mis horribles sospechas. Tragué saliva para poder soportar el gigantesco atasco de mi garganta.

- Le administro morfina, pero la elevada temperatura de su cuerpo la quema rápidamente y no parece hacer mucho efecto en él.
- ¿Saldrá… de esta? – susurré casi muda mientras mis lágrimas volvían a recorrerme el rostro.

Carlisle y mamá se volvieron a mirar con pesadumbre.

- No estoy seguro – admitió con sinceridad.

Las pronunció con delicadeza, pero sus palabras me sonaron especialmente duras e hirientes. Aún así, agradecí que fuera sincero conmigo. Tenía que saberlo.

- Pero tengo que reconocer que su aguante y su resistencia me tienen realmente impresionado. Jacob es muy fuerte, nunca había visto algo igual, si hubiera sido otro, no hubiese aguantado todo este tiempo y ya hubiera fallecido – me llevé la mano al corazón cuando el pinchazo se clavó con saña -. No obstante, no pierdo las esperanzas – mi abuelo se aproximó a mí y me sujetó por los hombros, mirándome a los ojos con seguridad -. Jacob se está aferrando a la vida con uñas y dientes, está luchando con todas sus fuerzas para regresar a tu lado. Eleazar tiene razón, todos lo hemos visto. Su poder espiritual es extraordinariamente fuerte, si no, no seguiría en coma. Y sabe que tiene aquí lo que más ama del mundo esperándole. Estoy seguro de que usará todo su poder para vencer a la rabia y volverás a tenerle a tu lado. Tienes que tener fe. Créeme, he visto miles de casos en los que el paciente estaba muerto y su corazón volvía a latir de repente milagrosamente. Ten fe – repitió.
- Está cumpliendo su promesa – declaré con voz rota, bajando mis ojos con culpabilidad por haber estado apunto de no cumplir yo la mía; si no llega a ser porque él me lo había impedido…

Eso me hizo caer en algo que estalló en más preguntas. ¿Por qué le había sentido conmigo, si seguía con vida? Era su energía, su voz, su efluvio. Y era real, eso lo juraba por mi vida, todavía tenía su olor en mi piel, lo estaba oliendo en ese mismo momento. Sin embargo, ¿cómo es que solamente podía olerlo yo? No, no estaba loca, no era un sueño, era real. Le había notado dentro de mí, acariciándome con su energía, llamándome…

Mi pulsera vibró con insistencia.

Llamándome…

Poder espiritual…

- ¿Dónde está Eleazar? – pregunté.
- Él y su aquelarre se marcharon a Denali la semana pasada, no podían quedarse más tiempo – contestó papá -. Pero llaman todos los días para saber de ti y del estado de Jacob.
- Por cierto – intervino Esme -. Voy a llamarles para decirles que te has despertado. Están tan preocupados.

Y salió volando de la habitación.

- Eleazar ha dicho que Jacob tiene un poder espiritual increíblemente fuerte, ¿no? – recordé.
- Sí – me confirmó mi padre -. Fue él quien vio que tenía ese don. Jacob no quería verlo y él mismo lo bloqueaba, puesto que no se creía del todo que fuese el Gran Lobo – me empezó a explicar. Sí, eso era tan típico de él -. Pero en cuanto no le quedó más remedio que aceptarlo, su espíritu de Gran Lobo al completo se liberó y todo ese poder salió a flote. Todos lo vimos. Hasta su tamaño se vio incrementado, si antes era enorme, ahora es gigantesco.

››Su don es increíble. La guardia de los Vulturis con dones no podría hacer nada contra él, desharía todos los ataques con su poder espiritual. Incluso antes de que liberara todo su espíritu, Aro sólo pudo ver en su mente lo que él le dejó ver, y fue tan intenso, que el Vulturis tuvo que retirar su mano. Notó su fuerza espiritual y se asustó. Y después de liberarlo, ni siquiera Jane o Alec, que son los pilares de su ejército, pudieron hacer nada. Bloqueó sus poderes sin mover un dedo.

Mi boca comenzaba a quedarse colgada. Sabía mejor que nadie que Jacob era especial, que era el Gran Lobo y que tenía un poder espiritual oculto, mi pulsera era una prueba de ello. Pero que destruyera los ataques de esos vampiros despiadados como si nada…

- Es capaz de ver toda energía que fluye a su alrededor, el escudo de tu madre, la electricidad de Kate, la barrera de Renata… Todo. Incluso puede ver sentimientos fuertes como el miedo o el respeto, y también las almas que le rodean. A ti te encontró gracias a eso. Tu alma relumbraba en lo alto de la montaña, llamándole, y él fue en tu busca – se hizo un silencio en el que tuve que sujetarme el corazón. Allí había luchado contra el licántropo, allí lo había mordido… Mi padre carraspeó para que evitara pensar en eso y siguió con su explicación -. Después de eso, los Vulturis vieron que no tenían nada que hacer, así que se rindieron. Querían marcharse, Aro estaba realmente preocupado por tu seguridad, más bien por temor a que Jacob y su manada quisieran vengarse si algo malo te pasaba, pero no les dejamos. Luego, escuchamos los rugidos y chasquidos de la pelea que retumbaban en las montañas, aunque en ese momento no sabíamos que era con el licántropo con quien Jacob estaba luchando, puesto que se había desconectado de la manada – mi pecho volvió a sufrir un aguijonazo y mi padre me pidió perdón con la mirada por tener que contar eso -. Los lobos empezaron a inquietarse y Aro se puso nervioso, si bien no pudieron moverse de su sitio, ya que Jacob les había ordenado que se quedaran con nosotros y tenían que acatarlo. Cuando vi que él bajaba contigo de la montaña y que estabas bien, lo comuniqué y permitimos que los Vulturis se fueran. Aro se quedó tranquilo. Se disculpó unas cien veces con nosotros y se marcharon con el rabo entre las piernas.

Pestañeé, un poco conmocionada por tanta información. Mi mente se encontró llena de sentimientos mezclados, encontrados. Aunque estaba desolada y angustiada por la situación de Jacob, no podía negar que también me sentía deslumbrada y maravillada por su enorme poder. Me sentía tan orgullosa de él. Entonces, me percaté de algo de su explicación que me llamó la atención de una manera especial.

Si mi alma le había llamado… Y él me había llamado… Sí, había escuchado su voz… Y lo que noté fue su alma…, su espíritu…, no tenía ninguna duda.

Mi aro de cuero rojizo vibró con fuerza para ratificar mi descubrimiento.

- ¡Claro, ¿seré estúpida?! – exclamé, llevándome la mano al pelo con nerviosismo.

Papá frunció el ceño sin entender.

- ¿Qué ocurre? – quiso saber mamá.
- Me está llamando – solté de sopetón, iniciando mi andadura hacia el vestidor con decisión y ansiedad -. Tengo que ir a verle ahora mismo.
- Espera – me paró mi padre -. ¿Cómo que te está llamando?
- No sé cómo lo ha hecho, pero he oído su voz y he sentido su alma – le dije igual de nerviosa, esquivándole para pasar al cuartito de ropa -. Me está llamando. Puedes mirar en mi mente, no tengo tiempo de explicarlo.
- Ya lo estoy haciendo, cariño, y no veo nada de eso en tus recuerdos de hoy…

Me detuve y me giré para mirarle sorprendida.

- ¿Qué estás diciendo? Ahora mismo estoy pensando en ello. Todavía puedo sentir su efluvio y esa brisa traspasándome… Es su alma…

Mi familia me observaba con esos semblantes de antes, que reflejaban a las claras sus pensamientos de que yo me estaba volviendo loca. Excepto mamá. Ésta me estudiaba con sus pupilas, mordiéndose el labio, pensativa.

- Lo único que veo es lo que piensas de nosotros – insistió él, visiblemente preocupado por mi estado mental.

No me lo podía creer. ¿Qué estaba pasando? Yo no estaba loca, había sido real.

- Pero cuando yo iba a… Cuando llegasteis… ¿no lo viste en mi cabeza?
- ¿Ver el qué, hija? – cuestionó él.

Empecé a ponerme nerviosa. Me sentía como si estuviera contándole una abducción o algo así a un agnóstico.

- Tire el abridor de cartas porque él me llamó, la pulsera vibró y su alma me acarició… - no sabía cómo explicarlo con palabras, había sido tan intenso y especial… -. Me… traspasó, creo…
- Lo único que vi en tu mente eran esos gritos horribles planeando tu muerte – le costó soltar el vocablo -, y lo que pensaste justo antes de que entráramos en tu dormitorio – declaró con la agonía dibujada en el rostro.

Mamá cerró los ojos y respiró hondo al recordar lo ocurrido.

- Puede ser un shock postraumático – intervino Carlisle, intentando justificar mi delirio con argumentos médicos -. Te has despertado muy de repente y llevas tres semanas solamente a suero, tu cuerpo y tu mente aún están débiles. Además, has sufrido un golpe muy duro con lo de Jacob. Pensabas que estaba muerto y eso pudo hacer que tu cerebro se imaginara cosas para…
- ¡Él me llamó, lo juro! – repliqué, indignada -. ¡¿Por qué no me creéis?!

Sentí la urgente necesidad de mostrárselo con el contacto de mi mano, pero enseguida mi idea desistió. Aunque les enseñase mis sentimientos y ese reciente e intenso recuerdo, todos pensarían que era producto de mi imaginación, gracias a lo que acababa de decir ahora Carlisle. Sería un acto inútil y una pérdida de tiempo.

- Yo la creo – afirmó mamá, colocándose a mi lado. Antes de que a mi padre le diera tiempo a abrir la boca, ella alzó su mano para callarle -. No sé por qué no puedes verlo en su mente, pero todos vimos el poder espiritual de Jacob. ¿Por qué no puede ser esto verdad? – empezó a alegar a mi favor -. Además, Aro tampoco pudo ver todos los pensamientos y recuerdos de Jacob, sólo los que él le dejó. Puede que ahora también esté bloqueando esto de algún modo, o puede que tu don tampoco funcione contra su poder espiritual.

Cogí a mi madre de la mano y la sonreí con complicidad. Ella correspondió mi sonrisa y apretó mi amarre.

- ¿Y por qué en el claro sí que funcionó? – apeló él -. Pude verlo todo con total claridad.
- Lo sabes perfectamente, su don no atacó al tuyo – respondió ella con un poco de retintín -. Tú mismo me lo contaste. Su poder espiritual solamente ataca selectivamente. Mi escudo funcionaba a la perfección y el don de Kate también, así como el de Jasper, Eleazar y Alice, aunque ésta última no pudiera usarlo bien debido a su enorme jaqueca. Parece mentira para ti que no creas a tu hija, ella siempre dice la verdad – le achacó.

Mi padre suspiró con irritación.

- Por el amor de Dios, Bella. No estoy diciendo que mienta, puedo ver que ella sí lo cree. Además, yo vi lo que pasó en el claro de primera mano. Pero esto es muy raro, y hasta que no averigüe de qué se trata, no pienso dejarla ir. Es demasiado peligroso.
- Jacob no la hará daño – defendió mi madre.
- Jacob no está consciente, y ya has escuchado antes a Carlisle. Ataca a todo aquel que se le acerca, involuntariamente, no lo puede evitar porque está inconsciente. Y aunque está atado, tiene la rabia y es muy agresivo - mi corazón volvió a sentir un enorme pinchazo de dolor -. Ni siquiera distingue a las personas, ya te contó Carlisle lo que pasó con Sam, por poco le muerde – otro pinchazo -. Podría soltarse por cualquier motivo y morderla a ella.
- ¡Pues yo voy a ir, me dejes o no! – aseguré, más que enfadada, liberando a mi madre para entrar en el vestidor.

Papá se puso delante de la puerta en un abrir y cerrar de ojos.

- No, no vas a ir. No hasta que yo averigüe de qué se trata todo esto.
- ¡Si no me dejas ir, me transformaré! – amenacé -. ¡Y después haré una huelga de sangre!

Sus ojos oscilaron hacia los de mamá con exigencia.

- Yo la apoyo – declaró ésta con firmeza.

Gruñó. Entonces, sus pupilas cambiaron hacia mi abuelo. Carlisle comenzó a rebuscar algo en el botiquín y mamá frunció el ceño. Yo resoplé y giré la cara de nuevo para entrar en el cuarto de ropa, pero mi padre no se movió.

- Su estado es horrible, yo mismo lo he visto en la mente de Carlisle – continuó para tratar de convencerme -. No quiero que lo veas así y tengas que enfrentarte a eso. Sólo encontrarás sufrimiento.

Volví a tragar saliva para poder proseguir.

- Pero es que tengo que enfrentarme a eso, tengo que ir, me está llamando – insistí ansiosamente.
- Renesmee, por favor, no me pongas las cosas más difíciles – imploró con dolor -. No me obligues a forzarte a que te quedes.
- Y tú no me obligues a que tenga que enfrentarme a ti – le rogué con mi perseverante nudo en la garganta -, porque voy a ir de todas, todas.
- Soy tu padre y no voy a permitirlo – reiteró con inflexibilidad.
- ¡Jake me necesita y pienso ir! – aseveré con rabia, empujándole para apartarle.
- Bien, tú lo has querido – bufó, enfadado, mientras me encarcelaba con sus brazos.
- ¡Edward, esto no me gusta! – se quejó mamá.
- ¡Suéltame! – protesté, llorando, intentando zafarme con todas mis fuerzas.
- Es la única manera. Si se transforma y no toma sangre…

Busqué el fuego en mi interior y lo llevé a mi columna vertebral.

- ¡Rápido! – voceó.

No me dio tiempo a más. Sentí un pinchazo en el trasero y un líquido frío comenzó a penetrar por mis vasos sanguíneos.

- ¡¿Qué es eso?! – exigí saber, mirando la jeringuilla que sostenía Carlisle en la mano.
- Solamente es un sedante – me aclaró papá con el rostro angustiado -. Perdóname, no me has dejado opción. Yo sólo quiero protegerte, lo hago por tu bien. Te prometo que irás a verle cuando todo se aclare.

¡No! ¡Tenía que ir a ver a Jacob ya! ¡Me necesitaba! ¡Me estaba llamando!

- No necessssittas pfotegelmme… - intenté quejarme con ganas, pero el sedante ya comenzaba a hacerme efecto.

Me sentí igual que cuando aquel vampiro que se había hecho pasar por Jacob me había clavado la jeringuilla para drogarme. Vulnerable, débil, frágil, impotente.

Mis piernas cedieron y caí en los brazos de mi padre, que caminó con mi cuerpo medio colgando y me metió en la cama sin que yo pudiera hacer nada para remediarlo.

Todas las protestas de mi madre sonaban con eco en mi cerebro y los párpados querían cerrárseme. Luché con todas mis fuerzas para mantenerlos abiertos. Era difícil.

- Edward, a ella no le hará daño – escuché que decía mamá, intentándolo por la vía del diálogo.
- ¿Y cómo lo sabes? – replicó él, molesto.

Era difícil, los párpados pesaban demasiado y cada vez había más eco…

- No lo sé, pero estoy segura de que a ella no la hará daño – repitió.
- Lo siento, pero eso no es suficiente para mí.

Y mis ojos se cerraron del todo, sumiéndome en un profundo sueño.

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Cristina Almeida
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeJue Mar 31, 2011 12:13 am

Genial! Tenía ganas de saberlo! Pues nada, claro, claro, este niño es muy listo, es perfecto, no hay nadi más guapo y todo eso ... Jajajajajaja... Ya le dije que eres mi heroina? Vaya, eres mi heroina!!!!!!!!!!!!!!!!! I love you I love you I love you
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeJue Mar 31, 2011 9:58 pm

Me alegro de habertelo aclarado alien

Bueno, aqui te dejo el penultimo capitulo I love you I love you Espero que te guste Razz

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GUÍA

No podía más.

Mis brazos ya no daban a basto.

Oscuridad.

Jacob. Mi Jacob.

Remaba y remaba sin cesar por ese mar de la nada, sobre una lancha de goma frágil e inestable que se iba deshinchando poco a poco.

¡Jacob! ¡Jacob! ¡Ya voy, aguanta!

Pero no lo encontraba.

Mis ojos lo buscaban, desesperados, pero había demasiada oscuridad.

¡Jacob! ¡Jacob!

¡JACOB!

La brisa que traía su maravilloso efluvio llegó hasta mí, alzando mi cabello hacia atrás. Su espíritu atravesó todo mi ser y ese inmenso placer se apoderó de mi cuerpo una vez más, haciéndome jadear en voz alta.

Nessie…

- ¡Jacob! – sollocé, a la vez que mis párpados se abrían.

Las lágrimas rodaron a ambos lados de mi rostro, hasta que se encontraron con mi cabello y la almohada.

Inhalé el olor de mis brazos y mi pelo. Su efluvio seguía grabado en mi piel.

Mi pulsera no dejaba de vibrar. Lo hacía intermitentemente, a intervalos más o menos cortos durante todo el día, desde que me levantaba hasta que me acostaba. La notaba vibrar incluso en sueños, diciéndome que tenía que correr junto a Jacob…

Mamá picó dos veces y abrió la puerta.

- Buenos días, cielo – saludó, y se quedó en el umbral -. ¿Va todo bien?
- He tenido el mismo sueño, eso es todo – revelé, desvaída.

Un sueño muy real.

Mamá se quedó un rato en silencio, mirándome.

- Te prepararé el desayuno, ¿de acuerdo? – dijo finalmente.
- No tengo hambre – objeté, girándome para ponerme de lado.
- Te lo traeré igualmente, por si acaso – insistió, cerrando la puerta al salir.

Exhalé.

Me levanté de la cama sin brío alguno y me dirigí al vestidor para coger lo primero que encontré. Salí de mi dormitorio y me metí en el baño. Me duché por inercia, me vestí desganada y me peiné de igual modo sin secarme el cabello. Lo que menos me apetecía era hacer todo esto, pero tenía que estar preparada por si por fin me dejaban salir de mi cárcel y podía ir a La Push.

Sí, era una cárcel. No estaba encerrada bajo llave, sin embargo, escapar de esa casa rodeada de vampiros en constante alerta era algo imposible.

Salí del baño y regresé a mi habitación, que era mi celda particular. Me senté en el banco-arcón, cogiendo mi cojín, y miré por la ventana para ver pasar esas insoportables horas hasta que llegaran Emmett y Rosalie. Em era el único que me mantenía informada de las últimas noticias, aun con la total oposición y reprobación de mi padre. Se pasaba el día en el límite fronterizo de La Push, donde se encontraba con Seth. Éste íba y venía para contarle la situación de Jacob, que no había variado nada, por otra parte, y todos los comentarios de la manada y el Consejo.

Por eso sabía que todos estaban esperando a que yo fuera, ya que Jacob no hacía más que pronunciar mi nombre en su agónico coma. Tuve que llevarme la mano al pecho al sentir el desgarrador puntazo sólo con recordarlo. El dolor y la interminable angustia que me provocaban era una de las razones de mi padre para que estuviera en contra de las informaciones de Emmett, pero yo quería saber la verdad, tenía que saberla, tenía todo el derecho, y mi tío estaba de acuerdo conmigo.

La manada y el Consejo ya sabían de mi encarcelación y también recibían mis particulares informaciones. Todas las veces que había sentido su espíritu, todas las veces que me había llamado en sueños o cuando había estado apunto de quitarme la vida, todo, se lo había contado a Emmett para que les diera el mensaje. Ellos eran los únicos que podían ayudarme.

Tenía que hacerlo de ese modo, puesto que mi padre ni siquiera me dejaba llamar por teléfono. Por supuesto, él estaba al tanto de todo, pero eso no podía prohibírmelo, y mucho menos a mi tío.

Mientras miraba por la ventana sin fijar mi vista en nada en particular, mamá volvió a picar y entró en mi dormitorio.

Se detuvo para observarme un momento. Portaba uno de esos vasos enormes lleno de sangre que me hacía beber varias veces al día.

- Toma – me lo ofreció cuando echó a andar y se acercó a mí.
- No tengo hambre, gracias – repetí con inapetencia, aunque con gratitud.
- No has comido nada sólido desde que te despertaste de tu shock. Entiendo que no te entre en estos momentos tan duros, pero tienes que alimentarte – argumentó, sentándose a mi lado -. Bébete esto por lo menos, te aportará mucha vitalidad.
- No vas a parar hasta que me lo beba, ¿verdad? – me quejé.
- No – me sonrió y alzó el vaso para ponérmelo en las narices.

Suspiré y lo cogí sin ganas. Me lo bebí de unos cuantos tragos. No tenía ni pizca de hambre, pero era mejor terminárselo lo antes posible, si no, estaría toda la mañana con el vaso en la mano.

Lo acabé y se lo pasé. Ella lo posó en el suelo.

- Llevas toda la semana encerrada en tu habitación, sentada aquí y mirando por la ventana, ¿por qué no bajas un rato con nosotros? – me propuso con voz dulce mientras me acicalaba el pelo húmedo.
- Estoy mejor aquí.
- Em y Rose no llegarán hasta por la noche.
- Lo sé.

Se hizo un silencio en el que mi madre dejó mi pelo para llevar su vista al paisaje exterior.

- Sabes que no estoy de acuerdo con tu padre, pero también entiendo que lo hace para protegerte – excusó.
- Jake no me hará daño – afirmé con convicción, clavando mi vista en un árbol por el mero hecho de fijarme en algo.
- Sí, ya lo sé. He intentado hablar con tu padre para hacerle ver, aunque no he conseguido nada. Sigue creyendo que es demasiado peligroso.
- Por lo menos, podía dejarme ir a La Push – protesté -. Podría estar fuera de la casa, con los demás.

Mi madre me miró con manifiesto escepticismo.

- ¿Tú crees que ibas a poder quedarte fuera?

Mis ojos se movieron en su dirección de reojo y volvieron al árbol otra vez.

Suspiré.

- Bueno, vale, no podría – admití -. Pero tampoco tiene derecho a hacerme esto. Ya soy mayor de edad.
- Lo hace porque cree que es lo mejor para ti – reiteró.
- Pues se equivoca.

El ambiente se llenó de otro mutismo.

- Ha vuelto a llamar Charlie – dijo, rompiendo el silencio para cambiar de tema, cosa que agradecí.

Mi abuelo estaba muy preocupado, como no podía ser de otro modo. Andaba intercalando sus viajes de La Push a esta casa entre turno y turno, al salir de la comisaría y en sus ratos o días libres. Y cuando no podía ir a alguno de los dos sitios, siempre llamaba para saber las novedades del estado de Jacob o del mío propio.

- ¿Le has dado un beso de mi parte?
- Sí – me contestó con un susurro apagado.

Mamá volvió a mirarme y exhaló, sacando el aire lentamente.

- Jacob también ha puesto la casa a tu nombre – me reveló de repente con un murmullo roto.

Me quedé sin aire por un momento y, cuando regresó, lo hizo trayendo consigo un enorme nudo que se quedó atravesado en mi faringe. Apreté mi cojín contra el estómago para mitigar el dolor.

- ¿Qué? – susurré a duras penas.
- Los quileute metamorfos no pueden hacer… - se quedó muda un segundo y tragó saliva para poder seguir hablando -, testamento, así que Jacob lo dejó todo bien atado por si alguna vez le pasaba algo…

Mi mano ya apretaba mi pecho otra vez.

- ¿Bien… atado? – mascullé mientras mis lágrimas se escapaban sin remedio.
- La casa es de los dos, pero si él no consiguiera… - su murmullo se cortó y yo apreté los dientes para soportar mejor la intensa angustia. Mamá se giró hacia mí y me habló con dulzura -. Quiero decirte algo, cielo. Nosotros nos marcharemos cuando esto termine, no podemos quedarnos más tiempo. La gente ya empieza a sospechar de Carlisle y Charlie ya sabe demasiadas cosas, cada vez está en más peligro. A nosotros no nos queda más remedio que irnos, pero quiero que sepas que tú tienes más opciones – sujetó mi martirizado rostro entre sus manos y me miró a los ojos con seguridad -. Si Jacob no lo superase…
- No… - lloré, negando con la cabeza.
- Escúchame, cielo. Sé fuerte – intentó calmarme, acariciándome la cabeza -. Tengo que decirte esto para que decidas por ti misma – esperó a que la contestase y yo terminé asintiendo -. Nada me gustaría más que te vinieras con nosotros, pero también sé que siempre estarás vinculada a La Push por Jacob. Sé que no será así, que Jacob no te dejará en este mundo sola, pero si por alguna razón él… falleciera – le costó soltar el vocablo y yo apreté más mi cojín -, la casa sería tuya y podrías quedarte, si quisieras. Sólo es una opción que quiero que tengas en cuenta. Tu padre y yo jamás te lo impediríamos, siempre te apoyaríamos.
- Jacob no va a morir – declaré, rechinando los dientes con rabia.

Iba a contestarme, pero, de repente, se puso de pie, poniendo atención a algún ruido exterior.

- ¿Qué pasa? – quise saber.

No me respondió. Sin darme tiempo ni a pestañear, me encontré sola en mi habitación y la puerta se cerró.

Entonces, escuché el ruido de un motor viejo que se aproximaba, que estacionaba después en la parte delantera de la casa y el portazo del vehículo al cerrarse.

No hubo sonido del timbre, ya debían de estar esperando con la puerta abierta.

Una algarabía de voces invadió el salón, donde pude distinguir la de mis padres y Esme. Mi corazón pegó un salto cuando escuché la de Sue llamándome.

- ¡Sue! – grité, tirando el cojín mientras me levantaba de sopetón y salía por la puerta volando.

A medida que bajaba las escaleras a toda velocidad, la discusión se hacía más legible.

- ¡Tengo que hablar con ella! – voceaba Sue, enfadada, con autoridad -. ¡Es muy importante!

Sue tenía un carácter muy fuerte, incluso para un vampiro, vegetariano, claro, si fuera de otra clase, ya se la hubiera cargado. Aunque con ese temperamento, no la paraba ni un camión.

- ¡No puede ir, es demasiado peligroso! – objetaba papá.
- ¡Sue! – volví a gritar al llegar al salón.
- ¡Nessie! – exclamó ella.

Nos fundimos en un abrazo animoso y ella me separó por los hombros para hablarme y mirarme con decisión.

- Escúchame, cariño. Ya sabemos por qué le oyes y le sientes, el Viejo Quil, Billy y yo lo hemos averiguado. Y Carlisle nos ha ayudado con el resto. He venido yo en persona para explicártelo bien.
- ¡Dime, dime! – azucé, ansiosa.

El rostro de papá frunció el ceño, extrañado, pero en cuanto escuchó el nombre de Carlisle, no se opuso más.

- Jacob te está buscando.
- ¿Buscando? – musité con voz rota.
- ¿Recuerdas las leyendas de los espíritus guerreros? Ellos abandonaban sus cuerpos para luchar, antes de que comenzaran las transformaciones. Nuestra historia comenzó así, ¿te acuerdas?
- Sí – asentí, nerviosa.
- Ahora escucha con atención lo que te voy a contar. Tienes que ser fuerte, no tenemos tiempo para que me ande con lindezas – me advirtió con suavidad.
- De acuerdo – y tragué saliva para prepararme.
- Cuando el licántropo mordió a Jacob, el veneno comenzó a hacer efecto en su organismo. Todos los metamorfos tienen esa cualidad regenerativa que permite que se sanen con mucha más rapidez que cualquier otro ser del planeta, excepto en el caso de la ponzoña de los vampiros y los licántropos, éstas son muy tóxicas, de acción muy rápida y resultan mortales. Pero Jacob es especial. Él es el Gran Lobo, y su poder de regeneración y curación es mayor debido a su fuerza espiritual. Ésta es capaz de purificar cualquier cosa, por eso no le afecta ningún ataque sobrenatural, por maligno que sea – mi corazón latía a mil por hora, de lo expectante que estaba -. Ahora bien, para que su organismo, junto con su poder espiritual, pudiera limpiar ese veneno tan tóxico, necesitaba concentrar toda su energía solamente en esa acción, por lo que su cerebro tenía que minar cualquier otra actividad que requiriese un desgaste de fuerzas. Por eso cayó en coma, fue un mecanismo de su cerebro para iniciar su curación. Pero todo esto Jacob no lo sabía y cuando se desplomó y cayó inconsciente, debió de creer que se moría, y sólo tenía una cosa en la cabeza: estar contigo – mi pobre corazón sufrió un espasmo y mis lacrimales ya estaban a rebosar -. Entonces, empezó a abandonar su cuerpo para estar junto a ti, que era su último deseo.
- ¿Estás diciendo que el espíritu de Jacob salió de su cuerpo, estando vivo? – cuestionó papá con sorpresa.
- Es un quileute, un espíritu guerrero, lo lleva en la sangre – le respondió ella, un tanto ofendida -. Y no he terminado con mi explicación – le regañó. Mi padre se llevó la mano a la nuca, un poco avergonzado, y Sue volvió la vista hacia mí otra vez -. Si su espíritu hubiera dejado su cuerpo del todo, éste yacería sin vida, como pasaba con nuestros antepasados. Sus esposas eran las encargadas de cuidarlos y mantenerlos en buen estado para cuando regresaran los guerreros. Pero éste no es el caso.

››Jacob estaba abandonando su cuerpo, dejando que su enorme alma saliera, pero, entonces, algo hizo que se diera cuenta de que se podía curar y paró el proceso a medias – comenzó a explicar para mi completo asombro y de los allí presentes -. Cuando quiso regresar, no pudo hacerlo del todo, sin embargo, su espíritu es tan grande y tan poderoso, que consiguió que una parte se quedara en su cuerpo para combatir la rabia y mantenerle con vida.

- ¿Quieres decir que él ha retenido parte de su espíritu en su cuerpo? – pregunté con un hilo de voz -. ¿Jacob… se ha dividido… en dos? ¿Está… en dos sitios… a la vez?
- Sí, eso es. Pero Jacob no estará completo hasta que las dos partes de unan, y no se despertará – mi mano se asió, asustada, a la zona de mi pecho que albergaba mi corazón -. Además, la parte que se quedó no es lo bastante fuerte como para destruir el veneno del todo, su cuerpo necesita de todo su espíritu para que acabe con la rabia. En cuanto la otra parte de su espíritu entre en su cuerpo, su organismo será purificado y quedará completamente limpio.

››No obstante, hay un problema – siguió antes de que a mi rostro le diera tiempo a iluminarse algo de esperanza. Lo poco que se había levantado de mi labio volvió a caer hacia abajo en picado -. Jacob es inexperto. Hace poco que descubrió todo el poder de su espíritu de Gran Lobo, todavía no lo controla bien, y es la primera vez que abandona su cuerpo, aunque no lo haya hecho del todo. No sabe cómo tiene que hacer para que esa parte de su espíritu regrese a su cuerpo para juntarse con el resto, nadie se lo ha enseñado. Desde que nuestros antepasados dejaron de hacerlo para transformarse en lobos, esa técnica se ha ido perdiendo.

››Ahora esa parte de su espíritu está vagando, perdida, buscando la forma de regresar a su cuerpo, al igual que le pasó a Taha Aki cuando Utlapa le robó el suyo. Solo que, en esta ocasión, Jacob no lo encuentra, no sabe dónde está su cuerpo, repito que nadie le ha enseñado a encontrarlo, y si esa parte de su alma no da con el modo de regresar, la otra no podrá vencer a la rabia y terminará abandonando su cuerpo para reunirse con el resto.

››Jacob está al límite de la muerte, se encuentra entre este mundo y las puertas del otro – respiré hondo y tragué saliva para aguantar con entereza el resto de la alocución -. Su cuerpo no está sano, como en el caso de nuestros antepasados, y si toda su alma lo abandona, la rabia lo destruirá rápidamente – volví a tragar saliva -. Su espíritu al completo ya no podría volver, porque no existiría cuerpo que lo albergase. Entonces habría dos opciones. Una: Jacob podría hacer como Taha Aki y utilizar otro cuerpo, pero tendría que ser el de un animal que lo compartiera, puesto que el alma de un animal es mucho menor que el de un humano - mi mano se amarró al estómago, a falta del cojín -. Un cuerpo de hombre no puede albergar dos almas, es imposible; si quisiera ocupar un cuerpo humano, tendría que robarlo. Segunda opción: si no aceptara la primera, vagaría hasta que acabara volviéndose loco o hasta que terminara sintiendo la llamada del más allá. Todos sabemos qué opción escogerá él, Jacob morirá.

Tuve que tomar aire cuando me empecé a marear, y mamá se agarró a mi padre. Sue me aferró por los hombros con firmeza.

- Tú eres la única que puede ayudarle a encontrar su cuerpo, y él lo sabe, ya está actuando – aseveró con convicción.
- ¿Yo? ¿Cómo?
- Sólo hay un motivo por el que Jacob se ha aferrado a la vida: para estar a tu lado, y eso es lo que hace que siga luchando. Sabe que su alma y la tuya han nacido para estar juntas. Nada las puede separar, ni siquiera la muerte podría. Vuestro vínculo es tan fuerte, que esa parte de su espíritu se ve atraída por el tuyo, es lo único que encuentra por el camino, es la única luz que ve en esa oscuridad. Jacob sabe que tu alma atrae a la suya como un imán, por eso lo notas, por eso le oyes. Te está buscando constantemente, te llama en espíritu y también desde su cama para que vayas. Tienes que ir junto a él, Nessie.
- Sí, tengo… tengo que estar con él – repetí nerviosamente, rodeando mi insistente aro de cuero con la mano - ¿Y qué tengo que hacer? – interrogué, empezando a caminar hacia la puerta.
- Tienes que guiarle – manifestó, acompañándome.
- ¿Guiarle? ¿Cómo?
- ¡No! – protestó papá, adelantándose a lo que iba a decir Sue.
- Jacob tiene que notar que estás junto a él para que sepa que estás con su cuerpo - continuó ella, hablando rápidamente, haciendo caso omiso de la voz de mi progenitor -. Tu presencia le servirá de guía. En cuanto la parte de su espíritu que está vagando vaya hacia ti, verá su cuerpo y entrará en él.

Mi padre se interpuso en nuestro camino a la velocidad de la luz.

- ¡Es muy peligroso! ¡Si la mordiera…!
- Edward – imploró mamá, poniéndose a su lado.
- Por favor, papá – le supliqué, llorando con desesperación -. Tengo que ir, tengo que estar a su lado. Jake me salvó, por eso está así, ahora me toca a mí salvarle a él. Si no voy, se morirá, le fallaré, y yo me moriré con él, no puedo vivir sin Jacob, lo sabes. Por favor, papá. Por favor, no me hará daño, confía en mí.

Se quedó mirándome con un rostro dolorido, aunque reflexivo.

- Me lo prometiste – le recordé -. Me prometiste que me dejarías ir cuando todo se aclarase – entonces, le miré con tristeza -. No puedes impedírmelo, papá. Aunque seas mi padre, ya soy adulta y voy a ir de todos modos. Mi sitio está junto a él, siempre estaré con él. Cuando vaya, sé que Jacob se despertará y yo seré feliz. Pero lo sería aún más si me apoyases en estos momentos y estuvieses de mi lado.
- Si no la dejas tú, lo haré yo – decidió mamá con una convicción triste -. Sé que Jacob no la atacará, jamás la haría daño. Y no voy a permitir que él muera, es mi mejor amigo - aferramos nuestras manos con fuerza, haciendo piña -. Él siempre ha estado a nuestro lado en los momentos difíciles, no pienso abandonarle ahora.

Hubo otro pequeño silencio en el que el segundero del reloj del salón me parecía que retumbaba en las paredes.

- Iremos en mi coche, la furgoneta de Sue es una tartana – dijo finalmente, alzando los pies para iniciar la marcha hacia la puerta.
- Pues nunca me ha dado problemas – replicó ella, un poco molesta.
- ¡Gracias, papá! – sollocé, abrazándole con fuerza.

En cuanto le dejé, mamá también se abalanzó a sus brazos con una enorme sonrisa y le dio un efusivo beso.

- Llamaré a Carlisle para avisarle de que vas – manifestó Esme, sacando su móvil del bolsillo de su pantalón.

Mis padres se despegaron por fín y se cogieron de la mano para echar a andar.

- Nosotros tenemos que respetar el tratado, Jacob es el único que puede romperlo o modificarlo y no le ha dado tiempo a hacerlo – habló de nuevo mientras salíamos de la casa -. Así que cuando lleguemos al límite fronterizo con La Push, tendrás que apearte y seguir por el bosque. Aunque tengas que ir corriendo, llegarás antes que Sue.
- Sí – acepté.
- En fin – resopló ésta a nuestras espaldas -. Ya te veré allí, Nessie – y se subió a su destartalada furgoneta.

Nos dirigimos a toda velocidad al garaje, donde nos montamos en el Volkswagen marrón metálico, y salimos disparados hacia el sendero que conducía a la carretera.

Papá adelantó a Sue por ese angosto camino con total facilidad, esquivándole con unos reflejos de vampiro, y en pocos minutos, nos plantamos en la calzada asfaltada que llevaba a Forks.

El tubo de escape rugía con furia por el pueblo, pero no me dio tiempo a ver si la gente se había quedado mirando. Forks pasó vertiginosamente por mi ventanilla y el coche se desvió a la carretera que daba a La Push.

Los árboles eran unos borrones verdes y marrones que nos flanqueaban, hasta que el dibujo se fue haciendo más nítido conforme mi padre disminuía la velocidad. Frenó en seco cuando su coche llegó justo al límite del tratado. Emmett y Rosalie estaban apoyados en un árbol, esperando las continuas llegadas de Seth, y nos miraron sorprendidos. Se acercaron en un latido de corazón.

- ¿Ya has hablado con Sue? – me preguntó mi tío en cuanto abrí la puerta para salir.

Por supuesto, ya estaba al corriente de todo.

- Sí.
- Bien – sonrió con confianza y un alivio claramente esperanzado.
- Bueno, tengo que darme prisa – declaré, mirando al bosque.
- Ánimo cielo – me alentó mamá, rodeándome con sus brazos -. Sé que todo saldrá bien.

Papá se unió a nuestro abrazo.

- Confío en ti – me dijo.
- Gracias – susurré con un nudo en la garganta -. Os quiero.
- Y nosotros a ti – contestó ella -. Tu felicidad siempre será la nuestra.

Me separé un poco para darles un beso en la mejilla.

- Gracias – repetí, sonriéndoles con los ojos colmados de lágrimas.

Mis padres también me sonrieron con dulzura. Sus manos me acariciaron el rostro mientras me apartaba de ellos, hasta que me dejaron libre y salí como una bala hacia la frondosidad, sin mirar atrás.

Moví mis piernas lo más rápido que pude. No sé si eran mis nervios, mis ansias de reencontrarme con Jacob, o mis cuatro semanas y media de nulo o escaso ejercicio, pero me parecían pesadas y anquilosadas. En ese momento, agradecí a mi madre su empeño en que me tragase la sangre durante toda esta semana, si no llega a ser por eso, no tendría energías para correr.

¡Jacob! ¡Mi Jacob!

Mi pulsera ya no vibraba. Ya iba junto a él.

Mi pelo azotaba con inquietud mi espalda. Esa camiseta de tirantes dejaba la mitad de mi piel al descubierto y parecía que mi cabello fuera un enorme látigo que me fustigaba para que aumentara la velocidad, como un domador que estimula a su caballo.

Le hice caso y apreté los dientes y el ritmo.

Por mi camino entre los árboles me topé con unos cuantos lobos de la manada. No tenía tiempo de ver quiénes eran, ni cuántos. Se pusieron a aullar al cielo conforme pasaba a su lado, uno a uno, y comenzaron a galopar tras de mí del mismo modo. En unos segundos, me encontré volando con un grupo de lobos enormes siguiéndome.

No tardé en divisar la casa de Billy. El mero hecho de verla y saber que Jake estaba allí me dio fuerzas para acelerar más, pero también aumentó mi nerviosismo.

La parte delantera de la casa estaba rodeada de gente, parecía la sala de espera de un hospital. Mi corazón latía a todo lo que daba, ansioso por llegar a su lado. Los demás chicos de la manada que no estaban de patrulla esperaban mi llegada con ganas, los aullidos debían de haberles avisado y me observaban expectantes. Todas sus parejas también estaban allí. Los lobos que me seguían se dispersaron entre los árboles para cambiar de fase y yo llegué por fin a la pequeña edificación de madera roja, donde disminuí de velocidad y me aproximé a la gente, caminando con diligencia.

Según me acercaba a la puerta, todo el mundo me hizo un pasillo para que pudiera pasar y mi trayecto se llenó de saludos y palmadas de ánimo. Me sobrecogió ese recibimiento que no esperaba y el nudo de mi garganta saltó sin remedio. Brenda estaba con Seth y Leah. Dio un paso al frente y nos abrazamos. No me había visto desde el día del secuestro, y luego todo había pasado tan rápido. Me soltó, me secó las lágrimas con una sonrisa y volvió hacia atrás para dejarme paso. Mi amiga no fue la única que me abrazó; Seth, Leah, Embry y Quil también lo hicieron, y Claire se lanzó a mis brazos para darme un cariñoso beso. Emily estaba con Sam y sus dos hijos. Tenía un pañuelo que le cubría la cabeza, pero tenía buen aspecto. Me sonrieron para infundarme confianza mientras ella sostenía a Ethan en los brazos y lo balanceaba para que no llorase.

Billy - flanqueado por Rachel y Paul -, Carlisle y el Viejo Quil se encontraban junto a la puerta. Este último se levantó con torpeza de su silla para recibirme, ayudado por su bastón. Faltaba Charlie, que debía de estar en comisaría o patrullando. Cuando Billy me vio, su cobrizo rostro se iluminó y me acerqué a él con premura.

- Billy – sollocé, agachándome para abrazarle.
- No te preocupes, ahora que estás aquí, se recuperará – dijo, separándome y rodeando mis manos con las suyas.

Asentí y me secó las lágrimas.

- Ahora ve, te está esperando.
- Sí.

Dejé sus manos y me alcé.

Me fundí en un abrazo con Rachel y Paul y me arrimé a la puerta para entrar.

- Nessie – me llamó Carlisle. Giré la cara para mirarle con la manilla ya girada -. Estaré aquí por si Jacob…
- No te preocupes – le corté con una sonrisa llena de confianza -. Jake no me hará daño - y pasé el umbral, accediendo al interior.

Por alguna razón, nada más cerrar la puerta, sentí un enorme miedo. Mi corazón latía tan fuerte, que seguramente podían escucharlo todos los que se habían quedado fuera. No era por mí, desde luego, Jacob no iba a hacerme nada malo. Pero no sabía qué me iba a encontrar al traspasar la puerta de su cuarto. Mi padre me había dicho que su estado era horrible y no sabía cómo iba a reaccionar al verle así.

Sin embargo, no tenía tiempo que perder.

Jacob, mi Jacob. Él estaba allí, esperándome. Él era lo más importante.

Me acerqué con apresuramiento, entré en su dormitorio sin pensármelo dos veces y cerré la puerta.

Mis peores pensamientos eran ciertos. Tuve que darme la vuelta y apoyarme en el marco cuando le vi y mi corazón pasó a latir sin control, bombeando un montón de emociones y sensaciones mezcladas. Dolor desgarrador, inmensa alegría…

Me recordé a mí misma a qué había ido. Respiré hondo para reponerme y me giré de nuevo hacia él.

Mi visión no podía ser más dolorosa.

Estaba atado de pies y manos al somier de la cama con unas gruesas y anchas cintas de cuero marrón claro que tenían unas hebillas para graduar el amarre. Las patas de la cama estaban bien aseguradas, les habían colocado unas bases metálicas atornilladas por mil sitios que a su vez estaban clavadas al suelo con remaches. Su muñeca izquierda estaba conectada a un tubo que llevaba a un gotero de suero. Solamente vestía unos pantalones cortos mojados de color caqui y todo su cuerpo y su pelo estaban bañados en sudor. Temblaba levemente como si tuviera frío y la expresión de su ojeroso rostro estaba desfigurada por el rechinamiento continuo de sus dientes y el apretamiento de sus párpados cerrados.

- Ne… Nessie… - masculló de pronto con una voz muy baja y ronca.

Mi corazón volvió a palpitar impetuosamente.

- ¡Jacob! – rompí a llorar, corriendo hacia a él.

Me arrodillé junto a su cama y le toqué su rostro empapado, éste ardía de la intensa fiebre. Nada más notar un contacto, su cuerpo convulsionó. Me sobresalté y un acto reflejo me hizo retirar la mano hacia atrás. Comenzó a agitarse con una furia desmedida, gruñendo y tirando de las cintas hacia arriba para soltarse. La rabia estaba haciendo su trabajo.

No pensaba rendirme, yo iba a hacer el mío. Volví a llevar la mano a su cara, sin dudas.

- Jake, soy yo – murmuré, tratando de acariciar su mejilla -. Soy Nessie.

No me reconocía. Tenía que hacer algo más para que me reconociera y me notase con él.

Ahora entendía por qué habían fijado el lecho al suelo. Sus sacudidas y tirones eran tan potentes, que, incluso clavada, la cama se levantaba un poco. Podían verse las marcas donde habían estado insertados algunos clavos que habían sido arrancados de cuajo.

Pero yo no tenía miedo. Jacob no iba a hacerme ningún daño. Así que, en vez de apartarme, me tumbé en la cama, a su derecha, y conseguí echarme sobre su agitado pecho para arrimarme más a él. Su cuerpo ardía mucho más que normalmente, casi quemaba. Si fuera humana del todo y tuviera una temperatura corporal normal, me hubiera abrasado. Dejé caer parte de mi melena a un lado y acerqué mi rostro al suyo para que me oliera mejor. Sus espasmos y gruñidos parecieron bajar algo de intensidad.

- Jake, soy yo – hablé entre susurros entrecortados, acariciando su cara -. Ya estoy aquí.

Entonces, se paró. Su cuerpo se quedó quieto, tenso, durante un instante. Después lo relajó del todo, incluido su rostro, reposándolo en la cama, y acercó su nariz a mi mejilla. Todo el vello se me puso de punta cuando ésta comenzó a recorrer toda mi cara despacio, arrastrando sus labios, y siguió para oler mi cabello.

En ese momento estaba totalmente relajado y mi mano llegaba a la cinta que sostenía su muñeca izquierda, así que la desabroché y se la liberé.

Sin medir sus fuerzas, y todavía inconsciente, la llevó hasta mi pelo con un afán desmesurado y lo aferró con tanto ímpetu en la nuca, que me hizo daño. Pero no me importó en absoluto.

- Nessie… - murmuró, empezando a oler mi cuello.
- Sí, cielo, soy yo – susurré -. Ya estoy contigo…

Sus labios rozaban mi piel casualmente durante su suave rastreo. Todo mi cuerpo se estremecía con cada tórrido roce, con cada abrasadora expiración. Era una locura, lo sé, él estaba inconsciente y no sabía lo que hacía, pero no podía evitarlo, eran sus labios, su dulce aliento, su afrodisíaco sudor que me volvía completamente loca, era él. Y llevaba tanto tiempo sin sentirle por mi piel…

Tragué saliva y respiré hondo para recomponerme y controlarme.

Llevé mi otra mano hacia su hebilla derecha y lo solté. Esta vez me dejó sujetar su muñeca y acerqué su palma para que sintiera la textura de mi cara.

Dejó de oler mi cuello y empezó a deslizar la punta de sus dedos por mis facciones, examinando mi semblante como si de un ciego se tratase. Acarició mis mejillas y se entretuvo un rato con mis labios. Las besé con dulzura para ver si eso le traía algún recuerdo. Siguió la línea de mi mandíbula y sus dedos se arrastraron por el cuello hasta que también terminaron en mi nuca.

- Mi Nessie… - susurró, pegando mi rostro al suyo.

Empecé a hiperventilar como una tonta, ni que nunca hubiera rozado su boca.

- Sí, Jake, ya estoy aquí – le dije con un murmullo roto, en sus labios.
- Mi ángel… - susurró de nuevo.

No me dio tiempo a contestarle. Una conocida y prodigiosa brisa cálida acarició mi espalda de repente, agitando mi pelo, y comenzó a traspasar mi cuerpo. Sentí cómo esa parte de su espíritu perdido pasaba a través de mis tejidos, órganos y músculos, empapando cada una de mis células con su magia y su energía, y un placer inmenso, infinito, se apoderó de todo mi ser cuando su alma se unió a la mía por un instante. Era lo más parecido a lo que sentía cuando hacíamos el amor. Mis ojos se cerraron, derramando lágrimas al sentirlo, y sus labios fueron testigos directos de mi intenso jadeo.

- Jake… - suspiré, aferrando mi mano a su pelo húmedo.
- Nessie… - jadeó él también, en mi boca.

Entonces, su alma soltó a la mía súbitamente y terminó saliendo con rapidez por mi pecho para traspasar el de Jacob.

Su cuerpo se arqueó hacia arriba durante un segundo - en el que sus manos soltaron mi nuca para caerse a los lados y tomó aire igual que si hubiera estado ahogándose y ahora pudiera respirar - y volvió a descansar en la cama completamente echado.

Se quedó inmóvil y esperé, pero a medida que pasaban los segundos, me fui poniendo más nerviosa.

Su pecho se movía arriba y abajo, respiraba con normalidad, y su temperatura parecía estar bajando, ¿por qué no abría los ojos? ¿Acaso no había entrado todo su espíritu? ¿Habría hecho algo mal?

- ¡Jake! ¡Jake! – sollocé, asustada, mientras acariciaba su rostro con inquietud.

Mi corazón saltó de su sitio, desbocado, cuando sus párpados se movieron y, poco a poco, fueron abriéndose hasta que mis adorados ojos negros se encontraron con los míos.

Esos grandes y brillantes ojos negros, penetrantes y dulces al mismo tiempo, que me volvían completamente loca, se quedaron maravillados mirando a los míos durante un instante, en el que mi corazón ya no daba a basto, y después sus labios se curvaron hacia arriba con satisfacción.

- Hola, preciosa… - murmuró con una sonrisa muy saludable.
- Jake…

Una retahíla de emociones y sensaciones indescriptibles y maravillosas invadieron mi pecho y me lancé a sus labios.

Nos besamos con una pasión desmedida, casi exagerada, moviendo nuestros labios con un entusiasmo rayano en la locura mientras nos aferrábamos el uno al otro por el pelo para que no hubiera ni un átomo entre nosotros. La energía fluyó a nuestro alrededor con aires renovados y más fuerte que nunca. Mis mariposas y nuestras lágrimas dieron libertad a sus emociones y salieron al exterior, rebosantes de felicidad.

Jacob estaba vivo, su espíritu estaba completo y había purificado su cuerpo. Ya estaba totalmente sano. Ahora nadie ni nada nos separaría jamás, ni siquiera la muerte podría hacerlo. Nuestras almas siempre estarían juntas, unidas por nuestro enorme vínculo, en este mundo o en el más allá. Toda la eternidad.
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Cristina Almeida
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitimeVie Abr 01, 2011 7:09 pm

Excelente! La descripción de los sentimientos de Nessie está hecho de manera tierna y impecable! A mí no hace falta un libro de SM, pues tú has captado la esencia de dos almas gemelas, hechos el uno al el otro. Me encanta! Me has hecho llorá, en serio... Y ahora, que haré despues del maravilloso ultimo capi???? Sad
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MensajeTema: Re: EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18   EL LIBRO DE JACOB Y NESSIE:DESPERTAR.Continuación Amanecer +18 - Página 7 Icon_minitime

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